En los próximos meses abrirán en Sevilla dos nuevos centros comerciales que llegan con grandes pretensiones: el de Torre Sevilla y el de Palmas Altas. En ambos habrá tiendas de Primark, y esa decisión confirma que vienen bien avalados, porque la marca irlandesa se lo ha pensado mucho en Sevilla, hasta el punto de que siendo Zoido alcalde se publicaron algunas falsas alarmas de ubicación. Pero no sólo Primark. También FNAC ha anunciado que abrirá su segunda tienda local en el nuevo centro comercial de Torre Sevilla, donde también estarán presentes otras marcas más abundantes en la ciudad, como las de Mango o Springfield. Por su parte, el de Palmas Altas ha sido promocionado con la inequívoca aspiración de ser el mayor centro comercial de la ciudad.

Esta tendencia coincide con el final de la crisis que pregonaba Mariano Rajoy antes de volver a ser registrador. Se ha reactivado la construcción, como se aprecia en los nuevos barrios anunciados, con proyectos ambiciosos como el de Palmas Altas o la Hacienda del Rosario. Y se añade este frenesí de centros comerciales. Justo cuando la tendencia parecía la contraria, si consideramos que alguno, como el de la Plaza de Armas, se ha reorientado con otros fines, después de que hayan cerrado casi todas las tiendas de primeras marcas que instalaron allí, a la vera del Mercadona, que también se mudó algo más allá.

Sevilla tiene unas características comerciales que pasan por un centro histórico predominante. En Tetuán, la plaza del Duque y los alrededores están presentes las marcas de todas las grandes ciudades. El Corte Inglés, que fue la pionera, está en el Duque y en Nervión, que es la segunda gran zona comercial, con el centro Nervión Plaza, al que se puede añadir el de Los Arcos, en la avenida de Andalucía. Son centros comerciales asentados.

Los estudios avalarán la viabilidad de los nuevos centros de la Torre Sevilla y Palmas Altas. No obstante, el gobierno municipal de Juan Espadas debe ponderar hasta dónde quiere llegar con este nuevo gigantismo, que vuelve a poner nervioso al pequeño comercio superviviente.

Mientras la ciudad no tenga un crecimiento económico y poblacional más sólido parece probable que unos centros progresen en perjuicio de otros. Sin alarmismos, pero sin cegarnos ante la realidad, está por ver que exista público suficiente para mantener a todos vivos y pujantes.

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