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La economía mundial se recupera a un ritmo elevado, pero de forma muy desigual porque todo depende la superación de las crisis sanitaria y económica que, a su vez, depende de la vacunación y de las ayudas públicas para la recuperación de la normalidad. Ya son 3.000 millones las dosis administradas en todo el mundo y más de 800 millones los que han recibido la pauta completa, pero apenas se consigue cubrir el 10% de la población objetivo, debido a la precariedad del suministros de vacunas en algunos países, pese al formidable esfuerzo de iniciativas solidarias, como Covax.

El contexto general es de incertidumbre por el impacto sobre el comercio internacional y los suministros estratégicos de posibles rebrotes de la pandemia o retrasos excesivos en la recuperación en países concretos, pero la impresión que transmite la OCDE es que las perspectivas económicas globales han mejorados desde finales de 2020 y que su previsión de crecimiento mundial para este año debe elevarse hasta el 5,8%. Cinco países, entre los avanzados, lo harán por encima de la media: Reino Unido, 7,2%; EEUU, 6,9%; Canadá, 6,1%; España, 5,9%; y Francia, 5,8%. Para 2021 se espera una moderación en el crecimiento, que todavía se mantendrá elevado (4,4%), destacando España, que será uno de los pocos que lo intensificará, debido al repunte de los contagios durante el primer trimestre y al prolongado estado de alarma, por un lado y, por otro, al mayor impacto de la pandemia, que obliga a un recorrido mayor de recuperación hasta a su nuevo potencial.

España y Reino Unido fueron las economías europeas más golpeadas por el virus (10,8% y 9,8% de caída en el PIB en 2020, respectivamente) y, en parte por ello, también las que más crecerán en 2021, pero mientras que los británicos reducirán su crecimiento hasta 5,5% en 2022, España se espera acelerar hasta 6,8%. Se explica por el fuerte contraste entre la economía previa y posterior al estado de alarma, que se prolongó hasta el mes de mayo. La OCDE confía en una fuerte expansión del consumo y la inversión durante el segundo semestre y en los beneficios derivados de la mejora de las economías del entorno, pero la decisiva aportación del turismo en temporada estival será todavía incompleta y se demorará hasta el próximo año.

Seguimos estando, por tanto, bajo los efectos de la pandemia y sus consecuencias económicas, pero también frente a un horizonte prometedor, ante el que los gobiernos han de ser sensibles. Para la OCDE, la necesidad de mantener los impulsos fiscales y monetarios es indiscutible en fase de recuperación, aunque apunta la conveniencia de iniciar cuanto antes el diseño de las estrategias post-covid. España contará contar con el decisivo apoyo del fondo NextGeneration y con los estímulos del BCE, siempre que las tensiones inflacionistas confirmen su condición efímera y no lleguen a infiltrarse en el conjunto del tejido productivo, pero también hay amenazas. Entre ellas, la persistencia del desequilibrio financiero del estado y las insolvencias empresariales ocultas tras las ayudas Covid, pero sobre todo que, como apunta la economista jefe de la OCDE, los gobiernos se relajen pensando que hacen lo suficiente.

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