Camilo en la Maestranza: coach del tieso de Sevilla
El músico y artista colombiano, afín a nuestras costumbres meridionales -flamenco, la religiosidad popular- puso a bailar al público sevillano en otro concierto de la Maestranza
Las mejores fotos del concierto de Camilo en la Maestranza
El escritor José Antonio Garmendia nos lo advertía: no es lo mismo tener gracia que ser un gracioso. Son dos expresiones -en apariencia semejantes- en las que se asoma una sutileza semántica que nos cambia la imagen, la descripción. No es lo mismo que tú me digas "qué gracia tiene tu amiga" a que me digas "tu amiga es una graciosa". Sustituimos el ejemplo y se ve más claro: no es lo mismo decir "qué gracia tiene tu cuñado" que me digas "tu cuñado es un gracioso".
Si continuamos por estos inesperados caminos de la lengua, y seguimos con la doctrina de Garmendia, habrá que concluir otra reflexión: en Sevilla no es lo mismo estar tieso que ser un tieso. Se está tieso cuando se está canino; eres un tieso cuando aspiras a reflejar un bien planchado señoritismo -la raya del pantalón o de la guayabera-, pero estás canino.
Atentos, amigos: Camilo, el músico y artista colombiano, simpatizante de nuestras costumbres meridionales -le acaba de regalar un traje de flamenca a su hija; el año pasado le cantó una salve a la Virgen del Rocío de Triana-, tiene un mensaje para esos tiesos de Sevilla. Para esos tiesos que tan simpáticos nos resultan, quizá porque todos vamos por ahí construyendo una ficción de nosotros mismos, y siempre nos creemos quienes no somos. No sé. El caso es que este hombre, con su bigote de pintor ambicioso y barroco, interpretó ayer en la plaza de la Maestranza su popular Vida de rico, catecismo para las almas tiesas de nuestra ciudad. Con su letra inocente nos dice así: "Yo no tengo pa' abrirte champaña, / pero sí cervecita en la playa. / Aunque es poco lo que yo te ofrezco, con orgullo, / todo lo que tengo es tuyo". Un eufemismo, rítmico y educado, con el que decirles a tus suegros que el año que viene vuelves a veranear en su piso de Valdelagrana. Es un eufemismo que también sirve -aquí no se tira nada, claro- para tus amigos, que por supuesto están invitados al piso de tus suegros en Valdelagrana en el verano de 2026.
El tieso en Sevilla, a esta plaza de la Maestranza donde actuó Camilo, suele ir contados días de la feria de abril -solo un día de la feria de abril- al tendido doce. Un tendido ecléctico: jóvenes visten corbatas pánfilas, hombres llevan gorras verdes de la Caja Rural, el sol incómodo -como el tieso en el piso de sus suegros en Valdelagrana- hasta bien tarde. Sin embargo ayer no hubo ese público en la noche de la plaza, sino otro: un público infantil, un público entusiasta, un público de purpurina en los pómulos. Una pena que el tieso de Sevilla se perdiera a Camilo, a este coach que te dice cómo vivir de manera estoica, que es otro eufemismo, otra sutileza semántica, de la tiesura. Tú dices "soy un estoico" y cómo va a ser igual a "soy un tieso".
El cantante colombiano, entre estas divagaciones se nos olvida, puso a bailar -sabrosón, enérgico- a sus partidarios, a los parseros y las parseras. Con Una vida pasada, con BEBÉ, con Tattoo. Registro melódico con Yami Safdie. Mayúscula aparición de Manuel Carrasco. Entre esto y aquello, Camilo habló con diminutivos. Por momentos nos recordó a la Leticia Sabater del programa en La 2, esa Leticia Sabater de la generación milenial.
La historia terminó con un sabor de algodón dulce, y con algún que otro futuro matrimonio. Eso sí que es de vida de rico. Con lo caro que ahora está lo de casarse.
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