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La batería al 1%

El parón, pura vida tras jugar 24 partidos desde el 30 de diciembre. Los tres frentes siguen abiertos, pero penden de un hilo por la mala planificación.

La batería al 1%
Juan Antonio Solís

22 de marzo 2016 - 05:02

El descanso del guerrero. Es lo que hoy disfruta el Sevilla después de haber atravesado un durísimo tramo del calendario, de una saturación extrema por el hecho de salvar obstáculo tras obstáculo en las eliminatorias de Copa y Liga Europa. Todas las cruzó con éxito. Por eso sólo un equipo, el Valencia, ha llegado, como los sevillistas, a ese imponente registro de 24 partidos en 12 semanas, las que median desde el regreso de las vacaciones navideñas hasta el parón actual. Un matiz hace que la balanza se desnivele a favor de la tropa de Emery al cotejarla con la valencianista: la primera ha dejado atrás esa cordillera de ochomiles con una final de Copa bajo un brazo y los cuartos de la Liga Europa bajo el otro. Los levantinos han sido apeados de ambos frentes.

A pesar del regusto amargo que dejó la goleada en el Bernabéu, el Sevilla se toma este oportunísimo paréntesis con la satisfacción de mantener todas sus expectativas a salvo: luchará con Villarreal, sobre todo, Athletic y hasta Celta por acabar cuarto, pugnará también con los leones por acceder a la semifinal de su torneo favorito y, como postre de lujo, se citará con el Barça el 22 de mayo en el Vicente Calderón. Ahí es nada.

Pero flota en el ambiente que los resultados cosechados en este 2016, notables -el sobresaliente se esfumó en su incompetencia como visitante-, vuelan por encima de una errática planificación deportiva y que por ello penden de un hilo. Dicho en román paladino: si Gameiro se rompe para tres semanas, se puede venir abajo todo el andamiaje en las fechas definitivas, ya que los recambios en vanguardia o ya no están (Immobile) o figuran en un papel mucho más secundario del previsto por su nivel, como es el caso de Llorente. Es el mayor error de planificación de esta campaña, pues la dependencia del francés es alarmante.

La primera mala noticia que acarreó el fragor de enero sobrevino pocos días después de un buen empate en el Calderón, último partido que jugó Krychowiak antes de su fortísimo esguince de rodilla. El equipo ha solventado con nota su ausencia, por 48 días. El problema es que el polaco jugara, hasta su lesión a finales de enero, 20 de las 21 primeras jornadas de Liga -fue baja ante el Espanyol por cumplir ciclo de tarjetas, no por rotación-, además de los seis partidos de Champions y la Supercopa de Europa. Sólo en la Copa rotó: disputó dos de los seis partidos. En la ausencia de un segundo pivote defensivo, de características similares al polaco, está la raíz de su exprimido calendario hasta su lesión traumática. Luego entre Cristóforo y N'Zonzi, jugadores de perfil distinto al del polaco, han solventado la papeleta... aunque también acabaron acusando la acumulación de esfuerzos.

En los extremos ha pasado algo similar al puesto de pivote. Konoplyanka, Kakuta y Reyes no entraron en la dinámica de alternarse con Vitolo y Krohn-Dehli, que al final han soportado el grueso de partidos. El canario sufrió una rotura en el bíceps femoral en Basilea. Estaba ya renqueante y amenazaba con romperse. Hasta que hizo crac. Hasta entonces, había jugado 26 de 28 jornadas de Liga, cinco de los seis partidos de Champions, cinco de los ocho de Copa y uno de los dos ante el Molde. Las intermitencias de Konoplyanka y Reyes, más la ausencia casi absoluta de Kakuta, han dificultado que el fino extremo canario descansara más.

El otro sostén del equipo en los extremos ha sido Krohn-Dehli, que ha jugado 42 de los 49 partidos oficiales que lleva el Sevilla en la temporada. Sólo se ha perdido cinco de Liga y dos de Copa.Vitolo, por su parte, lleva 39 partidos.

Vitolo acumula 2.983 minutos y Krohn-Dehli, 2.626. En cambio, Konoplynka baja a los 2.011 y Reyes a los 1.690. Kakuta jugó apenas 275.

La marcha del francés al fútbol chino dejó un vacío en el puesto de extremo que el Sevilla ha parcheado con la vuelta de un jugador al que Unai Emery abrió la puerta de salida el pasado verano, Diogo Figueiras. Si el luso está de vuelta, es más por los problemas del Sevilla para cobrar del Genoa, el club al que fue cedido, que por el deseo de repescarlo. Figueiras salió titular en Getafe y en el Bernabéu, y en ambos casos fue relevado en el intermedio tras un rendimiento pobre.

Otro punto para el debate en la planificación aflora en el segundo y último refuerzo invernal. La vuelta de Fazio conllevaba un riesgo limitado, sabido el nivel que había mostrado en su última temporada de blanco. El riesgo radicaba más en su estado de forma. Y, efectivamente, el gigante no ha exhibido un tono competitivo acorde con el nivel que exige el Sevilla actual y, tras sus dos decepcionantes actuaciones en Vigo y Vallecas, ha dejado de jugar, aunque el domingo se sentó en el banquillo del Bernabeú. La oportunidad de dar un impulso a la plantilla en invierno y repartir más los esfuerzos se va por el sumidero.

Visto lo visto, el parón de dos semanas le vendrá de perlas al Sevilla y a Emery, que tenía la batería casi consumida por esa acumulación de partidos... y menos reparto de esfuerzos del aconsejable por una planificación irregular.

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