La esquina

josé / aguilar

Nada Honorables

EL Nada Honorable Jordi Pujol logró escabullirse hace treinta años del escándalo de Banca Catalana envolviéndose en la senyera y presentando la querella en su contra impulsada por el gobierno de Felipe González como un ataque indigno contra Cataluña. Su heredero político, Artur Mas, consiguió, hace nueve, con la amenaza de hacerle caer, que Pasqual Maragall retirase su denuncia de que el partido de Pujol y Mas se financiaba con el 3% de comisiones por cada obra pública realizada o concesión otorgada.

Eran otros tiempos. Pujol aparecía aún como uno de los personajes más indiscutibles de la Transición y el constructor inmaculado de la Cataluña contemporánea. Convergencia, aunque puramente chantajista, ayudaba a la estabilidad del Estado. Cada vez pedía más, cierto, pero no cuestionaba el orden constitucional ni la unidad de España. Todo cambió cuando Pujol y Mas se embarcaron en la aventura independentista. Quizás no midieron el enorme poder del Estado, quizás abusaron más de la cuenta, quizás creyeron que la impunidad era para siempre.

Ahora descubren con amargura que no es así. Que el tinglado que habían organizado se puede venir abajo por la acción combinada de jueces y fiscales, Agencia Tributaria y Policía, oposición política y esa parte de la sociedad civil renuente a la domesticación. Construyeron un régimen en beneficio de una familia de sangre y una familia política, y ese régimen se está viviendo abajo. La familia Pujol es objeto de numerosas investigaciones judiciales de carácter grave, y Convergencia (cuya sede central está embargada para responder de un caso de corrupción) ya ni siquiera conserva su hegemonía en el campo soberanista.

No les saldrá gratis haber convertido el oasis catalán que daba lecciones de ética y civilidad al resto de España en una charca pestilente para enriquecerse y perpetuarse. No era España la que robaba a los catalanes. Eran los padres de la patria quienes robaban a unos súbditos previamente anestesiados por el victimismo identitario. Se pensaban tan invulnerables que ni siquiera se ocuparon de distinguir los mecanismos para la financiación ilegal de su partido de los instrumentos para acrecentar la fortuna de los distintos Pujol. Todo era uno y lo mismo: una trama delictiva que necesita la independencia para que nadie hurgue en sus sentinas.

Tienen la patria en la faltriquera. ¡Tanta épica nacional para acabar así ...!

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