Australia Open Dia 14 (Final): Djokovic recupera lo que le arrebataron en su revancha con Australia

Tenis | Australia Open

El serbio consigue su 22º Grand Slam tras superar a un Tsitsipas combativo pero sin colmillo en los momentos claves: 6-3, 7-6 (4) y 7-6 (5)

Nole alcanza a Nadal en majors y supera a Alcaraz para ser el nuevo nº1

Día 1/ Día 2/ Día 3/ Día 4/ Día 5/ Día 6/ Día 7/ Día 8/ Día 9/ Día 11// Día 12

Djokovic levanta los brazos tras conseguir el Australia Open 2023.
Djokovic levanta los brazos tras conseguir el Australia Open 2023. / Efe
Manuel Reina

29 de enero 2023 - 13:20

Novak Djokovic, que volvía en este 2023 a Australia después de que se lo prohibieran en 2022, accedió al Olimpo del tenis, ante un griego como Stefanos Tsitsipas precisamente, tras conseguir su 22º Grand Slam que lo iguala con Rafa Nadal en lo más alto. Y todo indica que no será el último. La superioridad que ha mostrado el serbio, siempre cuestionado, siempre subestimado en cierta parte, ha sido abismal. Incluso ante un Tsitsipas espectacular, que no le perdió la cara en ningún momento al partido, ni con 5-0 en el tie break del tercer set, pero que a la hora de la verdad, se achicó ante Nole como si de un ente superior se tratara.

Y en cierto modo, el griego tiene razón. Porque el big three (Rafa Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer) son de otra dimensión. Van más allá de simples jugadores de tenis, porque su fortaleza mental, su superioridad y la imposición de respeto que inspiran en el resto del circuito ha sido, es y será eterna.

Lloró Djokovic, como si de un niño pequeño se tratara, tumbado en su box y con las manos en la cara. Era su 22º major, pero dudo que se acordará en esos momentos de que igualaba a Nadal. Recordaría un año atrás, cuando fue casi un delincuente en tierras australianas por el delito de no haberse vacunado frente al COVID-19. Es un debate superado, quizás no para Nole, que se tomó su particular revancha en Melbourne. Esa ciudad, y esa pista, la Rod Laver Arena, que ha visto durante las últimas dos décadas, que ese expatriado que fue hace un año, ha desplegado su mejor tenis y ha escrito su leyenda en sus tierras.

Llanto desconsolado del nuevo nº1 del mundo, como nunca antes lo habíamos visto, tras abrazarse con su hermano Djordje, su madre Dijana y su entrenador Goran Ivanišević, seguramente sus mayores apoyos en los peores momentos del 2022 para Nole, que demostró que si fuerte es su tenis, más fuertes aún son sus convicciones.

El complejo de Tsitsipas

Hoy es un día menos para que Stefanos Tsitsipas se proclame campeón de un Grand Slam. Es evidente e innegable su nivel de tenis, confirmándose cada semana como la mejor raqueta de la llamada next generation en este deporte. Pero en esta final, al igual que en Roland Garros 2021, evidencia que ni siquiera el mejor de los terrenales puede igualarse a Djokovic. Es imposible, al menos de momento.

Porque ni en el peor momento de Nole, que se cubría el revés, quizás el mejor golpe de la historia del tenis, que le fallaba y le hacía gritar desesperado a su banquillo, ni siquiera ahí pudo pasar por encima del serbio. Complejo de inferioridad, complejo de alguien que mira al frente y se encuentra a una auténtica roca. Porque aún desesperado, aún gritando en un indescifrable serbio a su banquillo, sabe que por dentro está entero, está fuerte y va a pasar por encima tuya.

Sobrevivió el griego durante las 2 horas y 56 minutos de partido. Porque plantó cara, y es la contradicción de luchar pese a la certeza de verte derrotado desde el primer peloteo. Bola de set en el segundo y break arriba en el tercero, los momentos de más esperanzas para el que no conozca del todo al serbio y para una vergonzosa grada de la Rod Laver Arena. ¿Dónde quedó el respeto a los tenistas? Hasta que no se pare un partido por gritos en medio del punto, por aficionados cantando mientras saca un tenista o por celebrar dobles faltas y primeros saques; o se toman medidas pronto o esto solo va a ir en aumento.

Y otra vez, nº1

6-3, 7-6 (4) y 7-6 (5) marcó el marcador de la Central del Melbourne Park cuando Djokovic se sabía vencedor por décima vez, en diez finales, en Australia. Y también nº1. Porque es contradictorio que el mejor tenista del circuito, a distancia sideral del segundo, no esté en lo más alto. Recuperó lo que es suyo, más que nos pese a todos los españoles que adulamos a Rafael Nadal, el mejor deportista español de la historia y uno de los dos (junto al ya retirado Roger Federer) capaces de haber mirado a Djokovic, y Nole a ellos, de igual a igual.

Se lo arrebata a Carlos Alcaraz, el prodigio del tenis, la mayor irrupción desde la del big three y la mayor ilusión de los románticos de este deporte. Porque el tenis va más allá de lo ocurrido en un peloteo, donde el carisma juega un factor clave y la fortaleza mental, moral y física es la que te hace trascender de este deporte.

Nole se hace eterno, más aún, recupera lo que le habían quitado en un país que lo ninguneó y certifica que para tumbarlo no existe formula alguna, al menos de momento, más allá de las leyendas que han escrito la historia de un deporte que es más grande gracias a ellos, y hoy en particular, gracias a Novak Djokovic.

stats