Una carta, la última meta para Luis Alberto Marco
Atletismo
El sevillano puso punto final con un emotivo escrito a su exitosa carrera deportiva, lastrado en su última etapa por problemas crónicos de lesiones
Siempre es difícil despedirse. Sobre todo cuando toca decir adiós a una parte de tu vida y toca hacerlo de la manera que uno nunca imaginó. Le ha llegado el momento a Luis Alberto Marco (20 de agosto de 1986, Dos Hermanas), dominador con puño, o zancada, de hierro, del 800 en España durante años, que puso el domingo el punto final a una carta que empezó hace meses y que no se atrevía a acabar. Pero debía cerrar el círculo, un recorrido que empezó hace más de 30 años en el atletismo y que le ha marcado su vida.
Unos días después de que difundiese su retirada por las redes sociales sigue "abrumado por la multitud de mensajes de cariño". "Me hubiese gustado despedirme compitiendo y que yo pudiese decidir el momento. Pero las lesiones lo han impedido. Empecé a escribir el texto hace meses, viendo que ya no había remedio. Lo fui postergando hasta que me decidí a acabar una de esas tareas abiertas que hay cerrar", afirma el sevillano, que había "asimilado ya" el adiós. "Por eso escribo la carta, por cerrar esa etapa, pero en el momento de publicarla sí que me vinieron recuerdos y me emocioné. Dejo algo que era mi vida y ha sido determinante en mi desarrollo. Ya no había vuelta atrás ni más oportunidades. Ver tantas interacciones me emociona”, destaca.
DESPEDIDA
"La carta llevaba escrita hace tiempo y por eso la publiqué; necesitaba cerrar esta etapa, pero fue duro"
CARRERA
"Estoy orgulloso de mis resultados, pero sin duda me quedo con cómo ha influido el atletismo en mi vida"
No era su intención ser el centro de atención. Incluso cuando se colgó la plata en el Europeo indoor de Turín (2009) casi hablaba con timidez. Lo suyo fue siempre el trabajo en la sombra. Sin levantar la voz más allá que para señalar con fuerza a los tramposos que tiraban del dopaje. Lo suyo era hablar en la pista. Correr contra todos los obstáculos sin olvidar sus estudios en la Universidad Pablo de Olavide, los que ahora, al final de su carrera, le han abierto las puertas de un mundo laboral (es asesor de rendimiento físico y deportivo y profesor de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Jorge de Zaragoza) distinto que ya no se mide por marcas, medallas o estados de forma con los que llegan las becas y patrocinios que al mínimo contratiempo desaparecen. "No clasificarme para Río 2016 fue, seguramente, el principio del final. Empecé la temporada 2017 con ganas, pero dependía económicamente de resultados que no llegaban por las lesiones", añade. Una dolencia "sin diagnóstico definido". "Cada vez que corro con intensidad me rompo. Todo viene de problemas en los gemelos y el sóleo. En 2016 pensé que era mala suerte, pero cuando se repetía a menudo piensas que algo pasa. Hay casos en ex deportistas parecidos en los que el tejido muscular, tras tantos años de esfuerzo, pierde propiedades y no soporta cierta carga", explica el nazareno.
Llegado el momento decisivo, toca echar la mirada atrás y recordar un atletismo que le ha dado mucho, "valores, ética profesional y hasta una familia propia", pero el sacrificio por todo ello le ha quitado muchas cosas. Ahora entiende que "la vida sigue". Los podios, muchos, como los malos momentos, son sólo recuerdos. El agridulce sabor del cuarto puesto en Birmingham con el mismo tiempo que el tercero, el toque con Marcin Lewandowski en París que lo mandó en 2011 al tartán cuando rozaba el oro. "Estaba para ganar. Jamás había estado tan bien", recuerda. Todo está grabado para que su hijo, que "está mamando atletismo por los cuatro costados desde pequeño", vea la casta de su padre, que en aquella carrera se levantó del suelo para, con la cabeza alta, cruzar la meta a sabiendas que un tropezón lo separó de la gloria.
"Es complicado elegir un momento. Muchas veces se piensa en resultados deportivos. Y estoy orgullosos de ello. Si he de elegir, me quedo con haber sido olímpico, una experiencia increíble, la medalla en Turín o ganar el Nacional en casa. Pero yendo más allá me quedo en cómo ha influido el atletismo en mi vida y las personas que he conocido, entre ellas mi mujer. Ella estaba más triste que yo cuando publiqué la carta, pero ambos sabíamos de que era lo que debía hacer. La gente olvida al deportista y uno debe quedarse con los amigos y la familia", apunta Marco, que no dejará de correr: "Seguiré corriendo a nivel popular y por eso seguiré buscando una solución al problema de las lesiones. Soy alguien muy competitivo y no me gustaría estar impedido para correr", indica el protagonista, que pasa de atleta a runner.
El apoyo a su mujer, Isabel Macías, y animar a su hijo a hacer deporte
Finalizada su etapa como deportista profesional, Luis Alberto Marco fijará ahora sus esfuerzos deportivos en el apoyo a su mujer, Isabel Macías, que, como él, trata de regresar a la élite tras dejar atrás graves lesiones y el aliento para que su hijo practique deporte. "Tras la maternidad y dos operaciones en 2018 y 2019, ella sigue entrenando para volver a lo más alto y seguro que lo logra. Es una ganadora nata", explica el sevillano sobre su mujer. La relación con el atletismo de la pareja es tal que "es difícil que nuestro hijo no haga atletismo, porque es lo que nos ha visto hacer desde pequeño, pero lo animaré a que haga cualquier deporte, porque eso te da unos valores especiales".
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