Sorpresa en la novillada de Las Ventas con Sergio Felipe
El debutante causa una grata impresión con un sobrero de Julio García en un festejo aburrido por el escaso juego del ganado
Muchas veces el baile de corrales es sinónimo de aburrimiento y desesperación en ruedo y tendido. Pero hay excepciones en la que un sobrero obra el milagro de levantar un festejo abocado al fracaso.
Hasta ese momento no había por donde coger la tarde por el poco juego de los novillos de La Ventana del Puerto, sin fuerzas casi ni para aguantar la divisa. Sólo el quinto y el sexto se movieron algo más, pero también acabarían apagándose pronto.
Sergio Felipe se acordará toda su vida del primer novillo que mató en Las Ventas, un segundo sobrero de Julio García que hizo cosas raras en los primeros tercios, pero que se vino arriba en la muleta, por donde respondió con movilidad, ritmo y franqueza a un Felipe firme y sereno. Toreo con gusto, temple y ligazón en las primeras series por el derecho. Al natural hubo más sintonía, abandonándose el albaceteño por momentos, con quietud, verticalidad y suma confianza.
Grata sorpresa la de este Felipe, que supo dosificar y medir su labor, pues a la mínima que vio que el animal iba a venirse abajo se fue a por la espada para que aquello no bajara el diapasón.
Manoletinas en el epílogo y ¡ay la espada!, el único lunar de una faena de altas cotas, que acabaría casi en nada precisamente por fallar en la suerte suprema. De un triunfo grande a unos aplausos de consolación. Eso sí, la ovación al novillo en el arrastre, de ley.
En el que cerró plaza ya no fue igual, también porque el novillo no respondió ni una milésima parte que el anterior, pero igualmente se vio un Felipe tenaz, aunque menos resolutivo.
Cayetano Ortiz hizo su debut en Las Ventas con un primer sobrero mansurrón, embistiendo al paso hasta pararse. Ortiz diseñó una faena compuestita. El cuarto tampoco se prestó, sin clase y pegajoso y Ortiz llevó a cabo una labor tan afanosa como anodina por la nula condición del astado.
Cerro, que cumplía su cuarto paseíllo este año en Madrid, tuvo de primero un novillo sin fuerzas. A Cerro no le quedó otra que justificarse a base de voluntad. El quinto fue el novillo con más opciones de los titulares, al que Cerro cuajó mejor por el lado derecho pero solo duró dos tandas.
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