Las imágenes de la corrida
Las imágenes de la corrida / Juan Carlos Muñoz

01 de mayo 2025 - 23:58

A Ricardo Torres Bombita le llamaban el papa del toreo, el papa negro llamaban al padre de los Bienvenida y a Morante, ahora que los cardenales se reúnen en cónclave en Roma, hay que proclamarlo pontífice del toreo. Todos los aficionados somos de un torero, yo siempre seré de Romero, pero no por ello dejaré de reconocer que Morante es el matador más completo que he conocido. Artista, valiente, con una gran técnica, conocimiento de las tauromaquias y sus suertes y compromiso con la fiesta, se acerca mucho, junto con su admirado Gallito, al torero total.

Ayer lo volvió a demostrar, una vez más, en su comparecencia en la Maestranza ante una corrida de Garcigrande bien presentada pero mansa y con dificultades. Ya en su primero nos deleitó con unas chicuelinas lentas y acompasadas de manos bajas y una faena templada, bella y elegante que malogró con la espada, pero fue en su segundo, de nombre bodeguero, donde desplegó toda su tauromaquia. Lo recibió en el tercio con unas verónicas con el pie genuflexo, que tanto recuerdan a Ordóñez, para, a continuación, iniciar una verónica que remata soltando una mano y una sucesión de largas acompasadas con la cintura que remató con un recorte, todo de clara inspiración gallista. Toca la música con la plaza entera puesta en pie. Qué pena que no se anime a banderillear como él sabe. Ayer era el día. En la muleta inicia la faena con unos ayudados por alto echándose el toro atrás, éste cabecea y protesta. Morante, a continuación, lo saca al centro del ruedo y allí, consintiendo al toro, aguantando su incómodo cabeceo y su falta de ritmo, poco a poco, por la derecha y después al natural, lo va, como dicen los taurinos, metiendo en el canasto, para concluir, con el toro ya vencido, con una serie en redondo plena de dominio y empaque que concluye de un elegante molinete invertido. Mata al toro entrando con rectitud, en la suerte natural, de una estocada atravesada de la que el toro sale muerto. La plaza pide y el presidente otorga dos merecidas orejas.

Juan Ortega y Pablo Aguado son la nueva ilusión de Sevilla, ambos sueñan con ocupar el lugar de Morante. Ilusos ellos, no entienden que los pontífices no dejan su lugar hasta que se retiran y que, para llegar allí, antes hay que ser párroco y obispo. No tuvieron un lote que les ayudase, esa es la verdad, tampoco lo tuvo Morante. Nos dejaron, no obstante, destellos de la gran calidad que atesoran. Juan Ortega sobre todo con el capote donde, una vez más, demostró que Dios le ha dado el don del temple, la capacidad de torear despacio hasta parar los toros y también los relojes. Pablo Aguado, enseñando cómo es torear con esa bendita naturalidad que Dios le ha dado. Excepcional el quite de templadas chicuelinas, elevando esta suerte a la categoría de toreo fundamental, con el que ambos nos deleitaron en el segundo toro de Ortega.

Concluía la tarde, la gente salía toreando de la plaza igual que supongo muchos aficionados lo harían en su casa gracias a Canal Sur. Yo me acordaba del cónclave que la semana que viene comienza en Roma y pensaba que Morante no necesita cónclaves para ser proclamado pontífice del toreo. Así lo ha decidido por aclamación la afición sevillana. Y Juan Ortega y Pablo Aguado, sus secretarios de Estado.

stats