"En 'La que se avecina' era padre de Amador y fui traficante de órganos"

Entrevista. Ángel Jodrá

Durante tres temporadas los espectadores andaluces recuerdan al alcalde de 'El Pueblo' como uno de los personajes de 'Arrayán', en Canal Sur

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Pablo Chiapella se creía gafe, lo contagió a Amador, y salvaron a 'La que se avecina'

Angel Jodrá como Cándido en la serie 'El Pueblo'

Se define payaso y malabarista y es un impagable secundario de películas y series. En la relación están Cuéntame cómo pasó, Águila Roja o Aquí no hay quien viva. Ángel Jodrá (Madrid, 1960) es el alcalde del ficticio Peñafría en El Pueblo, serie que emite los miércoles por la noche Telecinco. Con su aspecto bonachón y generoso, en la vida real es muy parecido a muchos de los personajes con lo que da la talla. Con el contacto cercano con el público igual hace globoflexia como recita un romancero de ciego.

-Usted es un payaso. ¿Está a prueba de insultos?

-Nadie me podría insultar con esa palabra. Me gusta hacer reír. Y hacer pensar si es necesario. Como actor o como payaso. Yo hago globoflexia, formo parte de Payasos Sin Fronteras, colaborando donde haga falta. Soy malabarista, hago pompas de jabón y muchas más cosas. Todo lo que es el circo es fascinante.

-¿No da abasto con el trabajo?

-Yo he trabajado en la calle y no tengo problemas en hacerlo todas las veces que haga falta. Si no tengo trabajos de actor hago mis espectáculos callejeros. También hago romanceros de ciego. Siempre voy al congreso de romanceros de Espiel, en Córdoba. Todos somos amigos para seguir con esa tradición.

-Por eso es capaz de defender cualquier papel. Como de albañil en Aquí no hay quien viva. Memorable.

-Me divierte que todavía me reconozcan por series como Aquí no hay quien viva, que es de los autores de El Pueblo. Casi siempre he hecho papeles pequeños así que tengo que defenderlos bien. Y si tengo el honor de hacer de Cándido, el alcalde de Peñafría, lo defiendo con la misma intensidad. Nunca había soñado tener un papel así.

-¿Cómo consiguió ser alcalde sin pasar por las elecciones?

-Me preparé la prueba pero me salió fatal. Venía del hospital, estaba enfermo con la pancreatitis y pensaba que el papel de Cándido no sería para mí. Per fue como un regalo. Soy el padre de los habitantes de El Pueblo, el que los cuida, vigila. Soy además insobornable.

-Son los vecinos de su pueblo. Pero han vivido de verdad allí.

-Hemos tenido que convivir en el pueblo durante meses. El elenco de la serie es maravilloso. Yo me llevo especialmente bien con Javi, Javier Losán (El Ovejas), y con Vicente Gil (Arsacio, otro de los lugareños). Es un orgullo trabajar con ellos y con actores que también admiro como Santi Millán o Carlos Areces.

-¿Estuvo muy grave con aquella pancreatitis que casi lo deja fuera de la serie?

-Me podía haber dejado fuera de la serie y de este mundo. Estuve varios meses en la UCI. Tuve que aprender a andar de nuevo. Si me ves en los primeros capítulos de la primera temporada estoy demacrado. Volví a ganar peso. Por supuesto que comiendo torreznos de Soria.

-¿Cómo es Valdelavilla, el pueblo de El Pueblo?

-Es un personaje en sí mismo. Tiene microclima. Empieza a llover de improviso cuando no hay nubes. Se pone a llover a mares y un rato antes hacía sol. Eso sólo me ha pasado en Cuba o en Brasil, así que es como un pueblo soriano tropical. Los actores vivíamos allí . En cada casa hay como tres o cuatro habitaciones y unas son plató y en otras, alojamiento.

-Por una vez nadie podía llegar tarde al rodaje.

-Se agradece tener el plató al lado de casa, sin tener que madrugar para que te busque el coche de producción. Era despertarse y bajábamos al comedor a desayunar antes de empezar a grabar.

-¿Seguirá El Pueblo tras las cuatro temporadas grabadas'

-No sé qué va a pasar. Nos dijeron que no se hacían más capítulos, pero hay espectadores dispuestos a manifestarse. Los hermanos Caballero están con Machos Alfa y La que se avecina. Pero creo que los programadores no han valorado lo suficiente a El Pueblo.

-En La que se avecina era el padre de Amador. Vaya familia.

-Como hijo, en la ficción, Amador va a su rollo, como todos. En la vida real Pablo Chiapella es inmenso. Iba a regresar como padre de Amador pero murió Amparo Valle, la actriz que hacía de madre, y se anuló la idea. Ojo, en La que se avecina también salgo antes, como traficante de órganos humanos.

-¿Cómo fue su experiencia en Arrayán, la serie de Canal Sur?

-Estuve casi tres años. Disfruté mucho con ese trabajo junto a actrices como Paula Sebastián. En el Sur se trabaja de otra forma, la predisposición es otra. Teníamos que grabar un capítulo diario, pero parábamos tras una escena y se decía, "habrá que tomar un café". Nadie se enfada, todo era buen humor, familiaridad. No es lo más frecuente en la grabación de una serie. Y cuando es casi a destajo. Sólo tengo buenas palabras hacia el productor Eduardo Galdo. A mí me llamó el director Antonio Hens. Yo estaba en el Teatro Arenal de Madrid y me fui para Coín.

-Una serie diaria es un trabajo intensivo de los de verdad.

-Es un trabajo duro, por eso es importante que hay buen ambiente. Al llegar al hotel siempre te esperaban los folios del día siguiente y hay que memorizarlos. A mí se me daba bien. Con Arrayán me pasaban cosas que nunca me han sucedido. Un dia por la calle me para un señor, "¿y usted que hace aquí?", porque faltaba poco para que empezara la emisión de Arrayán. Creía que era en broma, pero me estaba preguntando en serio, preocupado. El público andaluz estaba metido de lleno con aquellas historias.

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