La ventana
Luis Carlos Peris
La literatura, buen escudo para el toreo
La Semana Santa de Sevilla siempre ha congregado a personajes variopintos, muchos de los cuales han pasado a la posteridad. En mi infancia fue Antoñito Procesiones el que acaparó todas las atenciones significándose con cada banda de música y dando el tan sevillano "toque" para financiar su sociedad "La Gloria de España", destinada a sostener el suministro de los puros que fumaba. Muchas anécdotas suyas han pasado al archivo imaginario costumbrista que aún hoy son recordadas y traídas a colación.
Los tiempos pasan, las personas se van, pero llegan nuevos tiempos y nuevas personas, cada vez menos, que dejan la huella de su ser en el momento que les toca vivir. Esta generación del whatssap y la concentración de procesiones y vía crucis ordinarios y extraordinarios tiene en Angelito el Aguaó su personaje propio. Con un "¡Cofrades a la calle!" en esta pandemia que no termina de pasar página, reivindicó la necesidad de recuperar la calle con nuestros cristos y nuestras vírgenes y se hizo por siempre y para siempre nuestro. Conocedor de este mundo de las cofradías como nadie, es capaz de reclamar la tortilla de papas al llegar de la estación de penitencia con la misma pasión que la coronación canónica de la Virgen en cualquiera de sus advocaciones.
Con inocencia y entrega atendió miles de solicitudes de mensajes dedicados hasta que un día se hartó de ser utilizado y empezó a reclamar un poco de colaboración con ese quehacer para el sostenimiento de su incipiente sociedad unipersonal. Paladín del capillita, exaltador de verdad, de corazón, y disfrutón máximo de sus cosas. Muchos lo toman a broma cuando reciben un audio suyo, pero ignoran que, como aquel "amigo del alma" al que cantó José Manuel Soto, "lo está sintiendo por dentro, dentro, muy dentro del alma". Por eso hoy le dedico mi artículo, porque se lo merece, porque hay mucha verdad en lo que hace y se lo toma más en serio de lo que parece. Angelito, gracias por defender nuestras cofradías y poner siempre una sonrisa en nuestras caras.
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