El Betis y Emana colisionan
Mel pretende una solución individual para un problema colectivo y el camerunés lo desautoriza con su juego · Más que a 12 de febrero, el equipo vive hoy a 12 de agosto
Ya no se puede discutir si hay crisis o no. Nada más ver el rostro de algún futbolista del Betis en el minuto 1 pudo colegirse que el equipo está bajo mínimos. La alegría ha tornado a nerviosismo y el equipo lleva tiempo dando síntomas de estar muerto. El partido que despachó frente a un Elche que arribó a Heliópolis en tenguerengue no hizo sino confirmar la patología.
En el Betis, principalmente, se atisban dos problemas, uno de rancio calado y otro coyuntural. El primero atiende por el crítico momento físico que atraviesa el equipo merced a aquellos polvos coperos que se han transformado en un lodo que hoy parece guano por el mal olor que desprende. Ojalá el plomo que se ha adobado al juego del Betis sea fruto de la programada serie de dobles entrenamientos, ya que sería señal de que el equipo va a llegar en perfecta forma al tramo final, incluso si se viese sorprendido por un play off que hoy da la impresión de ser su destino final. En caso contrario, la cuestión vira a preocupante. El Betis, a 12 de febrero, ofrece sensaciones más propias de un 12 de agosto, justo antes de que dé comienzo el ajuste fino para competir.
El equipo carece de chispa, ha perdido también la velocidad y acaba los partidos sin someter a los rivales pese a ir perdiendo. Ni aunque, como en el caso del Elche, éste se quede con diez futbolista en la misma jugada en la que un penalti a favor debió darle alas. Pero este Betis no se anima con nada. Y, por contra, se deprime por todo.
Aunque quizá la clave, ayer, radicó en que estando tan derrengado requiere una solución colectiva y pretendió zanjarlo Mel con la aportación individual de Emana. Pero el camerunés, un buen futbolista, ni es una deidad ni tenía motor, tras encandenar dos lesiones de tobillo consecutivas, para reaparecer como titular, con el brazalete y ofreciendo al mundo y, lo que es peor, a sus compañeros la sensación de que todo había quedado atrás. En absoluto. Se estrelló. La que hubiese sido una baza quizá ganadora en una mesa atiborrada de cartas y fichas significó perder la mano por temprana y mal esgrimida.
Defensa
Los fallos individuales se tradujeron en goles. Miki Roqué y Goitia se retrataron a pares en los cuatro tantos ilicitanos. La presión por delante de ellos fue nula y, amén de los contraataques, también motivo que el Elche tuviese el balón más de la cuenta y que Palanca jugase entre líneas, por detrás de Iriney.
Ataque
Una inoportuna fiebre de Juanma motivó que Mel desechase jugar con un extremo en la banda derecha. Esa asimetría, otrora, le dio resultados, pero era cuando Salva Sevilla no ignoraba claramente su escorada posición e Iriney permitía con sus coberturas el ataque del lateral. En la banda izquierda, Nacho-Ezequiel se antojaba como mejor pareja que la elegida.
Virtudes
Físicamente no puede empeorar.
Talón de aquiles
El equipo perdió virtudes ganadas con denuedo y que eran un potosí. Y eso afecta ya a la psique.
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