Barrios y Agraso: "En una década, las algas serán recurso como proteína"
Directoras de CTAQUA
EL AGUA Y SUS BAILES. Recientemente, el Centro Tecnológico de la Acuicultura (CTAQUA) recogía el reconocimiento PROA 2025 en la categoría de Conocimiento Azul. Su labor, desde 2007, incluye líneas de alimentación, bienestar animal y desarrollo y vindicación del entorno. Actualmente, desde su sede en El Puerto de Santa María (Cádiz) y bajo la dirección de María del Mar Barrios y María del Mar Agraso, desarrollan una media de 20 proyectos anuales entre consultas públicas y privadas.
–Acaban de recibir un Premio PROA en Economía Azul, pero llevan trabajando en sostenibilidad desde 2007.
–M.B: Vimos que había una gran demanda por parte del sector de la acuicultura y la alimentación, que es un sector estratégico también a nivel europeo. Así que pensamos que sería buena idea desarrollar un centro con capacidad para atender esas necesidades de forma específica.
–M.A: Además, desde el inicio, la prioridad fue dar importancia y valor a espacios tan significativos como pueden ser las salinas y los esteros, que han sido tradicionalmente el lugar de inicio de la acuicultura. Y si no se atienden de manera importante, y se plantean procesos innovadores, son espacios llamados al deterioro, por eso tenemos que apostar por ellos, porque son fuente de recursos, desarrollo sostenible y riqueza para el entorno.
–Era seguro que el proyecto se iba a desarrollar en la Bahía de Cádiz.
–M.B: Lo teníamos claro. Era una forma de poner en valor el origen de la actividad acuícola desde un punto de vista innovador, proyectando la recuperación de actividades que han sido siempre tradicionales en la costa andaluza, y potenciando su desarrollo.
–En lo que se refiere a alimentación animal, uno de los temas frecuentes es el hueco ante la resistencia bacteriológica. ¿Ocurre lo mismo en acuicultura?
–M.B: En ese aspecto, hay una gran ventaja, y es que es un sector muy resiliente: los requisitos de sostenibilidad son la prioridad, así como el respeto al medio acuático. Lo que implica que el cultivo de animales sea lo más sano posible, evitando cualquier tipo de afección. Las líneas de trabajo se centran, sobre todo, en la prevención.
–¿Es viable pensar en cultivos de proteínas con algas como la espirulina, por ejemplo?
–M.A: Obtener proteína de especies de bajo valor trófico, o de las algas, es una realidad que se ha estado desarrollando en distintos países. En Asia, por ejemplo, el cultivo y consumo de esta proteína como un alimento rico para la salud humana es rutinario: aquí habría que hacer un proceso de adaptación al consumidor porque no está dentro de la cultura. Veremos cómo es la mejor forma de presentarla, pero en los próximos diez años se irá introduciendo: de hecho, es una apuesta clara como proteína para la población europea.
La prioridad fue dar importancia a espacios tan significativos como salinas y esteros"
–¿Cómo diríais que es nuestra relación con el mar?
–M.B: Nuestra percepción es que valoramos mucho nuestros mares y océanos. Desde Europa se está planteando una línea muy conservacionista para mantener los grandes recursos que nos ofrece teniendo en cuenta que no es incompatible con la sostenibilidad.
–Uno de sus objetivos es reivindicar aquellas especies procedentes de descartes o de bajo valor comercial.
–M.B: Dentro de esa actividad económica compatible con mares y océanos, tenemos que plantearnos como sociedad el aprovechamiento de los recursos que tenemos. Esto incluye generar nuevos hábitos de alimentación, y que se creen una serie de subproductos que son también proteína, y que hay que atender para revalorizarlos.
–¿Por ejemplo?
–M.A: Pues tenemos una línea de trabajo para aprovechar la carne de corvina americana (muy sabrosa, pero de músculo laxo) para hacer gyozas, obteniendo muy buenos resultados, con empresas alimentarias y de restauración interesadas. O el plan que hemos desarrollado para complementar los procesados del atún para elaborar hamburguesas y embutidos.
–¿Cómo se llega a obtener celulosa para la industria textil de la salicornia?
–M.B: Forma parte del proyecto ReSEAlience: queremos desarrollar una mayor innovación con estas plantas típicas de los esteros, dándoles no sólo un valor gastronómico, sino aprovechando todos sus componentes bioactivos. Entre ellos, por ejemplo, los que se pueden emplear en industria textil.
–La llegada del alga asiática es una de las consecuencias más alarmantes de la globalización y el cambio climático. ¿Qué escenario veis a nivel biodiversidad?
–M.B: El cambio climático es una realidad a la que tenemos que enfrentarnos y que afecta, como vemos, a actividades económicas relacionadas con el medio acuático. Hay que desarrollar proyectos innovadores que anticipen lo que puede llegar a ocurrir.
M.A: Son procesos lentos, pero hoy día ya se están evaluando todas las posibles consecuencias para que no nos pillen por sorpresa; y que los recursos principales se sostengan en el tiempo
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