'Pendaripén': habla la voz de un pueblo silenciado
Cine
El Festival de Sevilla acogió la proyección de ‘Pendaripén’, documental dirigido por Alfonso Sánchez, con guion de Eva Montoya, en el que se refleja seiscientos años de persecución, opresión y estigma hacia la cultura gitana
Juliette Binoche: "En Europa el arte va antes que el negocio, en Hollywood es al revés"
Cuando se cumplen seiscientos años de la llegada del pueblo gitano a España –hay constancia de este hecho en 1425, en Zaragoza-, el director y actor Alfonso Sánchez y la guionista Eva Montoya, con la narración de Lolita Flores, han presentado en el Festival de Sevilla Pendaripén, un documental que da voz al pueblo gitano, es decir, indaga en una historia marcada por la persecución, la opresión, el silencio y el estigma social. Una historia en la que, a lo largo de seis siglos, se ha padecido un intento de exterminio –la poco divulgada Prisión General de Gitanos de 1749- , constantes episodios de racismo y de “leyes antigitanas”. De Carlos V a la dictadura franquista.
“Pendaripén [que significa historia en romaní] se trata de un documental sobre la historia del pueblo gitano, sobre ese viaje que se inicia hace mil años en el norte de la India, y que llega en 1425 a la península ibérica. Fundamentalmente es la historia del pueblo gitano en la península ibérica a partir de ese año hasta nuestros días”, relata Alfonso Sánchez. “También vamos a ver una historia de resistencia, una historia de una minoría étnica que ha tenido que sobrevivir durante siglos a la exclusión, a la persecución y hasta un intento de exterminio, el primero de la era moderna. Todo ello contado con figuras que entendemos que son relevantes, nombres que pueden hablar de forma autorizada de cada cuestión, alejándonos de los temas de siempre. Contamos por tanto con antropólogos, historiadores, abogados, abogadas”, precisa Montoya.
Además del relato histórico del pueblo gitano, de ese relato silenciado, en Pendaripén se rompen los estereotipos que han tergiversado a la cultura gitana. Estereotipos que la asocian con la marginalidad, con la fiesta, con el flamenco, con el cante y con el baile. “Al final, cuando hablamos del pueblo gitano, siempre hablamos de flamenco. Que sí, que es algo que ha aportado el pueblo gitano, pero también les supone una especie de prisión. Pues nos centramos y los centramos solo en eso. No vemos que pueda haber profesionales, catedráticos, guionistas, directoras de cine, músicos de música clásica, investigadores contra el cáncer… gitanos. Solo les pedimos que canten, que bailen. De hecho, nos sorprendemos si a un gitano no le gusta o no se dedica al cante y al baile. Reducimos el pueblo a un cliché”, reflexiona Alfonso Sánchez. “Tan grande es el cliché que cuando no respondemos a él ya no se nos considera gitanos. Nos dicen que no parecemos gitanos, y nos lo dicen como un elogio”, apostilla, con asombro e incrediludad, Eva Montoya.
La música es otro elemento vertebrador en este documental. El responsable de ello es el músico sevillano Quentin Vargas, de Quentin Gas & Los Zíngaros, quien remarca la idea de una cultura gitana más allá de la cultura flamenca –aunque una y otra estén cohesionadas, inevitablemente, en la historia-. “En estos momentos hemos tenido que hacer una diferencia entre flamenco y cante gitano. Pues estábamos viendo cómo en lo flamenco, al que etiquetan de universal, se estaba diluyendo su naturaleza gitana. Con esa etiqueta de universal nos estaban arrebatando lo que era nuestro. Así hemos tenido que separar lo flamenco del cante gitano. Para que no nos lo arrebaten”, relata el músico.
Una historia que ha interesado mantener “oculta”
En el largometraje se narran los diferentes episodios de persecución social que, desde la ley o desde el aparato estatal, se han legitimado durante siglos. Alguno apoyado desde la Iglesia Católica, en concreto desde el Vaticano. Es el caso de la mal llamada Gran Redada de julio de 1749. “El hecho de llamarlo redada ya implica un matiz delictivo por parte del pueblo gitano. No fue una redada, fue una prisión general”, explica la guionista del largometraje.
“Esta prisión general supuso un plan urdido por todos los estamentos de poder de la época. Tanto del poder político, por parte del marqués de la Ensenada, como del poder eclesiástico y el poder monárquico. Se planificó el exterminio de la etnia gitana, además de una manera sistemática, con el Vaticano, o sea, que es un plan internacional”, cuenta el director.
“En la redada se separaron a las mujeres de los hombres, y a estos se les manda a trabajos forzados, a los astilleros del rey, y también se les condena a galera para sustentar la mano de obra esclava del Estado español, que en ese momento tenía escasez económica, porque tenía varios conflictos abiertos con Inglaterra y con otros países. A las mujeres se las condena, se las mete en cárceles, se las separa de sus hijos. Estos hijos, a su vez, son enviados con los padres a galera, mientras que los niños menores se les reeduca en centros para que no sean gitanos; es decir, estamos hablando del exterminio total de esa población”, añade el director. Alrededor de unas 12000 personas de etnia gitana sufrieron alguna de estas condenas a finales del siglo XVIII. Fueron décadas en las que, al mismo tiempo, en fiestas y celebraciones, la clase alta “se disfrazaba” de gitanos como respuesta al auge de la ilustración, pues la cultura gitana se identificaba con el folclore antiguo, es decir, con una cultura precedente a los valores ilustrados. Quizá sea este uno de los primeros ejemplos de “apropiación cultural”, o de uso de una cultura como medio para un fin.
Pendaripén construye una historia que ha permanecido “oculta”, asegura Montoya. Según la guionista, debido a diversos intereses. Por ejemplo, “en el ámbito legislativo no se estudia esa historia. No interesa profundizar en esta cuestión, porque entonces habría que hacer una reflexión profundísima de la historiografía occidental –la que predomina en los estudios-. La historia, ya se sabe, la escriben los vencedores. Y aquí el vencedor ha sido el discurso del hombre blanco caucásico. Hacer esa revisión histórica significaría hacer una reflexión muy profunda, a todos los niveles”.
Temas relacionados
No hay comentarios