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Crónica Personal

Líderes con futuro

Martínez Almeida, Feijóo y Arrimadas han ganado enteros por su gestión de la crisis ante un Gobierno en el que apenas Calviño y Robles están a la altura

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en un acto público.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en un acto público. / Efe

Cuesta creerlo, pero todavía hay españoles que defienden a capa y espada la gestión de Pedro Sánchez. Destacan su buena voluntad y afirman que cualquier otro político habría cometido errores ante una pandemia como la que se está sufriendo.Es evidente que nadie está suficientemente preparado para hacer frente a una maldición como el coronavirus, pero también lo es que no se puede aceptar que el presidente rechazara los consejos de la OMS y la Unión Europea sobre medidas urgentes, ni que haya formado un Gobierno en el que no más de tres figuras han demostrado conocer sus responsabilidades.

Tampoco es aceptable que el Ejecutivo no utilizase los cauces oficiales para comprar material sanitario en el exterior ni haya acudido a las empresas españolas que fabricaban ese material, que avale las medidas económicas de Podemos sin tener en cuenta las de su vicepresidenta económica o que cerrase el Parlamento y sólo lo haya abierto cuando se le ha hecho insoportable la presión de la oposición y los medios de comunicación.

Por cierto, incomprensible es también que Pedro Sánchez no haya pronunciado una sola palabra de agradecimiento a Amancio Ortega por su colaboración en esta lucha. ¿Tanto miedo tiene a mostrarse disconforme con las fobias de Pablo Iglesias?Así las cosas, en esta crisis han aparecido figuras que pueden tener futuro en una España que será distinta tras este tsunami. A unos ya se les adivinaba la madera política; otros, en cambio, han sido una sorpresa.

El alcalde de Madrid

Entre los últimos, destaca el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida. Hace un año Pablo Casado dio el campanazo al anunciar su candidatura, pues el ahora primer edil no aparecía en ninguna lista de posibles elegidos. Costó llegar a acuerdos, pero se convirtió en alcalde de la misma manera que lo hizo su compañera de partido Isabel Díaz Ayuso, cuya candidatura al Gobierno regional madrileño que finalmente preside fue también una sorpresa.

Díaz Ayuso cometió errores sonados, de primeriza, pero ha ganado peso con la gestión de la epidemia. Tiene futuro, pero el que ha dado la gran sorpresa es el alcalde de Madrid, que parece tener el don de la ubicuidad y ha demostrado una sensibilidad y una capacidad de gestión que sólo conocían los que siguieron muy de cerca su trayectoria como líder de la oposición a Manuela Carmena cuando Esperanza Aguirre decidió dejar su trabajo municipal.

El alcalde bajito que soporta con humor las bromas sobre su estatura se ha convertido en grande. Ha tomado decisiones ante el coronavirus que demuestran que sabe qué terreno pisa, qué se necesita, dónde y cuándo. Supervisa personalmente todas las iniciativas y lo mismo echa una mano a quienes llevan material sanitario a hospitales, a donde acude para darles ánimos, que se suma a la orquesta municipal que da un pequeño concierto en un hospital para dar ánimos a los enfermos, saca los colores al Gobierno de Sánchez denunciando errores, se pone la mascarilla para acudir a los lugares a donde prefieren no acudir otros, como las morgues instaladas en espacios deportivos, o visita los centros donde el virus ha actuado con más fiereza.Sus detractores lo acusan de populismo y es posible que tengan razón. Pero en situaciones como las que estamos viviendo un punto de populismo, visto éste como cercanía a los ciudadanos, es necesario para transmitir confianza y seguridad.

Mirando a Galicia

Otro político que ya había demostrado sus capacidades ante de la crisis es Alberto Núñez Feijóo, al que muchos votantes del PP ya perdonan que no presentara su candidatura a la presidencia del partido tras la salida de Mariano Rajoy por la moción de censura. Algún día explicará por qué no se presentó: pocos dan credibilidad a su explicación de que se sentía en deuda con los gallegos... aunque tal fuera esa la verdadera razón.

En esta crisis que vio venir cuando el Gobierno central no quiso o no fue capaz de verla, compró material sanitario antes que los demás, con la ayuda de Amancio Ortega, ya que dedujo que éste tendría importantes contactos en China. Cerró colegios antes de que lo ordenara el Gobierno, como también hizo Díaz Ayuso, y tomó medidas drásticas que han provocado que el porcentaje de fallecimientos sea uno de los más bajos de España. Feijóo muestra una lealtad total a Casado, pero a nadie se le escapa que hay mucha gente en el PP que mira hacia Galicia. Gente que esperaba y espera más de Casado y cree que no tiene ninguna posibilidad de gobernar si no hace profundos cambios en su equipo y recupera a personas valiosas del partido a las que hasta ahora ha descartado.

Las ministras independientes

En Ciudadanos, Inés Arrimadas todavía sufre las consecuencias del error que cometió Albert Rivera al no apoyar un Gobierno de Sánchez para impedir la coalición con Podemos. Se encuentra Arrimadas con un partido muy herido y un grupo parlamentario mínimo. Encima no ha podido ejercer como presidenta de su partido porque ganó las primarias prácticamente el mismo día que se decretó el confinamiento. Está decidida a apoyar las medidas económicas de Sánchez porque cree que no pueden ser bloqueadas en un momento tan crítico, y también muestra disposición a negociar con el presidente Sánchez lo que se llama nuevos Pactos de la Moncloa, aunque no tengan nada que ver con los alcanzados en 1977.

Hay figuras en el PSOE o más bien en el Gobierno –el partido está descapitalizado– que se han agrandado en esta crisis. Destacan Emiliano García-Page, que ya tenía buena imagen como gestor. Dentro del Gobierno, dos ministras han mantenido un nivel alto, Margarita Robles y Nadia Calviño. Ninguna de las dos son militantes socialistas, pero sí leales al presidente. El papel del Ejército en esta crisis ha sido vital, en el sentido más amplio de la palabra, y la ministra de Defensa sale muy bien valorada de esta crisis. Calviño ha sufrido alguna decepción, pues incomprensiblemente Sánchez ha dado luz verde a iniciativas de Iglesias con las que Calviño no estaba de acuerdo. Ha aguantado el tirón, aunque algún compañero en el Gobierno confiesa que en algún momento casi tiró la toalla. No lo ha hecho, dicen, porque no era el momento de echar más leña al fuego. Un dato más en su haber.

El coronavirus le cambia la vida a cualquier país. Pero en España es probable que, además, cambie las figuras que se moverán en el escenario político del futuro inmediato.

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