Crimen del bebé de los Prunos

El bebé fallecido en Los Prunos murió de modo violento y con mucha fuerza

  • El cadáver del bebé presentaba 51 hematomas según los forenses

Los acusados de matar a un bebé ante el tribunal

Los acusados de matar a un bebé ante el tribunal / José Ángel García

Los forenses que realizaron la autopsia al bebé muerto en Los Prunos en abril de 2016 explicaron durante el juicio con jurado que se está celebrando en la Audiencia Provincial de Sevilla que éste falleció como consecuencia de una "muerte violenta en la que se ejerció mucha fuerza". En el cadáver del niño de 18 meses se encontraron 51 hematomas, algunos de ellos formados por agrupaciones de varios más pequeños, localizados en la cabeza, el cuello, y los miembros tanto superiores como inferiores. A estos se añaden hasta 11 erosiones, algunas provocadas por arañones realizados con las uñas

Según los forenses, el mecanismo de la muerte fue "traumatismo craneoencefálico sospechamos que asociado al mecanismo del zarandeo" puesto que el niño presentaba todas las característcas del síndrome del niño zarandeado. La forense que realizó el levantamiento del cadáver explicó que al hacer la radiografía del bebé se constató una fractura lineal en la cabeza del bebé desde encima de la ceja hasta la parte trasera de la cabeza.

En concreto los forenses destacaron la existencia de tres lesiones en la cabeza que son "golpes directos" contra una superficie "dura y plana". En la nuca hay una lesión lineal "que dibuja un objeto alargado y sin aristas" que a preguntas de la fiscal el forense reconoció "compatible de un golpe contra los barrotes de la cuna". También afirmaron que la existencia de hematomas con forma de dedos tanto en la cara interna como externa de los brazos indican "que al niño se le ha sujetado con fuerza por los brazos, lo que hace sospechar que al niño se le ha zarandeado. Los hematomas en las espinilla obedecen al mecanismo del zarandeo".

En el análisis microscópico de la lesión de los brazos se indica que la piel del niño ha sido "oprimida con mucha fuerza". La muerte, según el forense se produjo "por un mecanismo mixto de golpe en la cabeza y zarandeo del bebé de 18 meses, lo que multiplica el efecto de estos golpes en el cerebro del pequeño". Ahora bien, a preguntas de las defensas, el forense explicó que si hay intención de matar a un bebé, "el zarandeo no es el mecanismo". En este punto, la presidenta del Tribunal del Jurado recordó que los forenses estaban declarando en calidad de peritos "y no están para hablar de incencionalidad". 

Los peritos descartaron que los hematomas que presentaba el cadáver tuvieran que ver con las caídas del niño que estaba empezando a andar. Asimismo, a preguntas de la defensa de la acusada Isabel M. R.M., explicó que la conmoción cerebral, para una persona ajena "puede parecer que el niño estaba dormido". La acusada ha mantenido durante su declaración que ella se acercó varias veces a comprobar que el niño dormía en su cuna durante la noche en la que ocurrieron los hechos. 

Durante la quinta sesión del juicio los miembros del jurado pudieron escuchar la grabación realizada en el furgón del traslado de los acusados de los calabozos al juzgado de instrucción, además de ver el vídeo de la declaración de los hijos de Ezequiel T. R., que fue a puerta cerrada por tratarse de menores,

Por otro lado, los pediatras que asistieron al bebé cuando llegó al Hospital Virgen del Rocío ratificaron que se encontraba en parada cardiorrespiratoria y que, cuando empezaron a hacer las maniobras de reanimación comprobaron que estaba entrado en lividez, unos signos que indican que llevaba tiempo fallecido. Al mismo tiempo observaron hematomas en distinto grado de evolución en "sitios como la espalda, brazos o piernas, donde no es normal encontrar hematomas en lactantes. Eran muy visibles los hematomas que tenía en la cara".

El forense comentó que los golpes provocaron al bebé un edema cerebral. "La muerte no es instantánea, sino progresiva, por lo que el intervalo se situa entre las 21:00 y las 00:00", aunque las lesiones se pudieron producir entre tres y cuatro horas antes.

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