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El regenerador de vestuarios

betis - levante · el rival

Caparrós resetea con ilusión y lecciones de competitividad una plantilla que acabó la Liga pasada entre feas insinuaciones. El ser incómodo como arte.

Joaquín Caparrós, aclamado en su presentación como entrenador del Levante, puesto en el que sustituye a Juan Ignacio Martínez.
Jesús Alba / Sevilla

31 de octubre 2013 - 05:02

Con su desaliñado aspecto y una hiperactividad que contagia, la llegada a un club que con su predecesor en el banquillo había logrado la mejor clasificación de su historia y hasta una experiencia en competición europea no era un reto fácil para Joaquín Caparrós. La sombra del listón dejado en este modesto club por Juan Ignacio Martínez no iba a ser cómoda para ningún técnico, y menos con el presupuesto que estaban dispuestos a manejar sus dirigentes (sólo cedidos y cartas de libertad), pero el espíritu y la ambición de este viejo rockero engancharon con sólo poner un pie en Valencia.

Y la verdad es que éstos son los retos con los que disfruta el utrerano. Con una plantilla para empezar de cero (se fueron Iborra, Munúa, Ballesteros, Valdo, Barkero...), después de un final de Liga muy convulso con resultados extraños e insinuaciones de todo tipo desde dentro, Caparrós, el especialista en regenerar vestuarios, dibuja una raya en el suelo y va a muerte con los que se decidan a cruzarla. Y así ha sido. Tras un 7-0 en el Camp Nou que hizo temer lo peor, el Levante ha erguido la figura y se ha mostrado como un equipo rocoso que ha ganado más que ha perdido hasta el punto de alzarse en una cómoda posición en la tabla más cercana de los puestos europeos que de la parte baja. Un comienzo que quizá se asemeja al que firmó Caparrós la pasada campaña en el Mallorca, producto de la inercia de positivismo y ganas de trabajar que siempre lleva el sevillano a sus nuevos equipos.

Sin balón

Es un equipo que busca el orden y el repliegue intensivo y que se encuentra cómodo cuando la posesión la tiene el contrario. La presencia de un centro del campo fuerte y un punta que pueda molestar todo lo posible la salida de balón del contrario son mandamientos del catecismo caparroniano. Diop hace un trabajo clave en el barrido y Xumetra impone respeto para que los balones no lleguen con facilidad a una defensa que sí puede catalogarse como la línea más floja del Levante. Sin la presencia ya de Ballesteros, la zaga sigue mostrándose lenta en los movimientos de salida, un cuarteto que sufre con balones a la espalda y que sigue teniendo a gente veterana con peso específico como David Navarro y Juanfran.

Con balón

Las salidas rápidas arriba y el fútbol directo son un argumento válido y al final efectivo frente a ciertas modas de querer imitar al Barcelona en su filosofía de juego. Caparrós ha mamado fútbol y sabe que de él nunca desaparecerán el choque, el balón dividido, el tacle, el rebote y la segunda jugada. No obstante, tiene jugadores que pueden generar fútbol tanto por las bandas como por el centro, con buen disparo (Pedro Ríos, Ivanschitz) y con regate (El Zhar).

Lo mejor

El sello Caparrós. La facilidad para hacer que el rival le coja asco a un partido y el saber competir en cada momento del choque.

Lo peor

Tampoco la propuesta es muy pulcra. Abuso del juego directo.

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