La calle Ferraz se cortó al tráfico poco después de las nueve de la mañana, la vía comienza a parecerse a una feria, el día está soleado, los bares han sacado las mesas fuera y ya se ven las primeras cañas. Una inmobiliaria está preparando una paella para los periodistas. El arroz se anuncia para la una y media. Pero dentro, en la sede del PSOE, no se vive el mismo ambiente. La mesa del comité federal no ha llegado ni a constituirse, el partido está al borde de los tribunales. Si pedristas y críticos no llegan a un acuerdo político, la diatriba estatutaria se discutirá en los tribunales.

Virginia Pérez, Rodolfo Ares y Nuria Marín, los miembros de la anterior mesa, están discutiendo si los miembros de la llamada Ejecutiva en funciones, la de los 18 leales a Pedro Sánchez, pueden votar en este comité. Los otros, los dimisionarios, no lo harán, de hecho no están ni en la sede de Ferraz. El asunto no es baladí: si votasen, se reconocería su legitimidad, algo que los críticos niegan al quedar vacante más de la mitad de los puestos.

Mientras no se constituya la mesa, no comenzará el comité. La Ejecutiva en funciones de Pedro Sánchez ha llegado a sentarse en la tribuna, pero poco después se ha dado a los miembros un descanso de 45 minutos.

Fuera, un grupo de dos decenas de militantes, muy activos, corean rimas a favor de Sánchez y en contra de Susana Díaz y de Felipe González. Uno de los momentos más tensos se produjo a la entrada del ex ministro José Blanco, al que casi le dan un empujón a las puertas de la sede.

Dentro sí se ha visto a Susana Díaz conversar con Miquel Iceta, quizás sea el inicio de un acuerdo. Fuentes de los críticos creen que algunos colaboradores de Pedro Sánchez le estarían animando ahora a dar el paso de la decisión.