¡Pobre de mí! Se acaban las fiestas de San Fermín...

EL REPASO

La conclusión de la feria pamplonica –por el toro y para el toro- abre la puerta al curso medio de una temporada que no ha dejado de exigir su tributo de sangre

Los toros de Miura cierran las fiestas de San Fermín

Plaza de Pamplona: el espíritu de la Monumental de Sevilla

Morante saliendo a hombros en la plaza de toros de Pamplona.
Morante saliendo a hombros en la plaza de toros de Pamplona. / EFE

Con el Pobre de mí que se entonará en la noche de este lunes en la fachada del Ayuntamiento pamplonica se pondrá fin a esos siete días trepidantes que colocan a la capital navarra en el centro de todos los mapas. Culmina San Fermín, la apoteosis del dios Toro, que recupera durante una semana su condición de indiscutible tótem ibérico.

Pero las fiestas de Pamplona tampoco se libran del velado ninguneo que devora al toreo y a la lidia, tal y como denunció con naturalidad y valentía el ganadero Álvaro Nuñez Benjumea en el programa Vive San Fermín. Ya lo hemos comentado de sobra desde esta misma atalaya semanal: Algunos quieren colocar el encierro como principio y fin de la fiesta pero su naturaleza sólo se la debe a la corrida de la tarde, definitivo fin que justifica la bajada de las reses, en Pamplona y en tantos y tantos pueblos de este país que se sigue dibujando en una piel de toro.

A pesar de todo, hay certezas irrebatibles. Con o sin el silencio cómplice de algunos medios generalistas –mejor no hablar del nauseabundo tratamiento de EiTB- el coso pamplonés ha vuelto a llenarse sin fisuras durante una intensa semana de jarana y toros sin importarle los sueños abolicionistas del tal Asirón, alcalde abertzale de la vieja Iruña que imagina unos absurdos sanfermines sin rastro de toros.

El verano peligroso

A la Feria del Toro –invento feliz del célebre taurino sevillano Miguel Criado El Potra- tampoco ha faltado un tremendo percance: es el que sufrió Rafaelillo con los toros de Escolar en la sabatina. Recordó la impresionante y gravísima paliza, con un toro de Miura, que recibió el propio murciano en ese mismo ruedo hace ya seis años, marcando su alma y su propia trayectoria taurina. Al veterano diestro, muy castigado por los toros, le vuelve a aguardar una larga y dolorosa recuperación. Son ocho costillas rotas y demasiadas batallas en la talega…

Podríamos mencionar también la tremenda voltereta que dejó inerte a Mariscal Ruiz en Madrid pero el percance más grave de la jornada del sábado se iba a sufrir el jovencísimo novillero Sergio Rollón en un ruedo menor, el de Valdetorres del Jarama, en la final a tres del Circuito de Novilladas de Madrid. La cornada, de caballo, arrancó los vasos del temido triángulo de Scarpa. Rollón se moría. Literalmente. Pudo ser estabilizado en la UVI móvil por el equipo médico que servía en la placita antes de ser trasladado en helicóptero hasta el madrileño Hospital de la Paz. El chaval puede contarlo. En toro se muere de verdad…

El rastro de San Fermín

Podríamos mencionar algunos hitos recordables a falta de la miurada: el toreo alado de Aguado, el heroísmo de Juan de Castilla, la oreja de Pepe Moral, los triunfos de Fortes y Adrián... pero uno de los titulares más jugosos que ha arrojado la Feria del Toro es el triunfo de Morante, subido a las olas en esta temporada de glorificación absoluta que sirve para enterrar a los peores fantasmas. El genio cigarrero abría por primera vez en su vida la Puerta del Encierro, apoyado en ese estado de gracia que gozan los toreros de vez en vez rozando la infalibilidad.

Seguramente no fueron las actuaciones más rotundas del diestro de La Puebla en este año triunfal pero el estado de comunión y felicidad compartida que provoca allana cualquier matiz. Siguiendo la costumbre instaurada, Morante iba a volver a saludar a la muchedumbre desde un alto ventanal del clásico hotel La Perla. El día antes se había dejado ver de riguroso blanco y con el pañuelico al cuello en un balcón de Estafeta. Prometió quedarse hasta el Pobre de mí. Aún tiene partitura para seguir escribiendo su concierto en este año de primores.

De Pamplona a Sevilla, pasando por Madrid.

Y ya que hablamos de Morante también ha sido noticia, a falta de confirmación oficial, su pretensión de hacer un insólito doblete en Madrid el próximo 12 de octubre. En la jornada matinal se sumaría al cartel del festival que él mismo ha alentado para sufragar un monumento a Antoñete en la explanada de la plaza de Las Ventas. Por la tarde sería el máximo atractivo de la Corrida de la Hispanidad.

El vis del diestro de La Puebla tiene sus efectos colaterales. De un lado podría obligar a mudar de fecha el proyectado festival a beneficio de las obras sociales y asistenciales de la Hermandad de San Bernardo y otra corporación penitencial que no tardará en ser desvelada. En caso de contar con Morante ya se barajan otras fechas próximas aunque es la jornada del 13 de octubre, que este año es festivo, la que va ganando mayor peso en la organización.

En cualquier caso sí alejaría al genio cigarrero de ese cartel, lanzado días atrás a modo de globo sonda, que le dibujaba en la misma fecha, la del 12 de octubre, haciendo el paseíllo en el coso de Los Califas de Córdoba junto a Juan Ortega y Roca Rey.

Concluimos el repaso semanal sin movernos de Sevilla, felicitándonos por el excelente ambiente vivido el pasado jueves en el segundo festejo clasificatorio del clásico ciclo de promoción veraniego. Al interés que pusieron los chavales en la medida de sus posibilidades –era importante elevar el pobre nivel de la primera novillada- se sumó el desenfadado apoyo de sus centenares de seguidores, especialmente los que se trajeron Quintana y Bombita. Como siempre fue. Como debe ser.

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