Las agencias de calificación, en el punto de mira
En EEUU se investiga a ocho bancos que podrían haber aportado información falsa a las agencias para sobrevalorar sus seguros de impago hipotecarios y en Europa se busca frenar a estas firmas casi omnipotentes.
"Yo soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin". La frase, del Apocalipsis bíblico, originalmente en referencia a Dios, por la alfa inicial y la omega final del afabeto griego, sirve para ilustrar el particular lenguaje críptico, y en ocasiones apocalíptico, que utilizan las poderosas agencias internacionales de calificación.
Estas aparentemente omnipotentes agencias están más de actualidad que nunca, después de que en Estados Unidos se haya levantado la sospecha sobre varias entidades financieras, que podrían haber aportado informaciones falsas a las agencias de calificación para lograr una sobrevaloración de sus seguros de impago hipotecarios. De acuerdo con el New York Times, el fiscal general de Nueva York Andrew Cuomo tiene en el punto de mira a los bancos de inversión Goldman Sachs, Morgan Stanley, UBS, Citigroup, Deutsche Bank, Credit Suisse, Crédit Agricole y Merril Lynch, que ahora pertenece al Bank of America.
Precisamente, los 27 jefes de Estado o gobierno europeos se han dado cuenta de la omnipotencia de esas agencias, que han sido capaces de poner en jaque a la moneda única europea, el euro, que comparten 16 socios, y que adoptará Estonia en 2011. Los principales abanderados de la cruzada en pos de un mayor control de esas agencias, como Standard and Poors o Moodys, son el presidente francés Nicolas Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel. En una misiva conjunta, pidieron la pasada semana que se refuerce la competencia en el mercado de las agencias de calificación de deuda como una de las medidas destinadas a evitar que se repitan crisis de endeudamiento como la de Grecia.
Incluso el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en su calidad de presidente de turno de la Unión Europea (UE), ha lanzado la idea de crear una gran agencia europea de calificación de riesgos, para evitar ataques feroces de los especuladores, como los que han padecido Grecia, Portugal, Irlanda o España en las últimas semanas. "La Comisión Europea debería plantearse formular propuestas para reforzar la competencia en el mercado de la calificación del crédito", aseguraron Merkel y Sarkozy en su carta dirigida al presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y de la Comisión, José Manuel Durao Barroso.
Detrás de esta postura fuerte del eje franco-alemán está la decisión de Standard and Poors de rebajar la nota de la deuda griega antes de que se conociera el plan de rescate europeo para Atenas, por valor de 110.000 millones de euros, junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ello, agregan ambos líderes, "debería invitarnos a reflexionar sobre el papel de estas entidades en la propagación de las crisis". Sarkozy y Merkel proponen concretamente "examinar los métodos de calificación de las deudas soberanas, las modalidades de comunicación y de difusión de las decisiones de cambios de calificaciones, y tener en cuenta el eventual papel de las agencias de calificación en la ampliación de las crisis, así como su impacto en la estabilidad financiera".
Estas agencias emplean un alfabeto muy particular, además de discrecionales criterios, según ambos líderes europeos, para certificar la solvencia de un país. Eso ha hecho saltar las alarmas de toda Europa, que ha visto cómo el dictamen de alguna de ellas ha puesto a temblar los mercados de medio mundo,y en especial los parquets de los 16 socios de la eurozona. Para algunos, las agencias de calificación son -ni más ni menos- que la expresión de una de las metáforas más claras del capitalismo, como un gran gigante Leviathan, el personaje todopoderoso del libro del filósofo Thomas Hobbes (1588-1679), que se traga todo lo que encuentra a su paso.
El alfabeto de las agencias podría parecer a otros un buen ejemplo del complejo sistema en el que funciona el modelo capitalista, una sopa de letras que se encuentra cada día en la mesa de los mercados, junto a algún que otro molesto cabello. Los griegos han aprendido esta amarga lección. Los duros planes de ajuste para rebajar el déficit público heleno (del 13,6 por ciento del PIB en 2009), incluyen medidas drásticas de reducción de pensiones y sueldos de los funcionarios, para ahorrar al menos 30.000 millones de euros. Y aunque todo empezó por una trampa estadística, cuando Atenas maquilló las cifras de déficit que enviaba a la oficina europea Eurostat, las agencias de calificación se cebaron con el país de inmediato, como el sabueso que no suelta a su presa en cuanto ve la oportunidad de dar una certera dentellada.
Letras, símbolos... Grecia sueña con estar en el nivel AAA, que supone la máxima seguridad de pago y riesgo de impago cero en las emisiones de deuda a largo plazo. Incluso se contentaría con un AA, que significa seguridad, aunque no muy elevada. Tampoco estaría mal la calificación A, emisiones o emisores más susceptibles a condiciones adversas, aunque con su capacidad de pago garantizada. Pero, como el peor alumno de la clase, Standard and Poors colocó la calificación de la deuda de Grecia en BB+/B desde BBB+/A-2, en el terreno de los bonos basura. España, por su parte, se llevó un susto cuando hace tres semanas la agencia rebajó levemente su nivel AA+ a AA. Pero, aunque las incertidumbres sobre la estabilidad del euro se hayan disipado, al menos por ahora, a los líderes europeos no les vendría mal llevarse consigo, en cada cumbre de la UE, un manual de instrucciones con las diferentes calificaciones, para no perderse en la traducción.
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