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Sin noticias en Tres Barrios

  • Los vecinos de La Candelaria, Los Pajaritos y Madre de Dios, uno de los epicentros de la pobreza en España, aguardan sin esperanza a los políticos para enseñarles su realidad cosmopolita y las miserias de su casco antiguo

  • En la campaña se habla casi a diario de esta realidad, pero ni hay carteles ni mítines en sus calles

Una mujer y un niño pasean por La Candelaria.

Una mujer y un niño pasean por La Candelaria. / Juan Carlos Vázquez

Un cartel impreso advierte que no se recogerá más documentación a las personas que vivan fuera de Tres Barrios-Amate. A Salvador Muñiz le cuesta colgarlo, no sabe ejercer de malo, pero no hay materialmente más sitio en el despacho de la asociación vecinal que preside para más papeles. Son ya 738 expedientes de familias necesitadas, 2.000 personas, los que está tramitando ante Cruz Roja Española para la entrega de alimentos. Sólo el año pasado repartieron 70.000 kilos y en lo que va de éste son más de 43.000.

Salvador Muñiz, presidente de la Asociación de Vecinos Tres Barrios-Amate. Salvador Muñiz, presidente de la Asociación de Vecinos Tres Barrios-Amate.

Salvador Muñiz, presidente de la Asociación de Vecinos Tres Barrios-Amate. / Juan Carlos Vázquez

Acaban de descargar un camión de leche y el trasiego no cesa en la sede vecinal. Joaquín, que colabora en ella, mira los azulejos que rotulan en la puerta el año de fundación, 1967: “Cuánto ha cambiado la cosa desde entonces”, recuerda con preocupación. Tiene 66 años, lleva 40 en el barrio y asegura que, aunque ha habido peores épocas, la cosa torció bastante hace diez años. Desde entonces han visto a muchos jóvenes hechos mistos y han conocido a tres alcaldes. El último, Juan Espadas, ha sido el primero en acercarse en esta campaña electoral por el barrio. “¿Cuándo?”, preguntan algunos vecinos al oír la cita. A ninguno le gusta dar su nombre, a otros tampoco la cara. Quizás no es miedo, les puede el desengaño y la desconfianza. Vanesa, una joven de 34 años, accede a pararse. Va a recoger a sus niños al colegio y confiesa que, si pudiera, no viviría allí, en la Candelaria, el barrio al que llegó con 18 años. “Yo no trabajo, mi marido sí, pero gana 700 euros y con eso no podemos irnos”, explica.

Los que sí se ha ido son muchos de los placeros del mercado. De sesenta puestos ya sólo quedan abiertos 18. “Tenemos una población muy envejecida y una tasa de paro que en los jóvenes supera el 70%”, explica Salvador Muñiz buscando la libreta donde tiene apuntada una ristra de peticiones para extender a los políticos que estos días se acerquen por allí. Tarde o temprano aparecerán, ya estuvo el PSOE, tiene una cita con el PP y rechazó la invitación de uno de los nuevos partidos que concurren a estas elecciones para que fuese en sus listas. “Hay quien me recuerda todavía que fui director del Parque Amate en la etapa de Alejandro Rojas Marcos, pero el PP está enterrado ya y la única política que entiendo es este barrio”.

“Aquí no hay nada, ahora estamos peor que nunca diría yo, porque hay mucha necesidad y poca ayuda”, comenta María Carmen, otras de las colaboradoras de la asociación vecinal que lamenta la falta de personal en los servicios sociales del Ayuntamiento donde hoy están dando citas para finales de año.

Un joven del barrio charla con Salvador Muñiz. Un joven del barrio charla con Salvador Muñiz.

Un joven del barrio charla con Salvador Muñiz. / Juan Carlos Vázquez

A la derecha de la sede hay una guardería pública, que realiza una gran labor social en la zona, y a la izquierda se llega a la Plaza de la Candelaria, donde está la parroquia. Es el sitio de reunión por las tardes de los más jóvenes del barrio, “los que menos futuro tienen”, lamenta un vecino que esquiva a los periodistas.

La lista de los reyes magos que Muñiz tiene preparados para los candidatos figura una biblioteca para los más jóvenes, casas de oficio y escuelas taller, fundamentales para dar una salida a una población joven y en parte inmigrante que lo reclama. También un centro cívico, del que llegaron a ver incluso los planos pero nunca se construyó; un centro de mayores, función que ahora hace la peña rociera; pequeñas obras que adecenten estos barrios “y que ninguna son faraónicas, nos basta con los juegos infantiles que han colocado en la Plaza de la Candelaria”, apuntan varias madres que pasan por la calle. Tres Barrios-Amate concentra a unas 27.000 familias “y un casco antiguo al que atender”, advierte Muñiz.

José Luis, Antonio y Paco charlan en un velador de la Plaza de la Candelaria. José Luis, Antonio y Paco charlan en un velador de la Plaza de la Candelaria.

José Luis, Antonio y Paco charlan en un velador de la Plaza de la Candelaria. / Juan Carlos Vázquez

Dos vecinos pasan por la calle Candelilla y se sorprenden al ver una cuba con ramas. “Están podando, será que ahora hay que ir a votar”, se responden. El contenedor está colocado delante de un casa con un patio florido que se asoma como un oasis entre bloques con ropa tendida y mucha suciedad, a la espalda de Madre de Dios. “Aquí hay gente muy buena, gente humilde que llegó a un barrio obrero hace 40 años o más; gente profesional, hasta toreros y futbolistas, a veces te vas adaptando al barrio, otras el barrio se adapta a ti”, comenta jocoso José Luis, militar jubilado del Tercio. El coronel, como le apodan, hace sólo una década que llegó hasta la Candelaria. Más o menos coincide con la puesta en marcha de un Plan Integral del que se ha ejecutado menos del 10% de sus medidas. “Él es Salvador, no Jesús de Nazaret”, apunta el legionario en referencia al líder vecinal. Comparte velador en el bar de la plaza con Paco, uno de los pioneros del movimiento vecinal en Tres Barrios Amate. “Sí, dicen que somos uno de los barrios más pobres de Europa, y muchos lo dicen sin conocer”, lamenta mientras recuerda cómo montó las primeras patrullas vecinales para acabar con la lacra de la heroína en las calles. “Yo llegué del Porvenir, había trabajado en la Diputación, fui ATS en Miraflores y quité mucha calaña de las calles, no fue fácil, tuve tres intentos de asesinato”, relata sereno fumando un cigarrillo.

Hace 35 años la situación era dramática, según recuerda también Antonio, el otro contertulio. Es hijo del guardia de la Campana, “es verídico”, asegura y después de muchos años de camionero ha probado con como conductor de VTC los fines de semana. “Yo me siento realmente marginado, yo pago mis impuestos como el vecino de cualquier otro barrio, pero no me dan los mismos servicios”, comenta señalando hacia un punto de la plaza. “Eso por las mañana amanece lleno de botellas rotas y de basura. Aquí nos soportamos todos muy bien, más que un problema de convivencia es un tema de educación, pero para educar hay que tener medios”, explica.

Pisos en Madre de Dios. Pisos en Madre de Dios.

Pisos en Madre de Dios. / Juan Carlos Vázquez

Militar, transportista y sanitario. El trío rompe los esquemas de quienes llegan hasta Tres Barrios-Amate pensando en un vecindario analfabeto, inmigrante y marginal. “Éste es un barrio cosmopolita, hay gente de muchos sitios, no vienen a soltar billetes, como en la Costa del Sol, pero aquí aceptamos a todos, no tenemos problemas de convivencia”, insiste José Luis. “Más que la inmigrante es el delincuente y la gente inadaptada que viene rebotada de las Tres Mil”, apuntan lamentando que los hayan condenado a vivir en un gueto.

Todos los vecinos saben cuáles son las zonas peligrosas. “Los políticos también lo saben, por eso no se acercan”, comenta Muñiz señalando al problema de la droga que castiga fundamentalmente a Los Pajaritos. Son calles por las que no se puede caminar y en las que Muñiz saluda a vecinos que sabe que hoy son aguaores, hombre de confianza de los traficantes que avisan en caso de que llegue la Policía. Tres Barrios-Amate es uno de los barrios más pobres de España en función de su renta. Pobreza no es necesariamente sinónimo de marginalidad, no en todos los casos. Pero el paro ha conducido a la droga y a la delincuencia a mucha población juvenil de Los Pajaritos y su entorno. “Yo intento estar aquí el mínimo tiempo, a mis hijos no los conocen, procuro irme a Los Bermejales con mis padres o a algún centro comercial, aunque no compre, los niños están en otro ambiente”, comenta Silvia, desempleada y madre de tres hijos que no sale a la calle si no es con su marido. Ahora estudia para sacar la Secundaria y tener alguna otra oportunidad.

Los políticos han centrado el foco en las viviendas que se están rehabilitando en Los Pajaritos. En total eran 536, se tiraron dos bloques, se ha entregado uno y otras 40 viviendas recientemente. “Esas obras tienen que seguir y se tiene que emplear a jóvenes del barrio, aquí hay muchos albañiles o gente que puede serlo”, explica un grupo de vecinos en el límite entre Los Pajaritos y la Candelaria.

Teresa, vecina de la calle Perdiz. Teresa, vecina de la calle Perdiz.

Teresa, vecina de la calle Perdiz. / Juan Carlos Vázquez

La suciedad se amontona en la valla del colegio y llama la atención que no hay ningún cartel electoral a pesar de estar en el ecuador de la campaña. “No los busque, tampoco hace falta”, comenta Ángeles mientras charla con su amiga Teresa en la Plaza de la Candelaria. Son pensionistas y se toman un refresco con aceitunas para soportar el calor que aprieta más de la cuenta. “A mí me dan un piso de esos y no lo quiero ni regalado, son muy pequeños”, apunta Teresa que tiene 85 años y sí echa en falta la presencia de políticos en el barrio. “Si no me encuentro la propaganda en mi buzón no voy a votar”, asegura recordando cómo su marido, que tenía una pista de petanca en Juan XXIII colaboraba en las pegadas de carteles.

Nadie se atreve a aventurar qué resultado saldrá de los colegios electorales de la zona pero todos tienen claro que en Tres Barrios-Amate la mayoría es de izquierdas. “¿Hay quien vota a Vox? Seguro, pero quizás no saben qué están haciendo o sí lo saben y castigan de esa manera a los contrarios”, comentan en la plaza. Algunos miran y no median palabra. Y Teresa se despide apuntando su dirección en la calle Perdiz, en el barrio más pobre de España, por si algún candidato quiere enviar sus noticias.

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