Moreno tendrá que sudar esta vez la camiseta
Con María Jesús Montero y Antonio Maíllo a la izquierda y Vox a la derecha, las elecciones andaluzas de 2026 serán más competidas que las de Extremadura
El desafío de la ministra Montero
Cualquiera no es rey mago de Sevilla, la corona que otorga el Ateneo que vio nacer a la Generación del 27 conlleva el reconocimiento de una ciudad que mira con un celo especial el reparto de sus títulos domésticos. Juanma Moreno (Barcelona, 1970) será el Baltasar de la cabalgata de Reyes del próximo 5 de enero. Pareciera con ello que el presidente de la Junta ha alcanzado su cénit político, como si fuera un dirigente indiscutido y blindado ante las críticas, una medalla definitiva en forma de turbante.
Sin embargo, quien también es el líder del PP de Andalucía se someterá el próximo año, entre marzo y junio, a unas elecciones que pueden llevarle a una legislatura más parecida a la de su bautismo, cuando debió gobernar con Ciudadanos y pactar con Vox, que a esta última en la que ha gozado de una gran mayoría absoluta y una popularidad que, en los últimos meses, ha venido cayendo.
Si Extremadura se parece en algo a Andalucía es que al PP le costó muchos sudores entrar en las zonas rurales, justo lo contrario que al partido que se sitúa a su derecha: Vox. En las elecciones andaluzas de diciembre 2018, el partido de Santiago Abascal consiguió por primera vez entrar en un Parlamento autonómico. Ahora, en Extremadura Vox ha duplicado sus votos y se ha convertido en un actor decisivo para el próximo Gobierno de la popular María Guardiola. ¿Ocurrirá eso en Andalucía en 2026? Los sondeos indican que es posible, que el crecimiento de Vox sea tan alto que Moreno obtenga menos de 55 escaños, aunque a esto se añade una diferencia con los vecinos extremeños. Por muy mal situado que esté el PSOE en las encuestas, María Jesús Montero, la ministra de Hacienda y candidata socialista, no es Miguel Ángel Gallardo, el candidato pacense imputado que no le gustaba ni a Pedro Sánchez.
Cambio de candidato
"Si hubiéramos dejado a Juan Espadas como candidato, le estaríamos diciendo a nuestro electorado que nos daba lo mismo las elecciones, María Jesús es la mayor apuesta que podemos hacer", explica un viejo dirigente socialista, consciente del mal momento que atraviesa su partido. Montero no es Gallardo, como tampoco lo es la ministra Pilar Alegría, que será la próxima en pasar por las urnas (en febrero en Aragón), ni Carlos Martínez, que es el candidato en Castilla y León y a quien algunos sondeos internos le dan una victoria en votos sobre el presidente Alfonso Fernández Mañueco. Lo que sostienen en el PSOE es que, en cada una de estas elecciones del ciclo de 2026 -las última serán las andaluzas-, sus candidatos mejorarán posiciones de modo sucesivo.
Buena parte de la estrategia electoral de Juanma Moreno reside en asentar la idea de que María Jesús Montero no tiene ninguna posibilidad en estas elecciones, con ello conseguiría desmovilizar del todo al electorado progresista que no le votará a él. Si ese marco cala, y de hecho lo está haciendo, Juanma Moreno se podría ocupar el centro político, que es su campo, con algún guiño al extremo para intentar frenar a Vox. Aunque la sociedad andaluza se ha derechizado, el grueso del electorado lo componen personas que se definen como moderados, tanto de centro, como de centro derecha y centro izquierda. Ese electorado tranquilo supone el 55% del espectro político andaluz según el Centra, el centro de estudios de la Consejería de Presidencia.
El éxito del actual presidente de la Junta reside en este factor. Su estrenado Manual de convivencia no es otra cosa que un mensaje al espectro tranquilo de la sociedad andaluza que no desea el extremismo de Vox ni la estrategia del muro de Pedro Sánchez. Por eso, la campaña de Moreno va a tener un tono muy nacional, con independencia de si coincide con las generales. Más que María Jesús Montero, el candidato popular hablará de Sánchez. La carrera electoral se completa con otro candidato que tampoco es un cualquiera, Antonio Maíllo, líder de IU y cabeza de cartel de Por Andalucía.
El Gobierno andaluz tiene un listado de obras que Moreno quiere inaugurar antes de las elecciones. La legislatura está acabada en buena medida, se aprobaron los Presupuestos hace una semana y sólo quedan unos proyectos de ley que al presidente le gustaría culminar pronto. Por eso, el Parlamento se activará a mediados de enero, no dejará pasar todo el mes con vacaciones como es lo habitual.
Las elecciones pueden agendarse a partir del domingo 15 de marzo, aunque para ello debería cerra el Parlamento en la segunda semana de enero, casi al principio del regreso de los diputados. El 22 de marzo también es una buena fecha, pero a partir de ahí tiene que sortear los días de Semana Santa y de grandes ferias. Los domingos de junio están libres, pero eso supondría que el nuevo Gobierno, como en esta legislatura, tendría que nombrarse a principios de agosto. Si además no hubiera mayoría absoluta en la Cámara, el Parlamento sería escenario de complicadas negociaciones en pleno verano. Todo esto son factores que Moreno va a tener en cuenta.
Juanma Moreno ya gobernó con Vox en su primera legislatura, aunque aquel pacto se negoció en Madrid entre quien fuese el número dos del PP de entonces, Teodoro García Egea, y el segundo de Abascal, Javier Ortega Smith, recientemente defenestrado de la dirección de la calle Bambú. Desde entonces, Vox ha madurado bastante, aunque su estrategia de pactos con el PP no está definida del todo. Cuando lleguen las elecciones andaluzas, y antes se habrán celebrado las de Aragón y Castilla y León, el partido de Abascal habrá tenido que concretar cuál es su horizonte final en los gobiernos regionales.
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