Calle Rioja

Francisco Correal

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Año de nieves, para cuándo los bienes

Aniversario. El 2 de febrero de 1954, Sevilla amaneció blanca llena de copos de nieve. Fue el mismo año que el Vaticano acabó con el monopolio pastoral del cardenal Segura en la diócesis

El Costurero de la Reina bajo la nieve.

El Costurero de la Reina bajo la nieve.

LA ciudad donde se rodaría ‘Lawrence de Arabia’ habría sido ese día el escenario perfecto para rodar ‘Doctor Zhivago’. Aquel 2 de febrero de 1954 era martes y Sevilla apareció completamente nevada. Desde la Giralda a los arcos de la Maestranza; desde la plaza de España a las riberas del Guadalquivir. Una nevada que siete décadas después no ha vuelto a repetirse y que está en la memoria de los que fueron niños de la guerra o adolescentes de la posguerra.

A diferencia de la riada del Tamarguillo de noviembre de 1961, siete años más tarde, no quedan hitos visibles de aquel fenómeno meteorológico. Tampoco, ciertamente, dejó un correlato trágico como el de la Operación Clavel. En 1954 se cumplían 25 años de la Exposición Iberoamericana, pero tampoco estaba la ciudad para conmemorar nada en un país que después de aquellos fastos vivió la proclamación de la República (1931), el golpe de Sanjurjo (1932), la revolución de Asturias (1934) y por decirlo con el título de una película de Jaime Camino, ‘Las largas vacaciones del 36’.

Por ponerlo en un contexto, Curro Romero tenía veinte años cuando se produce la nevada; Enriqueta Vila, María Galiana y Matilde Coral habían cumplido los 18; Alfonso Guerra, Manuel Melado, Eduardo Saborido o Alejandro Rojas-Marcos ven a sus trece años la ciudad blanca como los almendros de Al-Mutamid; la nieve llegó también a Bellavista, a ese niño de once años llamado Felipe González; los diez años de Antonio Burgos; los nueve de Soledad Becerril, la única alcaldesa de Sevilla, que todavía vivía en Madrid; los ocho de Amparo Rubiales o el rockero Silvio. Emilio Sáenz tenía siete años y José Rodríguez de la Borbolla, seis.

“Mamá, ¿puedo no ir al colegio hoy?”, recuerda el fotógrafo Emilio Sáenz, demasiado pequeño entonces para ir con una cámara, que le dijo a su madre para que ésta le diera bula y faltara a los Maristas. Su hermano, el pintor Joaquín Sáenz, tenía 22 años. Un día después de la nevada cumplía cuatro años María Jiménez.

Jerónimo Domínguez y Pérez de Vargas, marqués de Contadero, llevaba dos años de alcalde de Sevilla. Hoy da nombre a unos bajos junto al Guadalquivir que se impregnaron de nieve. Fue presidente del Sevilla y del Betis. En el primero de esos equipos, fichó a Juan Arza, ídolo de Nervión que un año después de la Nevada consiguió el Pichichi de la Liga española. Dos días antes del fenómeno, 31 de enero de 1954, el Sevilla perdía en Balaídos 2-0 frente al Celta de Vigo. Quedó quinto en Primera División. El Betis goleó en Heliópolis al San Álvaro, un equipo cordobés del grupo sexto de Tercera División (dos goles de Peñafuerte, dos de Orive, Moruca y Barinaga). El Betis subió ese año dejando un grupo donde estaban Iliturgi, Utrera o Valdepeñas.

El año de la nevada de Sevilla fue también el que Sevilla estuvo a punto de quedarse sin obispo. Franco y el Vaticano le habían declarado la guerra al cardenal Segura, que en 1937, recién llegado de su destierro en Roma, sustituyó a su muerte a Eustaquio Ilundain al frente de la diócesis. El Papa Pío XII aprovechó la presencia de Segura en Roma acompañando a varias hermandades sevillanas en el centenario del dogma de la Inmaculada el 1 de noviembre de 1954 para nombrar por la puerta falsa a José María Bueno Monreal coadjutor de Sevilla con derecho a sucesión. El cura aragonés nunca había cruzado Despeñaperros. Conocía bien la nieve de su etapa como obispo de Jaca, de donde se trajo para su nuevo destino hispalense a un joven organista llamado José Enrique Ayarra.

El año de la nevada todavía sonaban ‘Montañas Nevadas’. La víspera, el 1 de febrero de 1954, Falange Española Tradicionalista y de las Jons, constituyó la Vieja Guardia. Hay otras Montañas Nevadas que permanecieron inéditas. Ese año gana el Tour de Francia Louison Bobet, todavía ganaban los franceses (que llevan cuatro décadas sin hacerlo) y el premio de la Montaña era para Federico Martín Bahamontes, que cinco años después sería el primer ciclista español ganador del Tour. En 1954, por cuarto año consecutivo, seguía sin disputarse la Vuelta Ciclista a España desde que en 1950 abandonó su patrocinio el diario Ya.

La nevada de Sevilla coincide en el tiempo con dos hechos relacionados con dos de los símbolos del Régimen. El primer día del año 1954 muere Millán Astray, fundador de la Legión. Y el 2 de abril atraca en el puerto de Barcelona el barco ‘Semíramis’, que lleva a bordo a 248 voluntarios de la División Azul y a medio centenar de civiles, algunos de ellos niños de la guerra que fueron trasladados a Rusia. Las dos Españas en un barco.

La nevada debió coger al pregonero de la Semana Santa de ese año preparando su texto. Lo pronunció el 29 de marzo de 1954 en el teatro San Fernando Miguel García-Posada, hermano de la Soledad de San Lorenzo, que ese año hizo pleno. El cartel de la Semana Santa, una obra titulada ‘Santo madero’, lo firmaba Tomás Ruiz Vela, un soleano nacido en México en el seno de una familia que volvió a Sevilla, al barrio de san Lorenzo. El cartel de la Feria lo firmó Leoncio Álvarez Osorio. Se titulaba ‘Bulería’. De la nieve al albero. La Feria tuvo lugar entre el 27 de abril (un día antes nace en Sevilla Lole Montoya) y el 2 de mayo.

Diez días antes del pregón de la Semana Santa, el 19 de marzo, se celebró la ceremonia de entrega de los Oscar. Fue la primera vez que se retransmitió por televisión. 1954 fue un gran año para el western. El Oscar al mejor actor fue para Gary Cooper, por ‘Solo ante el peligro’. Al mejor director, para John Ford por ‘El hombre tranquilo’. Cruzando la frontera, Anthony Quinn se llevó el de mejor actor de reparto por ‘¡Viva Zapata! Ese año se estrena ‘Vacaciones en Roma’, de George Cukor, con Gregoy Peck, Audrey Hepburn y la Vespa. Este año 2024 sonará el apellido Openheimer en la ceremonia de los Oscar por la película de Christopher Nolan. Hace siete décadas, este físico norteamericano que participó en el proyecto de la primera bomba atómica, fue apartado de todos los proyectos de investigación.

En 1954 se inicia la corrida goyesca de Ronda en el segundo centenario del nacimiento del torero rondeño Pedro Romero. Un año antes Antonio Ordóñez se había casado con una hermana de Luis Miguel Dominguín. Ernest Hemingway, que el año de la nevada consiguió el Nobel de Literatura, escribió un libro, ‘Un verano sangriento’, sobre la rivalidad entre ambos cuñados en la temporada 1959. En 1954 Antonio Machín presenta en Madrid su nuevo espectáculo y en un garito de Nueva York un joven llamado Bill Haley funda el rock & roll.

En 1954 hacía quince años del final de la guerra civil. En el mundo universitario se vivía cierto aperturismo por la entrada en el Gobierno, en la cartera de Educación, de Joaquín Ruiz-Giménez. Un espejismo de libertad con cambios en la cúpula universitaria: Laín Entralgo fue nombrado rector de la Universidad de Madrid; Antonio Tovar, de la de Salamanca; y Carlos García Oviedo, de la de Sevilla.

El año de la nevada era un tiempo de autarquía. Miles de estudiantes se manifestaron en varias ciudades españolas para reivindicar la españolidad de Gibraltar y protestar por la anunciada visita de la reina Isabel II al Peñón. Llegó en su segundo año de reinado (duró siete décadas y 214 días, más que la nevada) el 10 de mayo de 1954 a bordo del barco ‘Britannia’. El embajador de España en Londres, Miguel Primo de Rivera, hijo del dictador, hermano del fundador de Falange, protestó ante las autoridades del Reino Unido. Años después hubo un nuevo conflicto diplomático con motivo de la visita a Gibraltar en luna de miel de Carlos de Inglaterra y Diana Spencer. El motivo fue el cuarteto ‘La boda del siglo’ de El Peña y El Masa en los Carnavales de Cádiz de 1982.

En 1952 se estrena ‘Las Nieves del Kilimanjaro’ con Ava Gardner; en 1954, ‘Las Nieves del Gurugú’, en la ciudad de la que se enamoró la actriz. Siete décadas después, la nieve es un recuerdo. La lluvia, una rareza. La sequía, una tremenda realidad, un témpano de incertidumbre sobre el paisaje y el paisanaje.

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