El Real de la Feria de Abril de Sevilla, la ciudad efímera
Cada año se produce el milagro. Sevilla traslada su actividad principal al Real de la Feria de Abril. Una ciudad en miniatura con sus calles y sus plazas, con sus vehículos, ecológicos todos eso sí, sus casas y sus vecinos claro está, es la ciudad efímera de la Feria de Abril.
Por algo más de siete días, en las calles del Real de la Feria se encuentran para comer, beber, disfrutar y también para hacer negocios, como los viejos tratantes de ganado que dieron origen a este singular evento, los sevillanos y los visitantes atraídos por la luz, el color y las ganas de pasarlo bien.
Del sábado del pescaíto al sábado de fuegos artificiales, la ciudad se traslada a Los Remedios a vivir su gran fiesta de alegría y color. Color, flamenco, encuentros y alegría son las palabras que mejor definen la Feria de Abril de Sevilla, la otra gran fiesta de la ciudad junto a la Semana Santa.
Durante una semana sevillanos y visitantes viven intensamente los días y las noches de primavera en la ciudad efímera en la que se convierte el recinto ferial de Los Remedios.
El Real de la Feria de Abril
La Feria de Abril de Sevilla se celebra en una explanada muy amplia situada en el barrio de Los Remedios, zona bien conectada por metro y autobús al resto de la ciudad, medios de transporte público que refuerzan su paso de frecuencia durante estos días para facilitar el desplazamiento a los ciudadanos.
Si se accede al recinto por su portada monumental, aparece la calle Antonio Bienvenida, la más ancha de toda la feria, que la divide en dos áreas diferenciadas. En esta calle encontrará un punto de información y aparecen las primeras casetas públicas abiertas a todos los públicos, como las de UGT, el PSOE y la del Distrito Casco Antiguo.
A pesar de su extensión, el Real mantiene históricamente una decoración homogénea y costumbrista basada en farolillos, blancos, rojos o verdes, colorido exterior de las casetas, que cubren su entrada con lonetas de rayas blancas y rojas, o blancas y verdes para proteger el interior del polvo y el calor. Se trata de la misma gama cromática de los equipos de fútbol locales, el Sevilla FC y el Real Betis Balompié. Dos instituciones centenarias que quedan así íntimamente vinculadas a la fiesta.
El Real de la Feria se divide en dos zonas muy bien delimitadas: una donde se concentran las 15 calles destinadas a las casetas y otra que es denominada la calle del Infierno, por el ensordecedor ruido del parque de atracciones, donde se ubican los cacharritos o atracciones para todos los públicos y donde podemos disfrutar de todo tipo de puestecillos de comestibles, como el algodón, los churros o los perritos calientes. Todo ello ocupa una superficie de 450.000 metros cuadrados distribuidos en 25 manzanas.
Las calzadas del Real también se adornan con motivos barrocos tradicionales iluminados y por postes ornamentados con guirnaldas vegetales.
Las calles de la Feria están adoquinadas y las aceras se cubren de albero, aportando un color absolutamente festivo al recinto, que con la llegada del mediodía se llena del color de las flamencas y de la radiante luz de un cielo habitualmente despejado.
Cuando cae la tarde, las guirnaldas de farolillos se encienden, evitando que la fiesta quede a oscuras.
Este es el esplendoroso escenario de una feria con dos caras: durante el día se caracteriza por opulentos almuerzos en las casetas a base de ibéricos, tortilla de patatas, pescaíto frito, manzanilla, fino o rebujito, y por el paseo de caballos y carruajes, mientras la noche se dedica a disfrutar el buen ambiente con cuadros flamencos o grupos de música de baile hasta altas horas de la madrugada.
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