Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Balcón de sol
LOs novilleros hoy en día, en general, son previsibles y queda poca espontaneidad. Todos saben la técnica, el oficio, pero queda poca personalidad. Es lo que tienen las escuelas taurinas. El toreo no es una fábrica. La técnica se aprende, no las restantes cualidades necesarias para ser torero, esas o se tienen o no se tienen. Esas reflexiones hacía viendo la novillada de ayer. Los tres novilleros estuvieron correctos, como dijo un compañero de localidad, se ve que saben el oficio. Sin embargo, aún cortándose dos orejas y debiendo el presidente haber otorgado otras, si al salir me preguntasen diría que no pasó nada destacable.
La novillada de Pereda, bien presentada, dio juego dispar. Primero, quinto y sexto, bravos en el caballo, desarrollaron nobleza en la muleta. Por el contrario, segundo, tercero y cuarto resultaron mansos y descastados. Desarrollaron sentido en algún momento de la lidia cogiendo de mala manera a Martín Morilla al entrar a matar, y a Raúl Martín al salir de un par de banderillas, gracias a Dios sin consecuencias. El sorteo fue justo, por tanto, y cada novillero tuvo un novillo que sirvió. Cid de María, el que más había toreado, se encontró un novillo, el primero, noble y de gran calidad en la muleta. Estuvo correcto, se ve que tiene aprendida la lección, si bien le costaba dejar la muleta en la cara del toro para ligar y por eso, quizás, la faena no caló en los tendidos pasando sin pena ni gloria. Y es que, como en cualquier arte, en el toreo no basta con ser perfecto sino que también hay que transmitirlo. Martín Morilla tiene un buen concepto del toreo y temple. Le gusta torear con la mano muy baja dando profundidad al lance, si bien tiene tendencia a torear por fuera y, quizás por eso, su faena no acabó de calar en el público. No obstante, en su segundo, con la izquierda la faena alcanzó momentos de gran brillantez en una serie templada con la mano izquierda con el toro metido en la muleta y rematada atrás de la cintura. Ese es el camino que debe seguir. Mató de una gran estocada. Incomprensiblemente no se le dio la oreja que indudablemente merecía Tirado fue el triunfador numérico de la tarde. Cortó dos orejas gracias a la generosidad de una plaza facilona, un presidente en estado de gracia y una banda de música para que la jubilen. Pero también es verdad que si se las dan a las figuras que menos también con los novilleros. Era el menos placeado, tampoco Martín Morilla es que hubiese toreado mucho, y se le notaba. Dispuesto y animoso toda la tarde, en novillero, le faltó temple, ritmo y quietud y le sobraron tirones y enganchones. Brilló sobre todo en el último de la tarde en una serie al natural, con poco ajuste, pero más templada y profunda. Mató bien los dos novillos y eso también ayudó a cortar una oreja de cada uno.
En el toreo la suerte es fundamental. Morilla no estuvo peor que Tirado. A mí me gustó más. Torea con ritmo y temple y eso es mucho en el toreo. Sin embargo, una banda de música sin criterio que toca cuando le da la gana y un presidente que no supo poner orden le dio el triunfo al segundo y no al primero. Como la banda siga así o se decide como en Madrid que solo toque entre toro y toro o se prescinde de la misma para alegría de las procesiones donde, por cierto, solo tocan en el lugar y las marchas que le indican las juntas de gobierno.
También te puede interesar
Lo último
1 Comentario