Qué es la peste porcina africana y qué impacto tiene

Aunque el virus no afecta a los humanos, supone una grave amenaza para la ganadería porcina con el consiguiente impacto económico.

El Gobierno trabajará para limitar el impacto económico de la peste porcina

Los jabalíes muertos por peste porcina africana en Barcelona aumentan a seis

La peste porcina africana sólo afecta a cerdos domésticos y a jabalíes. / EP
M. H.

29 de noviembre 2025 - 18:56

Como consecuencia de los casos de peste porcina africana (PPA) detectados en jabalíes asilvestrados en Cataluña, vamos a repasar en qué consiste esta enfermedad vírica, que afecta exclusivamente a los cerdos domésticos o a los jabalíes y que, a pesar de no representar ningún riesgo para la salud humana, se ha convertido en una de las mayores amenazas para la ganadería porcina a nivel mundial con el consiguiente impacto económico.

La gravedad de la PPA no radica solo en la capacidad del virus para provocar la muerte de la mayoría de los animales infectados en apenas unos días, sino también en su extraordinaria resistencia. El virus puede sobrevivir durante semanas en el ambiente, en vehículos, herramientas o ropa, y permanecer activo durante meses en productos cárnicos, lo que facilita que el contagio pueda viajar mucho más lejos de lo que alcanza el propio movimiento de los animales. Esta capacidad de persistencia convierte a la PPA en un desafío especialmente difícil para los ganaderos y las autoridades sanitarias, que deben aplicar medidas estrictas de vigilancia y control para evitar que pequeños descuidos se traduzcan en brotes de gran alcance.

La transmisión ocurre con gran facilidad cuando un animal sano entra en contacto con otro infectado, pero también puede producirse de manera indirecta a través de restos de comida contaminada o de cualquier superficie que haya estado expuesta al virus. En Europa, además, los jabalíes desempeñan un papel clave en la expansión de la enfermedad, ya que pueden recorrer grandes distancias y acceder a zonas rurales donde encuentran alimento, actuando como un puente entre áreas silvestres y explotaciones ganaderas.

Cuando la PPA llega a una granja, los síntomas en los animales pueden aparecer de forma repentina: fiebre muy alta, pérdida de apetito, apatía, problemas respiratorios y hemorragias internas que terminan provocando la muerte en un plazo muy corto.

Dado que no existe un tratamiento eficaz ni una vacuna disponible, el control de la enfermedad depende de la detección temprana y de la puesta en marcha de protocolos muy estrictos que incluyen el sacrificio de los animales afectados y el establecimiento de perímetros de vigilancia y limpieza intensiva.

Las consecuencias económicas y sociales de un brote pueden ser enormes. Las explotaciones afectadas deben permanecer cerradas durante largos periodos, el comercio internacional de productos porcinos puede verse restringido y los ganaderos, que dependen de la estabilidad de sus animales para asegurar sus ingresos, sufren un fuerte impacto emocional y financiero.

Los países, por su parte, ven cómo esta enfermedad condiciona su mercado interior, sus exportaciones y hasta su política agrícola. Por ello, la prevención se ha convertido en la principal herramienta de lucha contra la PPA.

Mantener altos niveles de bioseguridad en las granjas, controlar el acceso de vehículos y personas, desinfectar materiales, evitar el uso de restos de comida como alimento, gestionar adecuadamente la población de jabalíes y fomentar la educación sanitaria entre agricultores y transportistas son medidas clave que pueden marcar la diferencia.

La expansión global de la enfermedad en las últimas décadas demuestra que ningún territorio está completamente a salvo y que solo la combinación de vigilancia, responsabilidad y colaboración internacional permitirá frenar el avance de un virus que sigue poniendo a prueba la resistencia del sector porcino en todo el mundo.

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