ESPECIAL MATADORES (I)
Borja Jiménez: llegar y mantenerse
EL REPASO
La Virgen del Pilar y la onomástica de san Lucas tienen la llave del candado de la temporada. La agenda aún anuncia algún festejo intrascendente pero la campaña, con su colección de miedos, esperanzas, triunfos, fracasos y hasta cornadas ya está cumplida. Llega el tiempo de hacer balances, de contar los caudales y tentarse la ropa, de echar cuenta con esos apoderados que son despedidos con tantos buenos deseos como las telarañas que se acumulan en la bolsa… Empieza el largo invierno taurino que los más aventajados entretendrán en las amables citas americanas aunque las Indias hace tiempo que dejaron de ser El Dorado.
Si hablamos en clave hispalense el cierre se enhebró al buen toreo que se pudo contemplar en el festival organizado a beneficio de la Hermandad de los Gitanos y la asociación Nuevo Futuro. Pero la cita adquiría otra dimensión; un argumento renovado al erigirse en un homenaje taurino a Curro Romero. La última vez que había pisado la plaza ataviado de luces –un deslumbrante terno azul y oro- fue el 2 de mayo de 2000, el mismo día que Finito cinceló su mayor triunfo en Sevilla. 24 años después, posiblemente, podría haberse asomado por última vez al mismo ruedo. Lo hizo vestido de paisano, sentado en el palquillo del Aero en el que recibió todos y cada uno de los brindis de los matadores sin necesidad de forzar la escena. Ése iba a ser el mejor homenaje: el mejor saber y hacer del sexteto de toreros en un entretenido festejo –con un cartel muy bien tejido por Espartaco- en el que sobresalió el arte, la ciencia y hasta el toreo posmoderno de Daniel Luque, apabullante, científico y magistral con el torete de Zacarías Moreno que se trajo hasta Sevilla.
A partir echen ustedes cuentas –pongan en una balanza la estadística y en otra el poso del toreo- para empezar a esbozar ese cartel, el del Domingo de Resurrección, que la empresa Pagés dice tejer escuchando la calle. Y en la calle se habla más de toreo que de números; de recuerdos que de esas puertas principescas que encantan a los noveleros y se han convertido en parte de una fiesta adaptada a los nuevos tiempos, a los nuevos públicos… Sólo sirven para enredos y componendas de taurinos. Ya volveremos a hablar de ello…
Toca volver al asunto, al final de esta temporada que ya arroja sus primeros balances. Roca Rey se sitúa como líder estadístico de la campaña con 70 paseíllos cumplidos que también delatan que el número de festejos taurinos continúa en fase de ascenso, acercándose a las cifras que se manejaban hace una década. Talavante, con plaza de funcionario en el circuito de las ferias, ha sido el segundo en liza sumando 68 contratos. El extremeño deja hasta 16 corridas de distancia con Daniel Luque y Castella –otro matador de la función pública amparado por los fontaneros del sistema- que empatan a 52 bolos por coleta.
En el apartado novilleril –ha sido un gran año para el escalafón menor- se lleva la palma Marco Pérez, cada vez más desprendido de su aura infantil, que ha cumplido 39 compromisos seguido de Javier Zulueta, que ha toreado 36 novilladas reforzándose como la gran esperanza hispalense. Los números, a pesar de su frialdad, cantan el remonte de la fiesta a pesar de la presión antitaurina y la indisimulada hostilidad de un gobierno que usa y abusa de las cortinas de humo –el toro es un chivo expiatorio perfecto- para tapar unas vías de agua que empiezan a ser ingobernables. No pierdan de vista el dato.
Con el fin de la campaña también comienzan los movimientos de los despachos. En otro tiempo había un intenso trasiego que entretenía el noticiero de estos meses de sequía taurina. Pero la figura del apoderado, en realidad, está en recesión. Los grandes bloques empresariales prácticamente han fulminado ese rol, apisonado por los más poderosos que mantienen una política de trincheras sin que las líneas de frente se modifiquen un solo metro. El que se mueve no sale en la foto.
La ruptura más sonada, la única relevante hasta ahora en la primera línea de combate, es la de Daniel Luque. Ya ha dejado a Juan Bautista y parece haber escogido a la casa Lozano a la que hay que alabar el gusto en un momento en el que otras firmas se dedican a pasear por las ferias a toreros amortizados con afán comisionista y vocación cortoplacista. Luque es un torero en sazón, seguramente el de mayor y mejor nivel técnico y artístico del actual panorama. Subir su cotización, olvidar sus facturas personales, reforzar su discreto tirón taquillero, blindar su presencia en las grandes citas son algunos de los retos que se le presenta a la histórica casa de La Sagra toledana. La resolución del veto indisimulado de Roca Rey –que ya ha agotado su mecha- permanece en el debe. En otro tiempo, con otro talento, podría haber sido un poderoso atractivo para añadir sal y pimienta a la guerra de la temporada. Ese momento ya habría pasado. Habría hecho falta talento…
En estos días también se ha hablado del expediente sancionador abierto contra Morante y Manzanares por la sonada espantada del pasado 28 de agosto en la plaza de Linares. El asunto está en fase de alegaciones pero le pueden caer 12.000 euros del ala a cada uno por aquella tocata y fuga a la que no se pueden poner demasiados paños calientes. Pero aquella fecha también iba a marcar el ocaso de la propia campaña del diestro de La Puebla, rendido ante la evidencia de su enfermedad mental. El año empezó como empezó; en junio llegó el receso, prolongado hasta la feria de Santiago de Santander. En Palencia, tres días después del número de Linares, tuvo que decir basta. A partir de ahí llega la incógnita: en su vida personal y en su proyección taurina. Nadie puede atisbar qué pasará en 2025.
Pero el año taurino que ya pide la cuenta se ha visto sacudido por la debacle de One Toro, que dejó sin emitir la Feria de San Miguel y la de Otoño de Madrid encendiendo la alarma de los aficionados. La secuencia de los hechos ha sido narrada hasta la extenuación pero cabe recordar que las negociaciones se rompieron, precisamente, con los mismos empresarios que alentaron la creación de esta nueva plataforma partiendo de la nada y sin preguntar demasiado. Posiblemente no habían medido demasiado los riesgos colaterales, que dicen los militares en el fragor del combate.
Mientras tanto, el equipo que comanda el empresario sevillano Matías de la Puerta continúa su ronda de contactos con los habitantes de este mundillo invertebrado que toma los cabos de la cuerda en direcciones opuestas. En un recentísimo comunicado seguían apostando “por lograr un punto de encuentro con todos los actores del sector taurino” para “exponer la situación actual, abordar la problemática existente y, sobre todo, buscar soluciones de futuro basadas en el nuevo modelo sostenible”.
El mismo comunicado refiere contactos con los pesos pesados –Rafael García Garrido y Ramón Valencia- además de Alberto García, José María Garzón, las huestes de Bailleres y hasta la Casa de Misericordia de Pamplona. Se ha hablado de cifras, de la cortedad del pastel, de las nuevas vías de reparto para que el invento siga vivo. No hay que olvidar que le conviene a todos. El pasado día 18 –así lo había anunciado el propio Matías en la resonante entrevista concedida a Rosario Pérez- era la cita con las grandes figuras aunque faltaron demasiadas coletas de prestigio que habrían dado verdadero sentido a un encuentro que, según señala esa nota, permanecería abierto. Se ha retransmitido una corrida en Jaén para dar imagen de continuidad pero a nadie se le escapa que la supervivencia del canal pasa por recuperar los feudos de Sevilla y Madrid. La pelota está en los tejados del coso del Baratillo y la plaza de Las Ventas. Son los que más se juegan.
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