Análisis

Tomás García Rodríguez

La acacia "espina de Cristo"

Necesitan amplios alcorques para que su sistema radicular no afecte al entorno urbano

22 de octubre 2022 - 05:00

La acacia de tres espinas o acacia negra (Gleditsia triacanthos) es una de las tres falsas acacias presentes en nuestras calles y parques -junto a la robinia y la sófora-, pudiendo diferenciarse fácilmente debido a sus grandes espinas, que pueden ser trifurcadas, a las legumbres de gran tamaño semejantes a las del algarrobo y a sus bellas hojas compuestas con pequeños folíolos. Este espectacular árbol caducifolio es nativo del centro y este de Norteamérica y nos brinda un follaje que adquiere una hermosa tonalidad otoñal ocre, siendo muy resistente y mostrando un rápido crecimiento, por lo que es una planta que combate la erosión en suelos áridos, aunque prefiera los húmedos ribereños. Sus pequeñas flores fragantes de coloración verde amarillenta dan lugar a inflorescencias filamentosas en primavera, mientras sus grandes frutos alargados y retorcidos de hasta cuarenta centímetros sirven de alimento a las aves urbanas y eran usados para la elaboración de mermeladas en la cocina rústica. Esta leguminosa puede alcanzar más de treinta metros de altura en terrenos adecuados y ofrece una fuerte madera que ha sido utilizada para fabricar postes, traviesas de ferrocarril y aperos de labranza.

En ciudades, las acacias negras van paulatinamente perdiendo sus característicos y afilados aguijones, pues últimamente se está replantando la variedad inermis, que no los posee. Dichas sustituciones pueden considerarse contraproducentes, pues las estructuras arbóreas espinosas tienen su función orgánica, como la reducción de la transpiración o la protección de hojas y ramas. Así, en Sevilla, acacias negras inermes han sido sembradas en las calles San Fernando y Josefa Reina Puerto o en los Jardines de la Buhaira. Quedan algunas plantaciones antiguas de estas espléndidas pseudoacacias con sus atributos punzantes en la calle Gonzalo Bilbao, la Real Fábrica de Tabacos, Alameda de Hércules o en parques maduros como el de María Luisa, donde exhiben figuras majestuosas. En zonas pavimentadas, necesitan amplios alcorques para que su extenso sistema radicular no afecte al entorno urbano, así como podas adecuadas para minimizar la caída de ramas.

Conocida desde siglos atrás en ciertas regiones como "espina de Cristo", ha sido objeto de leyendas por la supuesta semejanza que muchos amerindios convertidos encontraban entre sus largas espinas terminadas en cruz y la crucifixión de Jesucristo. En una de dichas tradiciones orales, cuenta la historia popular que, a finales del siglo XVII, el misionero español fray Antonio Margil de Jesús clava y abandona su bastón de acacia negra en el patio conventual durante su estancia en el monasterio mexicano de Querétero. Al cabo del tiempo, según testigos, el báculo echa raíces y retoña cual enhiesto arbolillo, surgiendo entonces el nombre por el que también es conocido: "el árbol del Templo de la Santa Cruz", en alusión al monasterio franciscano homónimo donde se produjo tan sorprendente trasplante y desarrollo arbóreo...

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