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Miguel Poveda | Crítica

Miguel Poveda sin complejos

Miguel Poveda ha ofrecido tres conciertos en FIBES este fin de semana.

Miguel Poveda ha ofrecido tres conciertos en FIBES este fin de semana. / Grupo Joly

El público sevillano no faltó a su cita anual con el cantaor catalán agotando todo el papel los tres días programados, uno en principio que luego se fue ampliando. Y creo que todos y cada uno de los aficionados a  la música de Miguel Poveda quedaron satisfechos. Porque dio, no un poco de cada cosa, sino un mucho de cada una. Un recital muy completo que se nutrió de cuatro estilos musicales diferentes, aunque, lógicamente, relacionados. La primera parte se basó en Enlorquecido y otros textos de poetas de la primera mitad del siglo XX, como Miguel Hernández, musicados por el cantaor junto a Joan Albert Amargós y Jesús Guerrero. La identificación de Poveda con Lorca es total como demostraron temas como No me encontraron, toda una premonición, Oda a Walt Witman, El silencio o la Carta a Regino Sainz de la Maza. La segunda parte fue la más sorprendente y fresca porque el cantaor, "sin complejos", tal y como comentó, una vez abierta la veda por Rosalía hace un año en este mismo escenario, entró de lleno en el repertorio rumbero urbano de los años setenta. No es sólo que estas canciones flamencas estén en la memoria sentimental del cantaor, y de su público. Es que los Jeros, El Luis, Enrique Salazar, Cresciendo Ramos y compañía eran unos pedazos de autores de melodías infinitas, pegadizas, sentimentales, muy directas. Fue la parte más divertida del concierto, por lo novedoso y por lo  emotivo, y allí estuvimos dándolo todo a fuerza de palmas y coros. Enorme el cantaor, también, en esta tesitura. Ojalá grabe un disco con este repertorio que, lógicamente, debería llamarse así, "sin complejos". ¿Por qué tenerlos si es una música maravillosa, eterna, universal? Me encantó, aunque no tanto el hecho de que algunos de los temas en esta sección se ofrecieran en popurrí: no me gusta que las canciones se ofrezcan troceadas. Aunque tengo que reconocer que el recurso, el popurrí, me alivió en la parte del repertorio de Miguel Poveda que menos me interesa, el de la copla. Pero el formato elegido, voz y piano, así como los arreglos y el repertorio, composiciones eternas como A ciegas, Y sin embargo te quiero o En el último minuto me sedujo irremisiblemente. Y para el final, lo mejor, "mi tronco", en sus propias palabras:  el flamenco. Con algunas novedades en el repertorio, al menos el reciente. La poderosa petenera, el mano a mano con El Granaíno por bulerías por soleá, la, imposible para un mortal, guajira marchenera, maravillosa, las cantiñas, las bulerías ... Me quedo con la sobrecogedora seguiriya, sin megafonía, al filo del escenario, a solas con la guitarra del Bolita, el auditorio en la intimidad y el recuerdo paterno.

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