Crimen del comerciante chino

Unos turistas vieron como el acusado de matar a un comerciante chino en Carmona le asestaba varios "golpes" en el cuello

  • La hermana de Alfonso G. R. explicó que el procesado sólo quería "droga, droga y más droga"

  • La familia de la víctima aseguró que no conocían a Gonso y que nunca dejan fiado en su establecimiento 

El establecimiento que regentaba el fallecido en Carmona.

El establecimiento que regentaba el fallecido en Carmona. / Juan Carlos Vázquez

Cuatro personas que viajaron desde Madrid hasta Carmona para asistir a la feria vivieron un momento de pánico cuando, mientras se estaban haciendo una foto con el fondo de las murallas aprovechando el escaso tráfico, vieron como a unos 5 o 10 metros un par de personas discutían y una de ellas, con rasgos asiáticos, recibía varios golpes "secos, fuertes y rápidos" y, seguidamente, brotó sangre "a chorros" de su cuello. Tres años después han acudido como testigos al juicio con jurado que se está celebrando en la Audiencia Provincial de Sevilla en el que Alfonso G. R., un delincuente habitual conocido como Gonso, está siendo juzgado por asesinato, atentado a la autoridad y robo con violencia a un ciudadano chino en Carmona.

Uno de los testigos, el que estaba haciendo la foto a las otras tres, explicó que al escuchar una discusión, se giró y vio como un hombre tenía atrapado a otro contra una pared. "Uno estaba agarrando al cuello al de rasgos asiáticos. De pronto, le asestó unos golpes en el cuello y empezó a brotar sangre". El testigo afirmó que el ciudadano chino salió tambaleándose calle abajo "con las manos en la herida" y ellos llamaron al 112. "El acusado fue corriendo hacia un coche que había cerca de la rotonda donde estábamos haciéndonos las fotos, iba muy rápido, sin tambalearse ni presentar dificultad para correr", declaró. 

Golpes "violentos y rápidos"

Según los cuatro testigos presenciales los golpes que recibió el ciudadano chino fueron "violentos, rápidos y precisos". Solo una de ellas vio al acusado con un cuchillo "que se sacó de uno de sus brazos". Todos estuvieron de acuerdo en que Alfonso G. R. acudió corriendo hacia el coche, "súper rápido", llegó a decir una de ellas, y en que llevaba una bolsa de plástico, "con lo que parecían ser botellas". 

Durante la segunda sesión también testificó la hermana de la víctima, que acudió la tarde de los hechos a casa de su madre, de quien Gonso tenía órden de alejamiento, porque el acusado le pidió 30 euros a la madre y se enfadó al no querer dárselos, rompiendo la luna de un coche. "Cuando llegué, él su fue con una bicicleta y al volver, discutí con él porque venía drogado. Había cobrado 1.200 euros y llevaba varios días bebiendo y drogándose, tanto en Carmona como en Sevilla".

Según la hermana, le llevó en coche a su casa "para quitarlo de en medio de mi madre". En el camino pararon en casa de un amigo del hermano "seguramente para coger droga" y en el comercio de la víctima para comprar "una cerveza". Ella se quedó en el coche esperándole. "Estaba nerviosa porque quería dejarlo ya en su casa. Llevaba a mi hijo, que tenía entonces 11 años". La hermana explicó que llegó con una bolsa: "Venía ligero y me dijo, venta, vámonos".

Sobre el perfil de Gonso, la hermana explicó que "cuando no estaba drogado, estaba con el mono". Para él, "todo era droga, droga y más droga".

El comercio nunca dejaba fiado

A pesar de que el acusado durante su declaración ante el tribunal del jurado contó que no pagó las botellas porque solía dejar fiado lo que compraba hasta que cobraba el paro, ni la esposa de la víctima, que también trabajaba en la tienda, ni uno de sus hijos, reconocieron a Alfonso G. R. como cliente habitual. En la misma vista oral, la presidenta magistrado le indicó que se levantara y bajara la mascarilla y ninguno de los dos le reconoció. Ademas, la mujer explicó que en el establecimiento nunca venden a crédito. 

La segunda sesión del juicio estuvo suspendida durante cerca de hora y media por problemas técnicos con la videoconferencia. Además, el acusado interrumpió en varias ocasiones la sesión, una de ellas al finalizar la declaración de la mujer de la víctima para "pedir perdón" por haber matado a su marido. Pero fue más allá, señalando que "si no le hubiera sacado un cuchillo, no lo habría matado". La presidenta magistrado, con mucha paciencia, le explicó de nuevo que una vez declarado ante el tribunal, podría volver a hablar el último día durante el uso de la última palabra. 

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