OCURREN coincidencias fatales para la repercusión de cosas que pasan. Eso de que sucedan al unísono provoca eclipses dolorosos y así como aquel suceso terrible del fallecimiento de Antonio Puerta, un héroe joven caído con las botas puestas, le quitó una barbaridad de foco a la muerte de Paco Umbral, ahora se ha llevado por delante a la pobre Farrah Fawcett la conmoción que ha supuesto en el mundo el adiós de Michael Jackson. La pobre Farrah no fue la mejor actriz del mundo, claro que no, pero sí llegó a considerarse como un icono de la cultura pop a raíz de su éxito en Los ángeles de Charlie, una serie televisiva que hizo furor en el tránsito de la década de los setenta a la siguiente. Tampoco era la más guapa, pero sí espejo de gente normal y que en su hora final ha tenido la desgracia de irse el mismo día que Jackson. Y es que el rey siempre puede con todo, iconos incluidos.