Los primeros toreros del año, de tentadero en Rocío de la Cámara
Alternan Chacón, que torea en la feria de Ajalvir y Silvera hijo, que abre año taurino en Lucena
Hay ambiente en el tentadero de Rocío de la Cámara, en el Cortijo de la Sierra, al abrigo de la sierra de Gibalbín, relieve que da nombre a la finca.
Hay ambiente porque los aficionados se han orientado y hay unos cuantos en la tapia, esperando poder dar un muletazo en un tentadero en el que el matador de toros Octavio Chacón y el novillero Emilio Silvera, hijo del espada onubense del mismo nombre, son los invitados.
El Sevillano hace los turnos. En esta casa se busca que toreen todos los aficionados y la ganadera y Manuel Sánchez Mejías, que dirigen la vacada, le hacen el encargo. A semejante cortesía debe corresponder la debida paz y sosiego.
Desde la tapia y el palco de la cuidada plaza, la vista es bonita. Los aficionados solo tienen ojos, expectantes, para ver si viene algún coche más por la avenida de pinos que conduce al tentadero. El Cuervo se derrama en el horizonte de un día gris, el arroyo Pellejero, tras los corrales, serpea entre un zócalo verde hacía la laguna de los Tollos, que subraya de azul verdoso el blanco caserío.
Los aficionados no están para imaginar acuarelas y los toreros calientan. Hay cuatro vacas lustrosas. Chacón torea en la primera feria del año, el próximo fin de semana en Ajalvir. Emilio Silvera debuta con caballos esta tarde en Lucena del Puerto, en el primer festejo del año. Su padre no es el único matador pendiente de la faena: también están El Pío y El Estudiante, infatigable buscador de embestidas.
Las encuentran Chacón y el joven Silvera. La vacada de Rocío de la Cámara -el segundo hierro es Cortijo de la Sierra- fue en tiempo sangre Núñez y hoy es veragüeña, sangre Osborne: negras, ensabanadas, coloradas... Las vacas pastan en Chiclana, en la "Dehesa Boyal".
El tentadero es un éxito, siempre lo son, los ganaderos hacen su trabajo y los toreros torean. Y muy bien, Octavio Chacón es un torero con mucho oficio y Silvera muestra su valía. Los tapias también pegan sus muletazos, pidiendo la venia al palquillo, como personas de diplomacia.
Muy cerca, echados, rumian toros como para Madrid, serios y de varia capa. La finca linda con la autopista y algún avión desciende hacia Jerez rompiendo la paz de la húmeda tarde.
A un utrero de una buena novillada de esta casa le dieron la vuelta al ruedo en El Puerto en 2014. Merecen volver estos osbornes a la Plaza Real.
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