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"La animación es muy artesanal, molesta que se diga que todo lo hacen los ordenadores"

  • El animador Eduardo Martín diserta en el Caixafórum sobre su experiencia en películas de Pixar como 'Brave', 'Cars 2' y 'Monstruos University'

  • El barcelonés celebra la creciente fuerza del sector animado en España e invita a las autoridades a ofrecer incentivos fiscales

Eduardo Martín, este martes en el Caixafórum de Sevilla.

Eduardo Martín, este martes en el Caixafórum de Sevilla. / José Ángel García

Eduardo Martín aparece en los títulos de crédito de películas de animación como Brave, Monstruos University, Cars 2 –los tres proyectos en los que participó con el gigante del sector Pixar– y de producciones españolas como Planet 51 o El parque mágico. Llegó a los estudios de San Francisco de Pixar por "perseverancia", una "aventura" que compartió con alrededor de otra docena de españoles entre las más de 500 personas, procedentes de todo el mundo, que se necesitan de media para hacer un largometraje animado.

Una experiencia que a este barcelonés especializado en diseño 3D e iluminación le permite afirmar que aunque hace años la industria estadounidense del sector estaba a años luz de la nacional, "porque aquí no había centros de formación" –él mismo es completamente "autodidacta"–, hoy "sí se está formando una industria de animación en España, donde ahora mismo hay cuatro o cinco películas en producción, además de series y otros productos" y, curiosamente, el centro del sector no está actualmente en Madrid ni en Barcelona sino en Canarias "por los incentivos fiscales". "La Asociación de Productores de Animación está intentando que otras comunidades también los ofrezcan. A nivel mundial, los grandes centros de producción han estado en países como Reino Unido, Canadá y Australia y es por los incentivos fiscales", defiende.

De todo ello disertó ayer en la conferencia que ha ofrecido este martes en el Caixafórum de Sevilla con el revelador título ¿Cómo conseguir trabajar en Pixar y no morir en el intento?, aunque Martín reconoce que lo difícil es más bien sobrevivir después porque tras la fábrica de sueños que es el cine en general, y el de animación en particular, hay una gran inestabilidad. "Pocos estudios se pueden permitir mantener una plantilla sólida permanente, la mayoría se quedan con un núcleo reducido y cuando tienen un proyecto contratan al resto", explica en una charla con Diario de Sevilla.

Eduardo Martín, antes de ofrecer su conferencia en Sevilla. Eduardo Martín, antes de ofrecer su conferencia en Sevilla.

Eduardo Martín, antes de ofrecer su conferencia en Sevilla. / José Ángel García

Así, tras su experiencia de tres años y medio en Pixar, y sus proyectos para otros estudios antes y después de ese periodo, hoy Eduardo Martín trabaja por cuenta propia "investigando el uso de los motores de videojuego para hacer cine de animación". Especializado sobre todo en iluminación, "ahora estoy más gestionando la tecnología" y destaca el mercado que ofrece la industria del videojuego para los profesionales de la animación. "Con las mismas herramientas se hacen efectos visuales, animación, videojuegos y realidad virtual, son usos diferentes de lo mismo", destaca.

Pese a la importancia de la tecnología en esta industria, Martín defiende que en la animación sigue siendo todo "muy artesanal". "De hecho, a los que trabajamos en esto nos molesta que digan que todo lo hacen los ordenadores porque los ordenadores solos no hacen nada, facilitan el trabajo mecánico pero a un personaje hay que darle vida, el ordenador ayuda pero tiene que haber una decisión creativa, también en la iluminación, para crear ambienta y usarla de forma narrativa, tiene que provocar una respuesta emocional", subraya. Reconoce que "obviamente cada vez los ordenadores ayudan más a la parte mecánica pero la prueba de que sigue siendo muy artesanal es que hoy todo el mundo con las herramientas informáticas puede hacer animación en 3D pero de calidad no lo hace cualquiera".

Consciente de que su trabajo suscita curiosidad en el público en general, Martín aprovechó su participación en el ciclo de conferencias organizado por el Caixafórum sobre la animación en Pixar para revelar que en el rodaje de un largometraje animado intervienen todos los perfiles del cine: los actores vendrían a ser los dibujantes que crean los personajes, hay iluminadores como él, directores de fotografía, de producción, de dirección artística, etcétera... "Es como un plató", asegura. Eso sí, de media cada película requiere "unos cinco años desde su concepción y de producción fácilmente son dos años porque lo tienes que fabricar todo desde cero".

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