Plan de reunificación familiar

Ni una, ni dos, ni tres. Hasta cuatro comedias españolas para estas fechas navideñas son remakes de otras tantas cintas francesas recientes. Llámenlo como quieran, pero desde luego no inventiva industrial. Sea como fuere, Un lío de millones, versión de Mis queridísimos hijos (Mes très chers enfants, 2021), tiene al menos la pequeña virtud de traducir a la tipología patria más reconocible algunos de sus hallazgos cómicos universales sobre las (malas y tensas) relaciones entre padres e hijos llegado el momento del nido vacío y la jubilación.

Se trata sobre todo de explotar esa condición cuñadista de anuncio de jamón york a la que el incombustible Antonio Resines y la estupenda Gracia Olayo se ajustan como un guante: padre y madre de clase media de un par de treintañeros emancipados pero poco, sobre todo cuando se trata del interés propio y de pillar la pasta del reparto de un gran premio de la lotería.

De factura visual y sentido del montaje por encima de la media del género, Un lío de millones llega así para recordarnos las pequeñas miserias bajo el espíritu navideño y, sobre todo, para intentar sacar algún chiste y darle barra libre a los secundarios (Cimas, Kovacs) en un teatrillo de apariencias, envidias vecinales y puyas consanguíneas. Lo demás no deja de ser relleno de diseño, del perfil profesional de los vástagos a la voluntad de caricaturizar doblemente a esos padres para vestirlos con ropa cara y hortera y ponerlos a conducir coches de alta gama con tal de sostener el engaño y cumplir con su plan de reunificación familiar.