Desmontaje de la Feria de Abril 2020.

Desmontaje de la Feria de Abril 2020. / Juan Carlos Muñoz

El tiempo de descuento ha llegado. El contador se ha puesto a cero y aunque no alcanzo a ver el monumental arco de hierro, que a estas alturas debía estar revestido de unas 200.000 bombillas, por la penosa situación de mi balcón, lo siento igual. Porque la Feria de Abril ha empezado. Está en el aire, en la densidad del calor que sube por las aceras sin gente y la avenida sin coches. Está en las salidas al supermercado, escasas y rápidas durante este forzoso encierro, que me indican que la primavera sigue siendo, a pesar de todo. Que los naranjos siguen dando su azahar, aunque en esta ocasión nadie los huela.

Entonces, la tecnología me acerca a la calle Asunción engalanada para la feria que nunca fue: ¡el barrio no falla! La que antaño fuera arteria rebosante de gente apresurada, que en grupo o en solitario, desembocara en el corazón de la ciudad durante esos días, ahora está desierta. Diástole de nuestras vidas en abril que se encuentra en parada cardiorrespiratoria y sin reanimaciones.

Luce banderines de balcón a balcón y desde las ventanas salen las sevillanas de radio cassette, que no se sabe cómo, todos nos sabemos, seamos feriantes o no. Y aunque este año los volantes se queden encerrados otros 12 meses más, nadie nos quitará las flores, los lunares y las ganas de sentir que estamos de feria. Tampoco el sentimiento de renovación de esta semana, que sin pretenderlo, invierte los calendarios de los sevillanos para celebrar en primavera los años nuevos. Y así se va contando la vida, como con los cumpleaños.

En nuestro particular duelo por unas fiestas de primavera que nunca serán, nos armamos de paciencia por los que más queremos y sacamos la lectura que hay que sacar. La que nos dejará secuelas, tengamos la edad que tengamos, y nos hará vivir la vida con reparo, rememorando que por un tiempo tuvimos miedo y nos faltó la libertad. La más importante, la de poder decidir. Fue entonces cuando logramos una especie de hermandad real que saltó de los Testamentos a la vida y que en un mes tan importante como abril no nos hizo perder la sonrisa y mucho menos, la esperanza.

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