Pasa la vida
Mapa de Músicas | Aquel Trovar
En su último álbum, el conjunto cordobés Aquel Trovar profundiza en el terreno de la canción renacentista a través de ocho sentencias del pensamiento clásico
“Mientras nos pierde el amor por los detalles,/ se va huyendo, irreparable, el tiempo”. Esos versos de Virgilio resumen el espíritu de Cómo se pasa la vida, el nuevo trabajo del conjunto Aquel Trovar. No es un disco temático en el sentido habitual: es una meditación en ocho movimientos sobre la condición humana, sobre lo que permanece y lo que se disuelve. Cada sección se encarna en un tópico clásico –del Tempus fugit al Non omnis moriar– que los géneros de la canción renacentista europea ilustran desde su diversidad. La chanson, la frottola, el ayre inglés o el villancico español son aquí vehículos de pensamiento. Cada pieza soporta una parte de la idea a la que acompaña.
I. TEMPUS FUGIT
Todo empieza con el tiempo que se escapa. En el Renacimiento, los relojes no solo medían las horas, recordaban la fugacidad de la existencia. Las piezas que abren el disco –el anónimo inglés The Dial, la frótola Vola il tempo de Juan Escribano y What strikes the clocke? de Edward Gibbons– funcionan como tres miradas sobre un mismo vértigo. En la canción de Escribano, la rueda del tiempo arrastra a todos: Babilonia, Troya o Roma son ya ceniza. Fascina ese pulso entre el orden musical y la conciencia del deterioro, la exactitud métrica frente a la certeza de la pérdida. La música, como el reloj, marca lo que se va.
II. ΜΕΜΕΝΤO MORI
Si el tiempo huye, la muerte espera. El memento mori recuerda la igualdad final de todos los hombres, y su rastro recorre siglos de arte europeo. La danza de la muerte del alemán August Nörmiger nos sitúa en esa frontera entre lo grotesco y lo solemne, como si los esqueletos del grabado medieval cobraran ritmo y forma. Luego llega Alonso Mudarra y su musicalización de las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique, una de las páginas más hondas de la poesía castellana. Pocas veces se ha dicho con tanta serenidad que “nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en la mar,/ que es el morir”. La tercera pieza, Powszednia spowiedź del polaco Wacław z Szamotuł, añade el tono confesional y humilde de la plegaria cotidiana. Muerte y perdón, cuerpo y alma: dualidades del fin.
III. VANITAS VANITATUM
“Vanidad de vanidades, todo es vanidad.” El tópico del Eclesiastés se transforma en música y contrapunto. Arranca con la ligereza cortesana de Pastime with good company, atribuida a Enrique VIII, una celebración de los placeres terrenales que, en este contexto, suena casi como una ironía. La réplica llega con el canon Vanitas vanitatum de Sweelinck, con la propia estructura imitativa encarnando la idea de lo efímero que se repite y se desvanece. En esta sección, la música muestra el doble rostro de la existencia: el gozo y su fugacidad, la belleza y su sombra.
IV. FORTUNA MUTABILE
Nada permanece. La rueda de la fortuna gira sin descanso. En esta cuarta parte se reúnen ejemplos de ese incesante vaivén entre alegría y pérdida. Andarán siempre mis ojos de Gabriel Mena contrapone el gozo y su ocaso. Puis que fortune de Claudin de Sermisy y Las, fortune de Susato traducen en sonido esa inestabilidad: la armonía se desplaza, el ritmo tropieza y se rehace. La frótola Non è tempo d’aspectare de Marchetto Cara nos recuerda que el tiempo no concede treguas. Fortuna gira y nos arrastra; la música gira con ella.
V. THEATRUM MUNDI
El mundo como escenario, el hombre como actor. En esta sección se reúnen piezas que hablan del papel que representamos, del teatro moral del mundo. Adieu, monde de Guillaume Costeley es una despedida de ese escenario lleno de vanidades. As deadly serpents lurking de Thomas Weelkes introduce la máscara moral: bajo el artificio cortesano, la corrupción. Tucto il mondo è fantasía, de Johannes Hesdimois, resume la idea: todo es ilusión, todo es representación. Aquí la música se vuelve casi alegórica, con gestos que recuerdan la danza y silencios que parecen pausas entre acto y acto.
VI. VULNUS AMORIS
El amor, herida dulce y amarga. Las canciones reunidas en esta parte –Amour a pouvoir sur les dieux de Arcadelt, Acqua non è l’umor de Tromboncino y There is a jewel de John Wilbye– trazan un mapa del sentimiento humano. La frótola italiana exalta la pasión con sensualidad y ritmo, el madrigal inglés la contempla con melancolía. Entre ambas se extiende todo el repertorio afectivo del siglo XVI. No es este un retrato idealizado del amor, sino una mirada sobre su complejidad: el deseo, el sufrimiento, la exaltación, la pérdida. En el fondo, también aquí se habla del tiempo.
VII. DE MELANCHOLIA
La melancolía es el reverso del amor y del pensamiento. En el Renacimiento se la consideró un signo de genio, pero también una enfermedad del alma. Una fantasía de Thomas Morley abre este bloque con un tono contemplativo, casi de recogimiento. Le sigue Come heavy Sleep de Dowland, una apelación al sueño que refleja una de las más puras encarnaciones musicales del cansancio de vivir (“Ven, pesado Sueño, imagen de la verdadera Muerte,/ y cierra estos mis ojos cansados y llorosos”). La nuit froide et sombre de Orlando di Lasso y Now winter nights enlarge de Campion completan el cuadro: el frío, la noche, el ensimismamiento. Pero la melancolía no es solo tristeza, es también el punto en que el arte se convierte en conocimiento.
VIII. NON OMNIS MORIAR
“No moriré del todo”, escribió Horacio. Después de recorrer el tiempo, la muerte, la vanidad, la fortuna, el teatro, el amor y la melancolía, esta última sección afirma lo que permanece. L’huom terren caduco e frale de Juan Escribano, Non resta in questa valle –una pieza anónima de 1510– y Todos los bienes del mundo de Juan del Encina cierran el ciclo con serenidad. No hay triunfo ni consuelo fácil, sino una aceptación lúcida: lo que el hombre crea, su canto, su arte, su memoria, lo salva parcialmente de la desaparición. La música, en su fragilidad, es quizá la forma más pura de esa supervivencia.
Al final, Cómo se pasa la vida no es un disco sobre la muerte, sino sobre la conciencia del tiempo. Las canciones, los madrigales, las frótolas y las danzas del siglo XVI son espejos de nosotros mismos. A través de ellos hablamos de lo que somos, seres finitos que buscan sentido en lo que se va. Cada nota, cada verso, cada silencio son una forma de resistencia contra el olvido. Porque la vida se pasa, sí, pero mientras suena la música –aunque sea por un instante– el tiempo, y la vida con él, parece detenerse.
La ficha
CÓMO SE PASA LA VIDA. Meditación filosófica en la canción renacentista
I. TEMPUS FUGIT
1. Anónimo: The dial
2. Juan Escribano (1480-1557): Vola il tempo
3. Edward Gibbons (c.1568-c.1650): What strikes the clocke?
II. ΜΕΜΕΝΤO MORI
4. August Nörmiger (c.1560-1613): Toden tanz
5. Alonso Mudarra (1510-1580): Recuerde el alma dormida
6. Wacław z Szamotuł (c.1520-1560): Powszednia spowiedź
III. VANITAS VANITATUM
7. Enrique VIII (1491-1547): Pastime with good company
8. Jan Pieterszoon Sweelinck (1562-1621): Vanitas vanitatum
IV. FORTUNA MUTABILE
9. Gabriel Mena (1470-1528): Andarán siempre mis ojos
10. Claudin de Sermisy (1490-1562): Puis que fortune
11. Tielman Susato (1510-1570): Las, fortune
12. Marchetto Cara (1470-d.1525): Non e tempo d’aspectare
V. THEATRUM MUNDI
13. Guillaume Costeley (1580-1606): Adieu, monde
14. Thomas Weelkes (1576-1623): As deadly serpents lurking
15. Johannes Hesdimois (s.XVI): Tucto il mondo e fantasía
VI. VULNUS AMORIS
16. Jacob Arcadelt (1507-1568): Amour a pouvoir sur les dieux
17. Bartolomeo Tromboncino (1470-d.1534): Acqua non e l’umor
18. John Wilbye (1574-1638): There is a jewel
VII. DE MELANCHOLIA
19. Thomas Morley (1557-1602): Fantasía Il lamento
20. John Dowland (1563-1626): Come heavy sleep
21. Orlando di Lasso (1532-1594): La nuit froide et sombre
22. Thomas Campion (1567-1620): Now winter nights enlarge
VIII. NON OMNIS MORIAR
23. Juan Escribano (1480-1557): L’huom terren
24. Anónimo (c.1510): Non resta in questa valle
25. Juan del Encina (1468-1529): Todos los bienes del mundo
AQUEL TROVAR
Delia Agúndez, canto y carillón
Antonio Torralba, flautas, douçaine y carillón
José Ignacio Fernández, arpa, cítara, guitarra, bandurria, laúd y carillón
Daniel Sáez Conde, vihuela de arco, colascione y sinfonía
Editado por Litopress
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