En las facultades se estudiará cómo Núñez Feijóo y su equipo erosionaron una mayoría absoluta para el PP que tenían desde mayo al alcance de la mano (y de la imaginación). Y cómo el presidente más desmotivado en la historia de la democracia, y por momentos menos hábil en algunas de sus comparecencias, se encontró casi sin querer un sorpasso que ni él mismo, tan ufano otras veces, habría previsto.

La euforia de los resultados del 28M fue peligrosa en la cúpula del PP y ese exceso de confianza impidió ver riesgos, meteduras de pata, continuos errores prescindibles y una visión distorsionada de lo que estaba percibiendo la opinión pública que ha estado atenta a las pantallas. La pantallas ya nunca desconectan, recordemos. Siempre hay partido.

Sí, es verdad que Pedro Sánchez no estaba inspirado en sus entrevistas en programas de línea editorial hostil, pero llegaba a salvar el pellejo, como le pasó ante Ana Rosa Quintana quien a su vez, en un incómodo lapsus, despidió a Feijóo "como presidente". 

Y sin embargo, la única entrevista en ambiente tenso que vivió el líder del PP fue en La hora de La 1.Silvia Intxaurrondo le inquirió sobre sus comentarios en el cara a cara de Atresmedia y desde su acusación sobre el caso Pegasus acabó enfangado con las pensiones. El público, en vídeos editados de minutos, encontró la cara más acre del líder gallego, a quien en realidad fuera de su comunidad aún es semidesconocido. Y Feijóo tuvo que dar la razón a la periodista de TVE.

En ese cara a cara, donde Vicente Vallés le jugó alguna mala pasada a Sánchez con las interrupciones, Feijóo venció en la dialéctica, pero en la moviola del fact check se comprobaron datos tergiversados, "inexactitudes", como definió, que no le diferenciaban demasiado de su rival. Y hasta tuvo que reconocer que Intxaurrondo estaba en lo cierto. Menospreciar la cadena pública, de la que el PP  ha abusado en sendas etapas de José Antonio Sánchez, le salió muy caro al equipo de Génova en el punto decisivo. 

No comparecer en el debate donde el líder de Vox (mayor enemigo del PP que los independentistas, patosos en cada comentario, con lo fácil que es defender el concepto de España) se las veía ante el presidente y su ministra ha sido el mayor error en una campaña en España en décadas.  Ya la primera ocurrencia, lo del lema "Verano Azul", ponía en duda la actitud de un equipo llamado a gobernar. Faltaba visión y mensaje de responsabilidad. Y tenemos a los hooligans con lo de "que te vote Txapote" con ruego de respeto por asesinados del PP. Hay que seguir oyendo a las víctimas. 

Dos semanas fueron '90 minuti' en el Bernabéu. Fue una campaña llena de errores capaz de dar alas al vituperado gobierno Frankenstein. Un monstruo que salió levitando.