La ventana
Luis Carlos Peris
Nostalgia de un tranvía muy familiar
Hoy presidirá el Vía Crucis de las Hermandades de Sevilla el Señor de la Redención. Si me están leyendo, seguro que ya lo sabían. No les descubro nada en esta sociedad de la información instantánea en la que vivimos. Si hoy lleno de letras esta Bocamanga de forma extraordinaria por hacerlo fuera del jueves en el que vive habitualmente es por reflexionar públicamente sobre este piadoso acto que hoy tendrá lugar en la Catedral y su protagonista.
Con este Vía Crucis acontece algo singular que lo diferencia de cualquier otro, la imagen designada para presidirlo convierte la devoción de uno en particular en la devoción de toda Sevilla por un día y, más que por un día, por una vez en la vida.
Los hermanos de la Redención recibimos la designación con ilusión y orgullo y, con responsabilidad y compromiso, hemos procurado prepararlo todo de la mano del Consejo de Hermandades y Cofradías para que la contemplación de Nuestro Señor sea por sí misma principal motor de esa conversión a la que nos llama la Cuaresma a todos los cristianos. Hoy procuraremos que la humildad y mansedumbre de quien se entrega al beso traidor del amigo para darnos la salvación eterna por su Pasión y su Muerte avive nuestro deseo de ser redimidos. Hoy, las manos abiertas de nuestro Cristo estarán más abiertas que nunca para ir recogiendo por las calles de Sevilla todo lo que los sevillanos quieran poner en ellas, porque sus manos acogen todo lo que queramos entregarle sin pedir nada a cambio más que el deseo de querer dárselo. En eso consiste su Redención, en salvarnos porque creemos. Es la Fe la que nos salva y es su amor el que nos redime.
Cuando el sol de la tarde comience su escapada al Poniente y preste su brillo más dorado para transfigurar al Señor, un abrazo de amor de sus manos abiertas dará cabida a Sevilla entera. Allí estarán sostenidos entre ellas nuestros autistas con sus corazones puros y sus abnegadas y entregadas familias, estarán nuestros barrios del Polígono Sur y Los Pajaritos, nuestras monjas de San Leandro con su superiora Sor Natividad a la cabeza y nuestra amadrinada Sor Petronila a su lado, los niños de San José de la Montaña, el Economato del Casco Antiguo, la beca para el Seminario de Don Eugenio y todo el amor que María Santísima del Rocío nos inspira para los que acuden a su Hijo con Ella de mediadora.
Vuelve hoy a llenar Santiago un rumor de ramas de olivo tras la mirada mansa y limpia de Nuestro Señor, vuelven hoy nuestros pasos a recorrer las calles de Sevilla para llevar su Redención al que lo contemple y traer de vuelta sus manos llenas de la Fe y el amor de los sevillanos. Hoy, cuando lo veas pasar, míralo a los ojos, déjate abrazar por Él y abandona tu alma a su Redención, siente la paz de saber que estás entre sus manos porque ése es el único y verdadero motivo para salir a la calle, dejarse encontrar hasta por el que no lo buscaba.
Hoy todos seremos de la Redención, del Beso de Judas o del Rocío, como nos quieran llamar, porque lo único que no va a cambiar es la devoción que profesamos y que hoy entregamos a Sevilla para que la haga suya y podamos cumplir nuestra lema al poner a “Cristo entre nosotros”.
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