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TRIBUNA DE OPINIÓN

Cómo el turismo de masas acabará con nuestras raíces dentro y fuera de la ciudad

Imagen de varios candados en una comunidad con varios pisos turísticos en el centro de Sevilla. / E. P.

- Investigador y consultor ambiental

29 de agosto 2025 - 12:39

Pueblos y ciudades de toda la geografía andaluza se están convirtiendo en un auténtico escaparate para el turismo. Es una práctica que se está extendiendo por todo el mundo y muy pocas ciudades se salvan. El alquiler de pisos turísticos, junto con la promoción turística y las redes sociales, son las que hacen el resto para atraer a las masas.

Esta no es una práctica que surja de la nada. ¿Para qué creen que se construyeron las Setas en la Plaza de la Encarnación de Sevilla? Evidentemente, era un reclamo turístico que se comenzó a construir hace 20 años. Tendría que redactar varias tribunas para describir todos los ejemplos de este tipo solo en Andalucía. Ni el pueblo más remoto se salva.

¿Y cómo vamos a olvidar los sonados spots publicitarios de nuestra Andalucía en los últimos años? Hemos incentivado y activado la atracción de un turismo para el que no estamos capacitados logística y estructuralmente para alojar. Sin olvidar que no hay recursos naturales para toda la demanda.

Es necesario rebajar la presión en nuestras ciudades y su entorno.

Un regulador 'natural' del turismo

Ya hay síntomas de que el turismo nacional e internacional está experimentado un decrecimiento en Andalucía 'gracias' al cambio climático. Las temperaturas de todo el planeta son cada vez mayores y eso implica una serie de consecuencias nefastas.

Si una persona de un país con un clima frío comienza a notar que en playas cercanas sube la temperatura en época de vacaciones, ¿viajaría miles de kilómetros para tomarse una cortada con una tortillita de camarones en Chiclana? Seguramente no. Pero también el norte de España se verá menos atraído por el clima del sur conforme el de sus ciudades experimenten temperaturas que inviten al playeo.

El turismo de invierno también se está viendo perjudicado. Las nieves invernales son cada vez más escasas y menos duraderas. Por otro lado, ya va durando menos ese entretiempo que tanto anhelamos en Andalucía para pasear por el monte o el campo y el calor cada vez más temprano atrae más insectos y mayores alergias que impiden disfrutar de una buena ruta.

Sí, el cambio climático quita las ganas de viajar. Así que deberían buscarse alternativas y ayudas para el sector del turismo antes de que estalle la burbuja.

Contaminación por todas partes

El turismo produce contaminación acústica: unos niveles ingentes de decibelios en las calles y veladores solo por el hecho de existir. Pero también incluimos aquí el traqueteo de los vaivenes de maletas junto a los gritos, gemidos y fiestas que se producen en las viviendas gracias a que el vecino de arriba tiene su piso turístico abierto al dinero fácil del alquiler turístico.

Por supuesto hay que tener en cuenta el ruido del incremento del tráfico para desplazar a tremenda masa de personas. Y ese incremento del tráfico rodado, marítimo y aéreo emite gases contaminantes y partículas que merman mucho nuestra salud. Tanto la contaminación acústica como la atmosférica producen miles de ingresos hospitalarios y muertes anuales en nuestro país. Son consecuencias importantes.

También está la contaminación que se produce en nuestros suelos. ¿Quién controla que los turistas no dejen sus mierdas (literalmente) en medio de nuestros parques, campos, playas y montañas? Y esto degrada demasiado nuestro entorno, ese del que queremos disfrutar cada vez que nos plazca sin sentir lástima o asco.

Pero el tema de la basura va mucho más allá, especialmente en los pisos turísticos (no regulados) porque, ¿quién va a reciclar estando de vacaciones? Lo que no se recicla acaba en el vertedero (muchos salen ardiendo misteriosamente o tienen fugas en su base contaminando aire y suelo) e incrementa la tasa de basura que paga el contribuyente, junto a las millonarias multas de la Unión Europea por no reciclar la cantidad requerida.

Un piso turístico siempre va a producir mucha más basura que uno residencial, pero el dueño del piso va a pagar siempre mucho menos por la gestión de los residuos en proporción a lo que genera un residente.

El agua, otro nivel de derroche

El agua sufre del despilfarro de miles de millones de litros. Si no, que se lo digan a los pueblos costeros cuyos ayuntamientos se han visto obligados a cortar el agua de las duchas de la playa por la escasez de este recurso. Y esto es muy claro: un turista va a mirar mucho menos por los recursos de la zona que visita que un residente.

En España, se consume de media unos 130 litros de agua al día por persona. Imaginen que los 36 millones de turistas que recibió Andalucía en 2024 gastaron esa cantidad de agua. Ahora se explica mejor la escasez de agua en los principales destinos turísticos, ¿verdad?

La presión que el turismo ejerce sobre nuestros recursos hídricos es tremenda e influye directamente en nuestra salud, nuestra higiene y la agricultura, que es la base de toda alimentación y economía.

Regulación o 'lloración'

La cuestión no es solo que las ciudades pierdan su esencia y sus costumbres. La cuestión es que el turismo descontrolado puede acabar incluso con su entorno y sus recursos naturales y meter en un grave aprieto a los residentes.

Si un piso turístico es un negocio, debe contribuir como tal. Por eso se debe regular su actividad, junto con tasas al turismo que aseguren que las consecuencias de este no recaigan al 100 % sobre los residentes.

Ciudades como Venecia ya cobran una tasa de entrada y tiene limitado el número de cruceros; otras, como Barcelona, han prohibido nuevos alquileres turísticos a partir de 2028; Roma tiene una tasa de pernoctación… Hay alternativas, pero todas ellas deben pasar por una buena gestión de sus recursos naturales.

Termino con un tip para consumidores de turismo sostenible: para que sea realmente sostenible deben aplicar medidas que aseguren que los clientes también contribuirán a la sostenibilidad y a las buenas prácticas ambientales.

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