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Gracias, María Pombo

Tribuna

El director general de la Fundación José Manuel Lara, Pablo Morillo, defiende al hilo de las polémicas afirmaciones de la ‘influencer’ la importancia de mejorar la competencia lectora de la sociedad

María Pombo y su menosprecio a la gente que lee

Una mujer lee un libro a la sombra de un árbol. / Matias Chiofalo / EP
Pablo Morillo Pérez. Director general de la Fundación José Manuel Lara.

09 de septiembre 2025 - 06:30

"Lo voy a decir: creo que hay que empezar a superar que hay gente que no le gusta leer, y encima no sois mejores porque os guste leer”. Este es el principio de la publicación de la influencerMaría Pombo en sus redes sociales que ha generado tanto debate. Estos seis segundos y medio de vídeo contienen dos afirmaciones que creo que se merecen ser ledías y analizadas con atención. Voy a empezar por la segunda, en la que podría darle la razón a María.

No creo en las supremacías culturales y mucho menos en las autoimpuestas. Nadie es mejor por sus gustos, por tanto nadie es mejor porque le guste leer. Pero eso no significa que los beneficios de esa afición, sí repercutan de manera positiva en tu vida: nadie puede negar que las personas que tengan como afición andar una hora diaria no tengan más beneficios saludables que el que tenga como afición estar tumbado en el sofá viendo la televisión (o leyendo). Por lo tanto, nadie es mejor porque lea, pero el que sí lo hace tiene una serie de beneficios intelectuales. Y esto está más que demostrado científicamente. Entonces, ¿pasa algo si a alguien no le gusta leer? No, no pasa nada. ¿Pasa algo si alguien lee? Sí, pasan cosas, muchas y buenas, y especialmente en edades más tempranas y adolescentes.

La competencia lectora es un instrumento fundamental (imprescindible, me atrevería a decir) en el desarrollo educativo en las personas, y esta solo se consigue leyendo. Cuanto más se lee, mayor capacidad se adquiere para comprender y descifrar textos y, por tanto, nos hace más eficientes en nuestro proceso educativo y formativo.

Tengo la suerte de dirigir una institución, la Fundación José Manuel Lara, que se dedica a fomentar la lectura y mejorar la competencia lectora de la sociedad, especialmente de los más pequeños. Desde esta tribuna invito a María a que se pase un día por uno de nuestros colegios donde se desarrolla nuestro proyecto Leer+, donde más de mil personas voluntarias han ayudado a otros tantos menores a entender mejor lo que leen. Creo que solo con escuchar a muchos de ellos decir como gracias a que ahora leen más (y sobre todo mejor), han perdido su miedo a leer en voz alta, tienen menos faltas de ortografía, sacan mejores calificaciones o incluso ayudan a que en casa a que sus padres entiendan mejor los papeles que tienen que firmar; matizaría sin duda esta afirmación. También la invitaría a uno de nuestros muchos clubes de lectura de adultos, como el que tenemos en el Polígono Sur de Sevilla, y la sentaría a tomar a un café con Francisca para que le cuente que desde que lee ha descubierto “una confianza y una capacidad mental que pensaba que no tenía” y esto le ha hecho sentirse más segura y empoderada en su día a día.

Por lo tanto, estoy de acuerdo con María en que ni estos menores que están en Leer+ ni Francisca sean mejores que nadie por leer, pero igualmente creo que nadie puede negar que su vida es mejor desde que lo hacen.

Y vuelvo a la publicación de María y, en concreto, a su primera afirmación. Considero que ninguna sociedad debe sentirse resignada, y por lo tanto empezar a superar que parte de su población renuncie a un hábito tan enriquecedor como la lectura. Aquí creo que es fundamental la responsabilidad que tiene toda la sociedad en su conjunto en el fomento de los hábitos que sean socialmente positivos (más aun habiendo datos objetivos que lo demuestran), y especialmente los que gracias a su labor profesional son altavoces o referentes para otros e influencian, especialmente en los jóvenes: no obviemos la importancia de la lectura, no ya como una alternativa de ocio como cualquier otra, sino como una herramienta fundamental para adquirir conocimientos, comprender, encender nuestro intelecto y tener activa nuestra capacidad crítica.

Con el revuelo que ha levantado María y siendo las fechas que son, creo que es pertinente hacernos una última reflexión. Ahora que estamos en pleno comienzo del curso escolar, cabe recordar que hace veinticinco años se les pidió a grandes gurús tecnológicos (como Bill Gates o Steve Jobs) que vaticinaran cómo veían los colegios en el futuro (nuestro presente): todos coincidían en que serían colegios virtuales, sin pupitres, todo digital y sin libros… Sin embargo, esta semana empieza un curso donde las pantallas están siendo cada vez más alejadas de las aulas (e incluso prohibidas en algunas comunidades autónomas y países) y donde los libros en papel vuelven a recuperar un protagonismo perdido años atrás. Y este alejamiento de lo digital en las aulas tiene una alta correlación con la importancia del poder de concentración y atención que ha perdido nuestra sociedad (y especialmente los más jóvenes) por causa de cambiar la inmediatez y la dopamina del scroll por la concentración y el esfuerzo (porque sí, lo requiere) de leer.

En definitiva, quiero darle las gracias a María Pombo por poner de actualidad y reabrir el debate de la importancia de la lectura en nuestra sociedad. Creo que, parafraseándola, hay que empezar a luchar para que cada vez haya más gente a la que le guste leer, porque no es mejor el que lee, pero sí le pasarán más cosas positivas que al que no lo hace.

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