La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Marta Chávarri, la rubia de aquella España en rosa

Fue el icono perfecto de la nueva corte formada en torno al emergente poder económico socialista La España que vota y embiste

Marta Chávarri.

Marta Chávarri. / M. G. (Madrid)

Cuando en 2006 murió el ingeniero cántabro Jacinto Pellón, que vino a Andalucía a levantar la Exposición Universal de Sevilla, se nos fue un personaje que marcó todo un período de una ciudad en general y de muchísimos periodistas en particular. Muchas etapas se abren y se cierran en función de su protagonista principal. La tarde que murió Pellón fue la misma en la que el Sevilla lograba su primera Europa League. Casualidades del destino, el mismo día cerrábamos de alguna forma un período y se abría otro en el orden deportivo. Ayer murió Marta Chávarri. Joven para dejar este mundo. Solo 63 años. El otro mundillo, en el que se hizo célebre, lo había dejado hacía muchísimos años. Fue un icono de esa beautiful people que generó las primeras mayorías absolutas del PSOE. Todo reinado tiene su corte y todo pontífice su curia, nunca se olvide. Aquel socialismo, en el fondo, se había criado en el franquismo sociológico. Felipe se dio un paseo en el Azor y se formó de manera natural el colectivo de gente guapa en torno al nuevo poder emergente. Eran los años de gran poderío de los periódicos de papel, de las crónicas rosas con fotos en color y textos bien plumeados. Se cultivaba el género de la crónica social sin que de momento nada oliera al tomate televisivo que aguardaba con el paso de los años.

La Monarquía no era atacada en ningún momento. Ese blindaje sí que fue un pacto. Sí, se armó el escándalo de aquella foto robada a Marta Chávarri que fue lacerante, pero fue la excepción. Mario Conde exhibía brillantina navegando con don Juan de Borbón y las aulas de Económicas se llenaban de jóvenes imitadores, peinados todos como si una vaca les hubiera pegado un lametazo. Los Albertos con sus abrigos cruzados o sus gabardinas, Jaime de Mora y Aragón, Gunilla, Marbella y sus fiestas nocturnas de estética negra y oro, Puerto Banús, Jesús Mariñas y Jaime Peñafiel sueltos por aquellos lares... Todo representaba la nueva jet sin perder cierto barniz del tardofranquismo. Banqueros, políticos, intelectuales que no descuidaban el lado frívolo, famosos de nuevo y de viejo cuño. Todos juntos en las páginas amables de la prensa de un país donde definitivamente el dinero había “cambiado de manos”.

Ahora hemos perdido a un icono de aquellos años. Muchos jóvenes ni sabían quién era Chávarri, la rubia de belleza ortodoxa y ochentera en un país de hombreras que no ganaba mundiales pero se disponía a abrirse del todo al mundo con una Exposición Universal y unos Juegos Olímpicos. La España del cambio con Felipe que volvió después a cambiar con Aznar. Marta personificó la vida en rosa que tornó en silencio al amarillo.

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