LAS EMPINADAS CUESTAS

Amparo Rubiales

Mujeres por un Mundo Mejor

HE tenido la fortuna de asistir en Valencia al V Encuentro de Mujeres España-África, y vuelvo reconfortada de la capacidad demostrada por tantas y tan diferentes mujeres. Había dos presidentas de gobierno, de dos países que son la cara y la cruz: una europea y desarrollada, Finlandia, y la otra, africana, en vías de desarrollo, Liberia, pero ellas eran igualmente poderosas, con un lenguaje común, aunque con los problemas concretos muy diferentes; una reivindica mayor representación de las mujeres en política, en la dirección de las empresas y en la vida; la otra busca la alfabetización de las niñas y la protección contra la violencia sexual, pero para ambas el valor de las mujeres resulta evidente por su sensibilidad y fortaleza al haberse ocupado, históricamente, del cuidado doméstico y del trabajo externo, y de seguir haciéndolo hoy. Se respiraba seguridad y confianza, sí, confianza en esta mitad de la humanidad que somos las mujeres, porque ya es indiscutible que la globalización ha hecho que los problemas, y también las soluciones, tengan que ser globales y de la crisis económica que estamos viviendo no se saldrá si no se aprovecha el conocimiento y la capacidad de las mujeres. La igualdad no es sólo justa, sino también necesaria.

Valencia ha sido estos días, como dijo Carmen Alborch, la ciudad de las mujeres, porque además se celebró el día anterior la reunión de ministras y ministros responsables de Igualdad de los 27 países de la UE, y la presidencia española ha logrado que la igualdad sea la protagonista de Europa, gracias a una mujer, Bibiana Aído, ministra de Igualdad del Gobierno de España, joven y andaluza, objeto aquí de muy duros ataques, personales y políticos, falsos e interesados. Sin embargo, ella ha seguido haciendo su trabajo, demostrando una fortaleza digna de elogios tan unánimes como los que, por ejemplo, le ha dedicado la presidenta de Finlandia, que felicitó a España por situar la lucha por la igualdad y contra la violencia machista como una prioridad en su presidencia de la UE.

Nuestra ministra de Igualdad consiguió una foto de todas y todos sus colegas con "la tarjeta roja europea contra el maltrato", en reconocimiento a ese esfuerzo por situar la lucha contra la violencia de género en primera línea. Han expresado su apoyo por haber logrado que la igualdad esté en el eje de la acción política. Su firmeza ha sido reconocida en su difícil trabajo y ha demostrado lo que es, una gran mujer, feminista y socialista, con la que voy a compartir un trocito en la dirección política del PSOE de Andalucía. Merece la pena.

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