Infiltrados en el Sindicato y en el Ayuntamiento
FRANCO: 50 AÑOS, 50 HISTORIAS [44/50]
Encarnación Martínez nació el día que muere el dictador
José María Romero empezó a salir con su mujer, a la que le dieron permiso por la visita de Franco
Rojas-Marcos sale fotografiado a su lado en el Alcázar
La fotografía aparece en las Memorias de José Utrera Molina, Sin cambiar de bandera, y en las de Eduardo Saborido, Entre la dictadura y la libertad. En la imagen hay una veintena de personas. A Alejandro Rojas-Marcos le separan de Franco dos cuerpos. Uno de ellos es el propio Utrera Molina, que el 10 de julio de 1962 había tomado posesión como gobernador civil de Sevilla después de haberlo sido en Ciudad Real y Burgos. Al otro lado de Franco, se encuentra Félix Moreno de la Cova, antiguo combatiente y alcalde de la ciudad de cuya corporación municipal formaba parte Rojas-Marcos.
"No hablé con Franco jamás, para nada. Esa foto tiene su historia", dice el que tres décadas después sería alcalde de Sevilla entre 1991 y 1995. Para empezar, le repatea esta escenografía conmemorativa de la muerte de Franco. "Desde un punto de vista personal, es chocante; y políticamente, es sarcástico. Celebrar la muerte de un dictador en la cama es como celebrar el gran fracaso de la oposición democrática".
Franco en Sevilla. "Hubo un pleno municipal en el que yo critiqué la visita de Franco a Sevilla y se organizó un follón como un camión". ¿Qué hacía Rojas-Marcos en esa foto? "Dos organizaciones políticas habíamos marcado nuestra estrategia. El Partido Comunista y nosotros, que entonces éramos Compromiso Político por Andalucía. Los comunistas pensaban que la lucha armada ya se había acabado, que desde Europa se habían empezado a abrir grietas y que había que entrar por esas grietas. Con ese objetivo crearon Comisiones Obreras para que Fernando Soto y Eduardo Saborido entraran en el sindicato oficial".
El Partido Socialista, el que después gobernaría España en los periodos 1982-1996, 2004-2011 y desde 2018 hasta la actualidad, estaba en otra cosa. "Veían las cosas desde Toulouse, ni siquiera estaban aquí, ni querían ni podían hacer nada, confiaban en que la Internacional Demócrata-Cristiana y la Internacional Socialista hicieran el trabajo". Si el Pecé eligió la vía sindical, los andalucistas en ciernes eligieron la municipal.
"Decidimos presentarnos a las elecciones, seguro que no salíamos, pero sonó la flauta, les llamaría la atención un apellido de la burguesía sevillana", recuerda aquellos singulares comicios. "Utrera Molina creyó lo que yo no era. Teníamos interventores en todas las mesas, algo inaudito. Veíamos otros interventores que llevaban un botón blanco. Eran dos abogados, un obrero de Uralita y León Temblador, administrativo. Los cuatro eran del Partido Comunista".
Soto y Saborido en el sindicato, Rojas-Marcos en el Ayuntamiento. "La foto se hizo en el Alcázar. A Fernando Soto se le ocurrió una genialidad. A la hora de estrecharle la mano a Franco, miró para otro lado, Franco no se dio ni cuenta". Antes que en las Memorias de Utrera Molina y en las de Eduardo Saborido, esta fotografía apareció en el libro de Juan Teba La Sevilla de Rojas-Marcos. "El otro día me llamó el periodista Pepe Fernández y me dijo que alguien, al ver la foto, dijo que había sido franquista antes que andalucista".
Su compromiso político ya estaba cimentado mucho antes de formar parte de esa foto del Alcázar, con Franco a metro y medio de distancia. Una vocación política que nace de niño, cuando en el colegio Portaceli escuchó una conferencia del padre Arrupe, superior de los Jesuitas, hablando de su experiencia tras el bombardeo de Hiroshima; y más adelante, cuando fue a formarse a Londres, el impacto de la noticia de la invasión soviética de Hungría.
"Un franquista no está en la cárcel con 18 años ni conoce el destierro". Le impusieron tres años, que la muerte de Franco redujo a dos. "La privación de libertad era la cárcel. La limitación de libertad tenía tres modalidades: el confinamiento (podía ser en Canarias), el extrañamiento (fuera de España) y el destierro, que me tocó a mí. No podía pasar de un círculo de 50 kilómetros con Sevilla. Trabajaba en Madrid y de jueves a domingo veía a mi familia en Écija. Soto y Saborido salieron de prisión ocho días después de la muerte de Franco. A mí no me revocaron el destierro hasta febrero de 1976. Clavero presentó un recurso".
Nadie se olvida del cumpleaños de Encarnación Martínez. Durante ocho años formó parte del Ayuntamiento de Sevilla, cuatro en la oposición y cuatro en el gobierno municipal con el grupo socialista del alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín. Nació el 20 de noviembre de 1975 en la clínica de Fátima. El próximo 20-N cumple 50 años. En entrevista con este periódico en la serie Plaza Nueva, hablaba de los apuros de su madre. "Mi padre y mi abuelo eran muy de izquierdas. Estaban con los transistores y mi madre los echó de la habitación". Su padre era un asturiano de Ribadesella que se embarcó en la Marina Mercante y conoció a su madre en Sanlúcar de Barrameda. Cada 20-N hay fiesta en su casa, "dos compañeras de colegio iban el día de mi cumpleaños con un brazalete negro". Es sevillista y salió de nazarena en Jesús Despojado.
Franco visitó muchas veces Andalucía. En 1970 inauguró en Jerez la plaza del Caballo, acompañado por el alcalde de la ciudad, Miguel Primo de Rivera, nieto del general y sobrino del fundador de Falange. También visitó el puente Carranza. En 1953 visitó La Barca de la Florida, uno de los siete poblados de colonización que se construyeron en Jerez que una década antes sirvió de experiencia piloto para toda España.
Igual que el cumpleaños de Encarnación Martínez, José María Romero (Guadalcanal, 1948) nunca olvida la fecha del 24 de abril de 1967. Ese día vino Franco de visita a Sevilla y a su chica, la madre de sus hijos, la abuela de sus nietos, le dieron permiso en la tienda de la calle Albareda donde trabajaba. Fue el mismo día que se declararon formalmente y empezaron el noviazgo.
Romero, militante socialista, ha sido senador, concejal, consejero autonómico y secretario general de la UGT de Sevilla. Como sus dos generaciones precedentes, también conoció los rigores de la cárcel. Viajó en bicicleta a Mauthausen, donde colocó una bandera republicana de los Jóvenes Socialistas de 1968. Ese año también vino Franco a Sevilla para inaugurar un montón de cosas.
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