La formación Vox comienza su viaje de vuelta en paralelo con Podemos. Son lo mismo. Un mismo estilo y un mismo destino que pasa por la decepción cuando se detecta que en verdad sólo tienen muecas, demagogia y menosprecio al otro (el otro es simplemente quien muestra un ligero parecer adverso). Las elecciones andaluzas deberían (de)mostrar que la polarización, tras un trecho de señuelo, no lleva a ninguna parte.

En el caso de Vox su error más demoledor es colocar de cabeza de lista a alguien que no es de Andalucía y que cree que con dos gestos, dos tópicos y un par de acentillos cualquiera se puede travestir de andaluz/a. Con un poquito de interés Vox habría encontrado en Andalucía cientos de candidatos posibles, y gustosos, por tomar el banderín del patriotismo y los valores tradicionales. Das así en el suelo y se nos aparece el siglo XIX al lado.

Cuando se minusvalora Andalucía pasan estas cosas, como la aparición de Macarena Olona. Menospreciar a Andalucía es un error recurrente del resto de partidos, que conste, empezando por las represalias del sanchismo o por la miopía malagueña de este PP de sonrisa que los nietos de los que trabajaron en los cortijos con los señoritos a caballo conocemos su cara real.

Andalucía, como pueblo dócil, es fácil de maltratar y es tal el retroceso que llevamos sufriendo desde hace lustros que muchos andaluces no saben ya a quién votar. Y al final se termina votando a cualquiera.

Por insistir en Vox, lo de cerrar Canal Sur, con sus misas, toros y productores y presentadores afectos, antiguos, no se lo cree nadie. Este Canal Vox de ahora está pensado a medida y semejanza de la Andalucía que propugna Abascal. Los andaluces merecen ser lo que fuimos. Y pagar una radiotelevisión pública que nos represente e interese. Pero eso no lo van a conseguir ninguno de los partidos que se presentan el 19J. Ni los de antes, ni los de ahora. Ni Olona disfrazada de flamenca creyéndose Margaret Thatcher.