Paco Ortiz, director de cine: “Antonio El Bailarín nunca fracasó en nada”
Tras ganar el Premio del Público en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, el documental ‘Antonio, el bailarín de España’ se proyecta en los Cines Odeón Plaza de Armas este jueves.
La cámara del director Paco Ortiz (Huelva, 1978) ha retratado la grandeza de flamencos como Matilde Coral o Bambino, en los que ha encontrado “vidas de cine”. Ahora, con el documental Antonio, el bailarín de España, rescata esta figura “casi mitológica” de la danza española, en una cinta que pretende hacer justicia con el legado de un sevillano universal.
Pregunta.El comienzo del documental es desolador: los estudiantes del conservatorio que lleva su nombre no saben quién es Antonio Ruiz Soler.
Respuesta.Eso es un reflejo de la sociedad que somos. Escuché una vez que aquí enterramos muy bien, pero olvidamos mejor. Olvidar una figura del tamaño de Antonio, y más en un conservatorio que lleva su nombre, nos define.
P.Antonio actuó muchísimo en cine, aunque principalmente se interpretó a sí mismo.
R.El artista y la persona son indisociables, e incluso diría que el personaje, que él mismo reconoció haber creado. Si me fijo en una figura es por su calidad artística, pero en este caso descubrí además una de las grandes personalidades de este país, con una vida realmente apasionante, llena de triunfos y extravagancias.
P.En el aspecto dramático, ¿lo más interesante de Antonio es su ambición?
R.La ambición, pero también el afán de superación. En el cartel de la película y en los créditos hemos usado la proporción áurea, porque ese es el símbolo de las aspiraciones de Antonio: la perfección. Él nunca se conformó, algo que le sucede a todos los genios. Antonio nunca fracasó en nada, ni un solo espectáculo. Eso se puede decir de muy poca gente. Quizás en lo único que no triunfó fue en la gestión de su vida personal, cuando se retira y comprueba que se apagan los focos y empiezan a brillar las luces de los platós de televisión. Su facilidad para bailar no se corresponde en absoluto con su capacidad para lidiar con la prensa. Es una pena, porque ese último recuerdo ha prosperado.
Limitarlo sólo al flamenco me parece una visión muy parcial de la figura de Antonio
P.La cinta cifra a la vez el cénit de la danza española y su canto de cisne en la figura de Antonio.
R.Su figura eclipsa casi todo lo demás. La Argentinita es la pionera, pero él es el último gran nombre de este género. Más que la desaparición de Antonio, lo que marca el declive de la danza es el cambio en los gustos en la sociedad. Una nueva realidad política propicia que todas estas figuras del flamenco caigan en el ostracismo, porque ya no nos sentimos identificados con el folclore, y aparecen movimientos como la Movida. Todos esos nombres grandiosos quedan asociados a una ideología política. Ya había pasado en el 98, algo que corrigió Lorca.
P.¿Cómo se posiciona ante la eterna polémica sobre si Antonio era bailaor o bailarín?
R.Para empezar es Antonio “El Bailarín”, no Antonio “El Bailaor”. El flamenco es obviamente parte de su ecosistema, pero él toma muchas clases de ballet, y baila otras muchas cosas. Lo importante es que esto no lo digo yo, lo dicen una cantidad ingente de expertos: ahí está Marta Carrasco, Cristina Cruces, María Dolores Segarra, que ha hecho una tesis doctoral de quince años sobre Antonio. Efectivamente, él creó el martinete y el taranto, y ambos momentos se muestran en el documental. Pero limitarlo sólo al flamenco me parece una visión muy parcial de la figura de Antonio.
P.A pesar de los condicionantes técnicos de la época, el baile de Antonio suena espléndido en sus películas, ¿cómo lo logró?
R.Antonio vuelve de Estados Unidos, y cuando llega al precario cine español de los años cincuenta trae muchas novedades. Él cambia la escenografía, la iluminación, incorpora los clavos en los zapatos… Ello, unido a su excelente gusto musical -bailando los grandes compositores españoles, de Falla a Turina pasando por Albéniz- le hacen un artista total.
P.¿El cine español ha desperdiciado la oportunidad de tener el mejor cine musical del mundo?
R.Totalmente, no sólo el cine, la televisión también. Las grandes figuras de los años noventa, las que presentan anuncios, eran flamencos como Joaquín Cortés. Los hemos sustituido por futbolistas. España ha tenido y sigue teniendo mucho baile, sin embargo, parece que no somos capaces de trasladar eso al cine. Creo que es un prejuicio hacia el musical en general. No hace falta volver al Niño Cantor, a Joselito y Marisol: Antonio hizo películas musicales que recuerdan a West Side Story.
P.En esta historia, el personaje más dramático me resulta su pareja de baile, Rosario.
R.La relación entre ellos es increíble: son la pareja más longeva de la danza en España, ni siquiera Cristina Hoyos y Antonio Gades les superan. Ese es solo uno de los muchos hitos que los jalonan. Pero la historia de Rosario acaba muy mal, en la pobreza. Ellos dos dan para una serie o una peli de ficción.
P.Hablando de ficción, el final de Antonio es de película de terror. Se hace realidad su mayor miedo: quedarse impedido en forma de hemiplejía.
R.La vida es dramática. Mi anterior documental fue sobre Bambino, que murió de un cáncer de garganta. De entre todo lo que podía pasarles, les ataca donde más duele: a Bambino en su voz y a Antonio en su baile. En el caso de Antonio, su vida es una sucesión de triunfos, y sus últimos años justo lo contrario: sin ser bailarín todo sale mal. No se cumplió nada de lo que él deseaba. Quería un museo en lo que fue su estudio, nunca se hizo; quiso que la Junta de Andalucía gestionara su legado, nunca ocurrió.
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