Análisis

Alicia Coronil Jónsson

La inflación no da tregua

Los datos adelantados del IPC en la Eurozona han confirmado la dificultad de lograr la tasa de variación interanual al nivel objetivo de un 2,0%, y al dilema que afronta el BCE ante las señales de un mayor deterioro de las perspectivas económicas en los próximos meses. Así, la persistencia de los shocks de oferta y las transformaciones que afronta el mundo siguen alimentando las tensiones inflacionistas y presionando al alza el coste de la vida y de producción. En este sentido, las cuatro principales economías de la zona monetaria han registrado un significativo incremento de los precios de la cesta de la compra respecto al mes de julio, en concreto éstos aumentaron en el caso de la economía española a un ritmo de un 0,5% mensual y en Francia de un 1,0% ante el encarecimiento de los combustibles, los servicios y la presión sobre el coste de los alimentos. De esta forma, la tasa variación del IPC general repuntó 0,3 pp a un 2,6% en agosto, al mismo tiempo que la inflación subyacente se moderó ligeramente hasta un 6,1% interanual.

La tendencia de los precios en la Eurozona confirma que podrían producirse nuevas subidas de las tasas de inflación general en los próximos meses, entre otros factores, por el complejo escenario energético y alimenticio ante las consecuencias de la guerra de Ucrania, el recorte de la producción de crudo de los países de la OPEP y las consecuencias de la sequía global sobre las principales materias primas agrícolas, como el aceite de oliva en España.

Ante este escenario, en el que la negativa evolución de los precios y los signos de desaceleración económica, no debemos descartar que la Eurozona se sumerja en una estanflación (escaso crecimiento y alta inflación).

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