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Un gran orden táctico no basta allí

Barcelona | sevilla · informe técnico

Entre las bajas y la necesidad de refrescar al equipo para La Coruña, Jiménez improvisa un 4-3-3 que exigió al Barça a fondo · La incapacidad de Kone para ser la referencia arriba lastró el juego de ataque

Juan Antonio Solís

17 de enero 2010 - 05:02

Bajo el concluyente 4-0 final queda un meritorio partido de fútbol del Sevilla, que acudió al Camp Nou dispuesto a no lamentarse del rosario de bajas. Entre esas ausencias -¡claro que pesan!- y la necesidad de dar descanso a Romaric, Negredo o Duscher para el importante partido copero en Riazor, el verdugo salió con lo puesto pero dignísimo. Cayó porque no cabía otra, porque era imposible cambiar esa inercia ante el mejor equipo del mundo con tantas limitaciones. Pero compitió en buena lid y obligó al supercampeón a apretar a fondo hasta ese engañoso tramo final en el que los blancos acusaron el cansancio y se hundieron.

Defensa

Jiménez disponía de lo que disponía, era estrecho su margen para refrescar al equipo pensando en el partido de Copa en La Coruña, y ordenó un novedoso dibujo, un 4-3-3 con tres centrocampistas de marcado corte defensivo por delante de la zaga: Stankevicius, Marc Valiente y Lolo. Integraron la última línea Jesús Navas, Kone y José Carlos con intercambio de posiciones para negar la referencia al sistema de contención de Guardiola.

La zaga sevillista salió con arrojo, como en los partidos coperos ante el coloso azul y grana. Otra historia es que el desarrollo del partido hiciera que la línea de cuatro retrocediera más metros de los deseados. Pero no fueron tantos. Escudé y Dragutinovic trataron de salir de atrás a la menor ocasión, alejando a Ibrahimovic del área. Vale que con ello crecía el riesgo de un pase milimétrico a la espalda de la defensa por parte de Xavi o Iniesta, pero los centrales sevillistas confiaron en su velocidad tanto en la anticipación como en la reacción y en la carrera. Así fue, y Escudé y Dragutinovic mantuvieron a raya a Ibra y a Henry cuando se descolgaba hacia dentro con sus habituales diagonales.

Henry, por cierto, aprovechó su zancada ante Konko, que no se anticipó lo que debía para evitar las arrancadas de su paisano, mientras Fernando Navarro sí encimó más a Messi, que hizo más daño al final, cuando apareció por el medio con el Sevilla muy cansado.

Por delante de la defensa, Stankevicius, Marc Valiente y Lolo barrieron con oficio, que para ello tienen alma defensiva.

El planteamiento resultó atrás, pero percute tanto el Barça, insiste tanto que si no aflora un chispazo de calidad individual (como el pase de Xavi a Pedro para el 2-0), se abre la puerta a una acción fortuita, como el gol en propia puerta de Escudé.

Ataque

Salieron sólo tres jugadores de ataque, José Carlos y Jesús Navas más abiertos, y Kone como referencia arriba. O tratando de ser la referencia, pues el marfileño es un alma cándida sin la mínima agresividad para morder y buscar el gol. Su frialdad e incapacidad para ganar balones de espaldas, retenerlos y propiciar el inicio de las jugadas lastró mucho el ataque sevillista. Vale que era muy difícil la lucha en inferioridad, pero al menos podría haber retenido balones para propiciar que la defensa blanca saliera, respirara.

Contar con tres medios tan defensivos dificultó mucho el juego del ataque, que sólo se soltó en alguna triangulación rápida, al primer toque, de Navas o un Kone que desde la izquierda sí es peligroso.

Virtudes

El carácter competitivo y el orden hasta el último cuarto de hora en que las fuerzas se esfumaron.

Talón de aquiles

Un equipo sin peso específico para mantener el pulso hasta el final a todo un Barça.

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