La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
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El 1 de octubre se celebra en todo el mundo el Día Mundial del Café, una fecha que invita a rendir homenaje a una de las bebidas más consumidas y queridas del planeta. Pero el café no solo es cafeína para comenzar la jornada: es un ritual, un espacio de encuentro y, en los últimos años, una puerta a un universo de aromas, sabores y calidades que se engloban bajo el concepto de café de especialidad.
En Sevilla, cada vez son más las cafeterías que apuestan por esta filosofía. Para entenderla mejor, conversamos con Simone, barista en Coffee Up (Calle Feria), y con Andrés, dueño y barista de Parcería Café (Plaza Calderón de la Barca). Ambos coinciden en que el café es mucho más que una bebida: es un momento, una experiencia y, sobre todo, un vínculo humano.
Cuando se le pide a Simone que describa el café en tres palabras, responde sin dudar: "unión, estimulante y acogedor". Para él, lo que realmente importa es que el café se ha convertido en un espacio compartido. "Ha llegado a ser un momento, no solo algo que tomas por la mañana en tu casa, sino un momento en que tú paras un segundo desde tu trabajo para tomarte un café con tus colegas, paras en una cafetería con tus amigos para tener una charla. Ha llegado a ser un momento y ¿por qué no hacer un momento tomando algo también muy, muy bueno?", reflexiona.
Ese "momento" cobra aún más sentido cuando se habla de café de especialidad. Simone explica que la diferencia comienza desde el origen: "La diferencia la hace desde donde el café directamente viene producido, desde la base, donde tenemos un país específico, desde una región específica, desde una altitud y una finca específica". La preparación, por supuesto, también es clave: "Seguramente tienes que tener una buena máquinay un buen barista", añade entre risas.
No obstante, Simone reconoce que aún falta educación cafetera entre muchos consumidores, ya que todavía no se percibe el café con la misma diversidad que otros productos como el vino. Explica que existen numerosas tipologías, aromas y formas de preparación, con distintas leches o bebidas vegetales, que muchas personas aún desconocen. Para quienes no son expertos, añade, basta con fijarse en detalles sencillos: la crema uniforme en la superficie y el primer aroma que desprende la taza son señales claras de que se trata de un café distinto al habitual.
Para un buen café simplemente tienes que tener una buena máquina y un buen barista
En Coffee Up, su elección favorita es clara: "Aquí mi favorito y el que va más es este café de Brasil, de Santa Cecilia, que tiene un sabor expresivo robusto y con un poquito de leche, es maravilloso".
Unas calles más allá, en Parcería Café, Andrés también condensa su visión del café en tres palabras: "experiencia, vivencia y placer". Su vínculo con este grano viene de lejos, ya que nació en un país cafetero. Recuerda con frecuencia una anécdota de infancia: mientras otros niños jugaban a tirarse tierra, él y sus amigos se lanzaban cerezas de café en los cafetales. De algún modo, asegura, el café siempre formó parte de su vida y estuvo presente en su día a día desde pequeño.
Para él, el café cumple un doble rol, tanto físico como social. Por un lado, aporta el "chute" de cafeína necesario para empezar la jornada, pero más allá de lo químico, siempre ha funcionado como un espacio de reunión. Recuerda cómo, históricamente, en ciudades europeas como Viena o París del siglo XIX, las cafeterías eran el lugar donde la gente se sentaba a conversar, debatir y compartir momentos de lucidez con los amigos, una tradición que ha trascendido hasta hoy.
Al hablar del café de especialidad, Andrés destaca la importancia del cuidado en cada etapa del proceso. Señala que todo comienza con el tratamiento en origen y que la mayoría de estos cafés son orgánicos. Además, resalta la relevancia de cómo se almacena y transporta el grano, el tueste, la presentación en la mesa y, por supuesto, el conocimiento y la labor del barista, factores que influyen directamente en la calidad de la taza final. Y, además, Andrés recalca su impacto en las comunidades productoras: "El cafícultor que trabaja con café de especialidad tiene una mejor calidad de vida, o sea, gana más. Es por eso que el café es más caro".
En cuanto a mitos y errores, Andrés señala el café torrefacto como uno de los principales problemas. Explica que se trata de una técnica de tostadura en la que se añade azúcar al grano, una práctica que tenía sentido en contextos históricos concretos, pero que hoy resulta obsoleta. Advierte que, al llegar a las cafeterías de especialidad, este tipo de café choca directamente con los estándares actuales y lo considera especialmente difícil de consumir, debido a su sabor muy fuerte y desagradable.
El cafícultor que trabaja con café de especialidad tiene una mejor calidad de vida, o sea, gana más. Es por eso que el café es más caro
A la hora de distinguir un buen café, Andrés asegura que los sentidos no engañan: "Es mucho más suave, mucho más delicado, mucho más frutal, mucho más dulce. Cosas como que no le tienes que poner azúcar, porque no hace falta en realidad".
En Parcería, el café más exitoso es también el más clásico: "Innegablemente el café con leche, en todas sus variaciones, llámese cortado, llámese café con leche, llámese cappuccino, latte, como lo quieras llamar".
Tanto Simone como Andrés coinciden en que el café no es solo una sustancia estimulante, sino un espacio de encuentro y una experiencia cultural. En Sevilla, las cafeterías de especialidad están aportando un nuevo lenguaje para hablar de café, uno que combina tradición, calidad, sostenibilidad y disfrute.
En este Día Mundial del Café, entre charlas, aromas y tazas humeantes, queda claro que cada sorbo puede ser un viaje y un momento compartido.
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