Tribuna Económica
Carmen Pérez
Trump y la FED, ¿un conflicto anunciado?
En general, a voces, Reina escogida, diga que sois concebida sin pecado original. Con la venia del poeta Miguel Cid, comienzo lo que pretende ser una columna dedicada a la mal llamada “Magna”, que no es más ni menos que la procesión de la culminación del Congreso de Hermandades y Piedad Popular, celebrado estos días en nuestra ciudad. ¿Y por qué citar las coplas que serán cantadas en San Antonio Abad, si ninguna Inmaculada procesiona en el cortejo extraordinario? Pues porque esta ciudad sabe mucho de religiosidad popular, la vive profundamente todo el año y su fe, la fe que se vive en nuestros barrios y que corona la torre simbólica de nuestra ciudad, es una fe hecha cultura y vida.
La celebración de una procesión extraordinaria (evitemos el término que recuerda al coñac) con las devociones populares de hoy y que se celebre en un 8 de diciembre nos debe recordar uno de los triunfos de esta ciudad, del pueblo de esta ciudad, que llevó en volandas a la Iglesia para que definiera dogmáticamente la Inmaculada Concepción de María. Sin ese movimiento popular, el dogma seguramente no se hubiera configurado. La propia Iglesia institucional estaba dividida en esta cuestión y el apasionamiento del pueblo sevillano hizo el milagro: que el propio Santo Padre Paulo V en 1617, a instancias de la comisión mandada al efecto por Felipe III, emitiera un decreto por el que se propiciaba el culto público a la Inmaculada Concepción al tiempo que se condenaba a los maculistas a no exponer sus opiniones en público. Un camino que culminaría, basado en la religiosidad y devoción popular, en 1854 cuando el papa Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción, tan arduamente respaldado desde el catolicismo español y en cuya defensa Andalucía, y más en concreto Sevilla, jugó un destacado papel.
Eso también celebraremos hoy, con las devociones que mueven a la ciudad y a la provincia, pero todas bajo un manto celeste que honra a nuestra madre la Inmaculada Concepción. ¿Quién como María, Madre de Dios…?
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