La China olímpica entra en el Guggenheim con olor a pólvora
l Cai Guo-Qiang: Quiero creer. Desde hoy y hasta el 6 de septiembre en el Museo Guggenheim Bilbao. Compra de entradas a través de la web del museo: www.guggenheim-bilbao.esEl museo bilbaíno dedica una espectacular exposición al polifacético Cai Guo-Qiang
El Guggenheim se orientaliza. La exposición monográfica dedicada a la obra del japonés Takashi Murakami convive desde hoy con la muestra, sin duda más interesante, del artista chino Cai Guo-Qiang. Poliédrica e insólita como pocas, con él entra la pólvora y la pirotecnia en los museos. Él fue quien diseñó los memorables fuegos artificiales de las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de Pekín. Los podrán ver en vídeo y se quedarán de nuevo boquiabiertos, sobre todo con las 29 huellas de pisadas sobre el cielo de la capital china a lo largo de un eje de 15 kilómetros hasta el estadio. Mágico.
La exposición ha llegado a Bilbao patrocinada por BBVA tras su éxito en el Guggenheim neoyorquino. Cai Guo-Qiang, que vive en Nueva York, es un creador de proyectos a gran escala, reconocido a nivel internacional. Es poseedor del León de Oro de la Bienal de Venecia y el Premio de Arte de Hiroshima. La exposición se hermana con la icónica arquitectura de Frank Gehry para sorprender con sutilidad.
El visitante comprobará cómo se hace arte utilizando la espontaneidad de las fuerzas naturales, o invocando a los extraterrestres. Se ven composiciones formadas por marcas aleatorias de humo y chispas. O aplicándole viento a la materia pictórica. O generar texturas en la pintura al óleo mediante fogonazos de pólvora.
Cai define el arte como "un túnel del tiempo que me permite jugar con el pasado o con el futuro, así como relacionar creencias y culturas. La verdad del artista es solitaria, como la vida del artista. Pero puede hermanarse con la del espectador". En su obra hay poso de cosmología, mitología, taoísmo y globalización. Se siente ciudadano del mundo y la pólvora le aporta espontaneidad y falta de control a la poética de su arte.
El concepto de explosión le apasiona, extrae de la pirotecnia su capacidad de suscitar expectativas. Pero cuando le preguntamos sobre la falta de libertades en China y cómo explotará su búnker de partido único, Cai contesta: "Tengo muchas expectativas ante los cambios que vive mi país. Una sociedad con tantos problemas es una fuente infinita de creatividad para los artistas. Se sobrevalora la importancia de China a nivel mundial desde el punto de vista económico. Y se subestima la libertad que puede alcanzar su pueblo. Aunque es verdad que hay problemas serios, como el control de las telecomunicaciones".
Más aún que sus dibujos y vídeos, impresionan sus instalaciones. Como Patio de la recaudación de la renta, 70 esculturas de arcilla de tamaño natural que evocan el destino del arte impuesto por Mao. Artistas chinos y bilbaínos han hecho, en la propia sala, una réplica de todas las esculturas, realismo maoísta que se desmoronará con el paso del tiempo.
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